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“Lo he dicho antes y lo diré otra vez: hasta que no se pierda, puede haber alguien que mueva el partido ante México lejos de Columbus, pero no voy a ser yo”, declaró Sunil Gulati, el presidente de la Federación de Futbol de Estados Unidos cuando dio a conocer que por quinta ocasión consecutiva la ciudad estadounidense del medio oeste albergará el partido eliminatorio para el Mundial de Rusia 2018, ante la selección mexicana de futbol.

La reedición de la “Cold War”, como se le denominó al primer partido entre Estados Unidos y México en el Columbus Crew Stadium en 2001, al paso de los años, se convirtió en un acto de fe para la afición norteamericana, y un mito para el futbol mexicano, quien perdió en las cuatro visitas al feudo del rival.

Todo comenzó con la petición de Bruce Arena, el técnico del combinado estadounidense entre 1998 y 2006, cuando recordó que la selección de las barras y las estrellas no se sentía local en los partidos jugados en su territorio. Hasta 1998, la selección de Estados Unidos jugaba ‘en casa’ en ciudades con gran flujo de migrantes mexicanos (Massachusetts, Pasadena, Washington), por lo que el apoyo siempre tenía como objetivo al equipo vestido de color verde.

“Tenemos 26 escenarios con capacidad superior a los 80,000 espectadores y por la magnitud del evento (partido ante México), los ingresos serían enormes. Para los rivales, los fantasmas que alberga el estadio de Columbus compensa su falta de grandeza”, expresó a Sports Illustrated en 2013 Sunil Gulati, cuando se puso a debate el cambio de sede del partido ante la selección mexicana, ya que realizar el encuentro en el inmueble con aforo de 20,145 aficionados, en Ohio, les significaba sacrificar hasta 2.5 millones de dólares en ingresos por concepto de taquilla.

La estrategia para llenar un estadio completo de aficionados estadounidenses al futbol salió de la mente de Jim Smith, entonces gerente del Columbus Crew y quien ahora se desempeña como jefe de marketing de Atlanta Falcons de la NFL. El plan contemplaba una maniobra de lealtad, primero con los abonados del equipo, luego a los afiliados a la federación estadounidense, después con escuelas de futbol cercanas a la localidad y hasta con veteranos de guerra. Al final, en aquel primer juego en Columbus, sólo 5,000 boletos salieron a la venta general, aunque con preferencia para residentes, lo que representó el 20% del aforo del inmueble.

“Es un estadio pequeño, donde la afición se siente encima realmente, la cancha tiene dimensiones pequeñas y hace bastante frío en esta época del año”, recuerda Mariano Trujillo, quien jugó en Chivas USA.

El ahora comentarista deportivo para Fox Sports en los Estados Unidos, reconoce que son verdaderas las historias que relatan que no se les vende boletos a aficionados mexicanos. “Aunque sí hay presencia de gente de habla hispana y latinos, hay poca presencia de mexicanos”, agrega.

Por primera vez, México encontró condiciones adversas en el país vecino, en una ciudad donde el último censo de población indica que apenas el 5.8% de la población es mexicana de nacimiento o de ascendencia.

¿Por qué es imposible 
ganar en Columbus?

“Lo de Columbus se ha hecho un mito; que es muy complicado ir a jugar a Estados Unidos, yo no lo considero”, dijo Claudio Suárez hace una semanas.

El exdefensa participó en la primera expedición mexicana en la sede inexpugnable para los estadounidenses, que terminó con una victoria de 2-0, resultado que se repitió en los tres encuentros subsecuentes en eliminatoria mundialista. “Columbus se ha convertido en el búnker de la selección de Estados Unidos”, asevera Mariano Trujillo.

Los números refuerzan las palabras del comentarista. En cuatro partidos en la ciudad del medio oeste, México suma cuatro derrotas, todas en partidos oficiales: la eliminatoria mundialista. Si ambas selecciones se enfrentan en cualquier otra sede del vecino país, el rendimiento del equipo de las barras y las estrellas disminuye a un rango de 52.7% de efectividad, oficiales y amistosos.

En 2001, los medios anglosajones nombraron como Guerra Fría al encuentro entre ambas selecciones, ya que en febrero la temperatura en la ciudad no llegaba más allá de los cinco grados centígrados. Las crónicas que aquel partido documentan que los futbolistas mexicanos “calentaron” en el vestidor, no realizaron ejercicios previos al encuentro en la cancha.

Además, para una sede que esta temporada fue la cuarta con peor promedio de asistencia de toda la MLS, el partido despierta una sensación especial entre los aficionados al futbol en Estados Unidos, por lo que está asegurado el lleno en las gradas.

Columbus Crew registró una media por partido de 17,125 aficionados por partido, cuando el promedio de la Liga llegó hasta 21,692 espectadores.

La base de aficionados al futbol en Estados Unidos provocó que por primera ocasión las 20,145 localidades del ahora llamado Mapfre Stadium se pusieran a sorteo.

En 2007, con 145 miembros, surgieron los American Outlaws, un grupo de seguidores que acompañan a todas partes a su selección. Suman más de 30,000 afiliados en todo el mundo y, mediante una membresía, obtienen preferencias para juegos de alta demanda como el del próximo viernes. Ellos son los creadores del “dos a cero”, el grito que recuerda que Columbus es una sede maldita para la selección mexicana de futbol.

Fuente: El Economista

 

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