El técnico Luis Enrique sabe, por fuerza, que su futuro va a ser uno de los temas de conversación más habituales en el universo barcelonista hasta que acabe por dar a conocer su decisión de renovar, o no, de cara a la próxima temporada.
Después de que su buen amigo Pep Guardiola anunciara que no continuará en el vecindario del banquillo demasiado tiempo, la pregunta este mediodía era obligada. Aunque la respuesta mezcla ironía con dudas: "¡Ya te gustaría! Si algo he aprendido del fútbol es que el futuro no existe. Cuanto más planifico, peor salen las cosas. Mejor disfrutar del día a día, nadie sabe lo que acontecerá", respondió Luis Enrique.
El caso es que, en el pasado mes de marzo, ya dejó caer que no se veía demasiado tiempo en el Barça. Y en el presente mes de abril, el club pondrá fin a este plazo de meditación mientras a su alrededor sobrevuela el nombre y el apellido de los candidatos a su trono.
Uno de los más insistentes es Ernesto Valverde, rival mañana en la ida de los octavos de la Copa del Rey, quien precisamente estuvo en la terna para su puesto cuando Gerardo Martino se apresuraba a colgar su polo verde pistacho tirando a fosforescente. Lejos de molestarle, Luis Enrique entiende esta situación. Tal vez porque él ya la vivió tras charlar en su domicilio de Gavà sobre su regreso al Barça mientras el Tata hacía las maletas.
"Es el entrenador de más nivel del fútbol español. Me gusta su manera de entrenar. ¿Que se le vincule al Barça? Es lo lógico en esta profesión, para bien o para mal, porque te echan o lo contrario y siempre hay rumores. Es algo lógico", argumentó antes de afrontar dos meses en los que, de seguir vivo en la Copa del Rey, podría acumular 19 encuentros sumando también los de la Liga.