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"En la selección no todos son amigos", dijo alguna vez el argentino Diego Armando Maradona en una entrevista. Y eso se evidenció en el proceso de la Albiceleste a pocos meses de que comenzara la Copa del Mundo de México 1986, en donde al final se coronaron campeones. 

El Diario La Nación de Argentina presentó una nota sobre este tema que presentamos a continuación:  

No fueron una o dos, fueron varias charlas. Eran reuniones en las que se decían cosas fuertes, lo que cada uno pensaba. La consagración de Argentina en 1986 se fue gestando con momentos de tensión que terminarían marcando un punto de inflexión. 

Primero, en Barranquilla; luego, ya instalados en la concentración del América, en México. Maradona, Passarella, Valdano, Bilardo, cruces, discusiones y acusaciones que en definitiva desembocarían en la conformación de un grupo ganador. 

"Nos dijimos de todo, de todo... Vivíamos de reunión en reunión. Y en una de ésas fue que me agarré con Passarella, también. Ahí definimos que éramos nosotros contra el mundo, así que más vale que tiráramos todos para el mismo lado. Y tiramos, cómo tiramos... A mí las concentraciones siempre me ataron, siempre me ahogaron, pero aquella vez fue distinto: porque nos sinceramos, porque nos dijimos las cosas en la cara. A partir de eso, todo creció", confesó Maradona en el libro "Soy el Diego" (Planeta, 2002).

La selección llegó tocada al Mundial. "En Ezeiza, ni los familiares nos despidieron", coincidieron varios futbolistas. En la búsqueda de acomodar el andamiaje, la Argentina acumuló malos resultados en los amistosos previos, o victorias muy pobres. La igualdad 0-0 en Barranquilla, ante Junior, propició una de las tantas reuniones. "En Colombia se habló en mi habitación, no voy a negarlo. Y lo que se conversó fue fundamental para el grupo", contó Oscar Garré en "1986. La Historia detrás de la Copa", documental de Cristian Rémoli. "El problema es quedarse con resentimiento, con palabras sin decir, con reproches. Ahí, tenés que meter el dedo en la boca e intentar que el otro se exprese con claridad. Eso provocó enfrentamientos, pero de los mismos salíamos sanos", explicó Jorge Valdano en el mismo documental.

En diálogo con LA NACION, Jorge Burruchaga habla de un pacto en aquéllos días, en el que todo lo que se discutiera adentro de la primera 'asamblea' en Colombia no debería saberse puertas afuera por el resto de sus vidas. La idea, entonces, era comenzar a centrarse en los objetivos y dejar de lado los egos personales. "La reunión en Barranquilla fue terrible, durísima, con la sabiduría de los que la propusieron y con la aceptación del grupo. También, hay que decir que estuvimos a punto de matarnos a trompadas, eh. Nunca más viví una situación así. Pero nos vino bien, todos tuvimos que hablar y aportar nuestro punto de vista. Nadie se quedaba con nada, desde los más experimentados hasta los que éramos más jóvenes".

"Yo estaba con los que no habíamos hecho las cosas como las teníamos que hacer", reconoció el Checho Batista sobre aquellas duras reuniones

La reunión en Colombia sería apenas un preámbulo. El cortocircuito entre Maradona y Passarella se hacía cada vez más grande. Su pelea, por la magnitud de los personajes, fue una de las más trascendentes en la historia de nuestro fútbol. Una de las principales controversias se generó por el traspaso de la cinta de capitán, del brazo del defensor al brazo de Diego. Para Bilardo no había dudas: su capitán era Maradona. "Nosotros nos habíamos peleado en la concentración del América de México. Yo llegué quince minutos tarde a una reunión junto con los rebeldes. Esos éramos, según Passarella: Pasculli, Batista, Islas. Entonces nos comimos un discurso de Passarella, con el estilo de él, bien dictador; que cómo el capitán iba a llegar tarde. Lo dejé hablar.¿terminaste?, le pregunté. "Bueno, entonces vamos a hablar de vos ahora", dice Maradona en su libro.

"Y conté delante del plantel completito todo lo que era él. Y se armó el lío grande. Porque en aquella selección había dos grupos. Por un lado los que apoyaban a Passarella. Estaban Valdano, Bochini, varios. Passarella les había llenado la cabeza y por eso decían que nosotros habíamos llegado tarde porque estábamos tomando falopa. Entonces le digo: "Está bien, yo asumo que tomo". Pero acá hay otra cosa. No estuve tomando en este caso ¡mirá vos! Además vos estás mandando al frente a los pibes que están conmigo que no tienen nada que ver ¿entendiste, buchón?".

"Yo estaba, supuestamente, con los que no habíamos hecho las cosas como las teníamos que hacer. Era un grupo de pesados, pero pesados bien: de gente joven con mucha personalidad. Creo que se logró el campeonato del mundo por haber tenido esas reuniones", aporta Batista.

Maradona y Passarella, emblemas del fútbol nacional, no compartirían ni un minuto en la Copa del Mundo. Diego sacaría a las luces una cuestión interna: una cuenta telefónica de dos mil dólares por gastos que el América le adosaba al seleccionado. El problema es que nadie se hacía cargo de la misma.. Maradona aseguró que la factura aparecía con los números de teléfono marcados y que pertenecía a la casa de Passarella en Italia. "Por ese tema, Valdano le gritó al Káiser '¡Vos sos una mierda!' Ahí se rompió todo. Le agarró la diarrea, el mal de Moctezuma, cuando la realidad era que todos meábamos por el culo. Ahí le dio el tirón, ésta es la verdadera historia", relató Maradona.

"Las reuniones fueron duras y sirvieron para consolidar el grupo. Había gente con mucho carácter y siempre es necesario decir las cosas de frente. Sinceramente, resultaron un puntapié inicial para después quedarnos con el torneo. De todas, la más fuerte fue en México. Las charlas sirven cuando vos podes 'largar' todo, no sirven de nada si te quedás con algo adentro. De ellas, o salís abrazado o salís peleado, y de la más brava salimos todos abrazados", afirma Nery Pumpido, desde Santa Fe.

Lejos de apagarse el fuego, las reuniones continuaron con el Mundial en disputa. Argentina le ganaría el primer partido a Corea del Sur (3-1), igualaría ante Italia (1-1) y vencería a Bulgaria (2-0). "Se hablaron cosas fuertes y algunas de ellas ya en competencia. Nos ayudaba que además íbamos ganando, eso te potencia. Los problemas en el grupo se solucionaron con las charlas, todas frontales. Fue importantísimo, porque si a veces no lográs ponerte de acuerdo con dos o tres personas, imaginate con un plantel entero. Siempre aparecen dificultades y no queda otra que hablarlo", explica Julio Olarticoechea. "Eramos 22 cabezas y es imposible que todas piensen siempre igual, pero lo charlamos", aporta Pedro Pasculli.

En el Libro "El partido", de Andrés Burgo (Tusquets, 2015), el periodista José Luis Barrio (enviado de El Gráfico a México) cuenta con detalle que en una de las reuniones, después del partido con Bulgaria, los cuestionamientos llegaron hasta Bilardo. "¡Simplemente, no le tenemos que dar más pelota!", gritaba Maradona puertas adentro, tras el triunfo que aseguró el pase a la segunda rueda. "¿A ustedes les parece que un equipo argentino juegue así un Mundial?", agregaba Passarella. La única defensa provenía de Tata Brown: "Ténganle confianza a Bilardo, yo lo conozco". Cuando los futbolistas salieron de la sala, con gestos y miradas, apuntaron directo al periodista, que tenía pautada una nota con Valdano y lo esperaba a pocos metros. Las paredes eran muy finas y Barrio escuchó todo. "La cara de boludo más grande que pude haber puesto en mi vida, la puse en ese momento", detalla.

En una entrevista con LA NACION en 2006, Bilardo habló de las reuniones.

-Los jugadores contaron que en el peor momento de críticas hubo una reunión muy importante.

-Hubo varias reuniones. En Colombia y también en México. Son reuniones que, a veces, el técnico tiene que provocar. No podés dejar que se reúnan los jugadores sin saberlo vos. Si algo anda mal, les decís: "¿Por qué no hablan a ver qué pasa?" ¡Pum! Ya provocaste la reunión. Hubo cuatro o cinco.

-¿Usted no participaba?

-A veces. Pero si es algo de ellos y me quedé afuera, no podés dejarlos solos más de 15 o 20 minutos. (Sube el tono de repente) ¡No los podés dejar solos, no podés! Nosotros mirábamos desde afuera con el profe (Echevarría) y cuando iban 20 minutos, como máximo, cortábamos.

-Una vez pasados esos 15 o 20 minutos que menciona, ¿cuál es el riesgo que se corre?

-Y puede haber problemas. En todos los equipos que dirigí en mi vida, más de 20 minutos no los dejo. Cuando pasa ese tiempo: "¡Toc, toc!" (golpea la mesa como si lo hiciera con una puerta). Cuando te ven llegar a vos, se pone freno. En ese tiempo ya se dijeron cosas si no lo pudieron arreglar en ese tiempo, después puede terminar mal.

-¿Y cómo se enteraba usted de lo que se hablaba?

-Y. después tenés que saberlo. Vos tenés que tener tus informantes. Si no no sos el técnico, te pasan por arriba. Vas hablando con uno, con el otro, atas cabos y listo. Sos técnico, le llevás 10 o 15 años más de vida, de experiencia.

Apenas dos días después de la última discusión entre Maradona y Passarella, la revista El Gráfico los juntó para una producción fotográfica. Las sonrisas, claro, eran solamente una pose para la ocasión. Los dos jugadores ya no se hablaban en público, tampoco en privado. El cortocircuito no tenía vuelta atrás.

Hoy, 30 años después, con los medios masivos, con la instantaneidad, con las redes sociales, resulta difícil imaginar que una situación similar pueda mantenerse en un ámbito privado de modo perdurable. "Actualmente, en el fútbol, podés armar todo tipo de reuniones y al segundo se enteran todos, seguro", asiente Burruchaga.

Nada fue fácil. No lo sería en Colombia, tampoco en los primeros días en México. Maradona fue fijando su condición de líder y las reuniones sirvieron para que el grupo se consolidara. Para la Argentina, el Mundial se jugó desde varios días antes del debut frente a Corea del Sur, el 2 de junio de 1986. Hubo debates, discusiones y peleas. ¿Habría sido campeón del mundo sin su existencia? Imposible saberlo. Lo concreto es que esas fuertes palabras terminaron forjando a un equipo valiente, de espíritu inquebrantable, eterno.

Histórica tapa de la revista El Gráfico horas antes del debut en el Mundial; las sonrisas fueron para la cámara, Maradona y Passarella ya no se hablaban

 

 

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