El delantero Graziano Pellè era uno de los nombres que, en teoría, certificaba el bajo nivel de esa Italia. Nadie lo quería como titular, y muchos dudaron cuando Antonio Conte, en 2014, le regaló su debut en la azzurra, con 29 años.
Con el tiempo, el punta se ha ganado espacio y protagonismo, y ahora es un intocable. Esta Eurocopa es la cima de su carrera, con actuaciones memorables de sacrificio y calidad y dos goles que homenajean a Cesarini, ambos en el descuento, ante Bélgica y España. Casi nada.
Graziano, además de futbolista, también apuntaba maneras como bailarín. Con 11 años ganó junto con su hermana Fabiana el título italiano de baile latino. Compaginaba los entrenamientos con la sala, pero en su destino estaban los goles.
Su padre, Roberto, le llamó Graziano en honor de Ciccio Graziani, bomber de Torino y Roma, campeón del Mundo 1982. Louis van Gaal cambió su carrera. En 2007 lo quiso en el AZ Alkmaar, donde pasó cuatro temporadas. Luego regresó a Italia (Parma y Sampdoria), pero en 2012 volvió a marcharse, y explotó. Fue en el Feyenoord, donde marcó 55 goles en 66 partidos. Así se ganó el salto a la Premier.
Ahora juega en el Southampton (donde firmó 30 goles en 80 partidos). Y gracias a la Eurocopa, quizás, podría tener su gran ocasión en el Calcio (se habla de la Juve). Con casi 31 años, Graziano escribió su nombre en la gloriosa historia de la azzurra.
En Conte encontró otro Van Gaal. Sin el holandés, según su padre, Pellè ahora estaría “vendiendo café o haciendo el carpintero”, mientras que sin Antonio nunca habría vestido la elástica con cuatro estrellas. Una imagen perfecta para la Italia “obrera” que quiso su seleccionador.
Fuente: Diario AS
