La primera Copa América se realizó en 1916 para celebrar el centenario de la independencia de Argentina y desde entonces se han escrito páginas históricas en el futbol.
El torneo, disputado en la cancha del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (G.E.B.A.) contó con solo cuatro equipos: Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.
Aprovechando el encuentro, los países fundaron la Conmebol, la Confederación Sudamericana de Fútbol.
Fue la primera de las seis confederaciones que hoy forman la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).
Pero además de su importancia histórica, la Copa América también ha estado llena de momentos que marcaron al fútbol. Aquí repasamos algunos de ellos.
Ronaldo, goles con pañales
El ex futbolista brasileño Ronaldo tuvo que usar pañales durante la Copa América de 1999 en Paraguay por los laxantes que tomaba para perder peso.
Así lo reveló el seleccionador brasileño de entonces, Vanderlei Luxemburgo, años después.
"Ronaldo tenía sobrepeso y tratamos de hacerle perder unos kilos. No había mucho tiempo para lograrlo. Él se preguntaba cómo podía disminuir los kilos de más", contó Luxemburgo.
"Y el médico le dio un medicamento llamado Xenical, efectivo, pero que aceleraba las evacuaciones. Así que, para evitar incidentes, se vio obligado a utilizar pañales".
El técnico aseguró que el "Fenómeno" se quejó por tener que jugar en esas condiciones. "Pero continuó marcando goles, como siempre ha hecho".
Ronaldo fue el máximo goleador de ese torneo, disputado en Paraguay, junto a su compañero Rivaldo con cinco goles. Brasil fue campeón.
Maradona con el número 6 en 1979
Maradona, que nunca pudo ganar el trofeo, debutó en la Copa América en la edición de 1979. Fue ante Brasil, en el estadio Maracaná. Lo peculiar fue que en lugar de vestir con el 10 con el que se transformó en una leyenda, lo hizo con el 6.
Ese mismo año, el seleccionador, César Luis Menotti, estaba también preparando al plantel juvenil para afrontar el Mundial Sub 20 en Japón, en el que jugó Maradona.
El formato de aquella Copa América fue clave: no tenía una sede fija y en la primera fase se dividió en tres grupos a los países, que debían jugar partidos de ida y vuelta para dirimir su clasificación a semifinales.
Menotti optó por resguardar de inicio al joven zurdo y no ponerlo en todos los partidos de la Copa para no desgastarlo.
Pero tras una derrota con Bolivia, Menotti recurrió a Maradona de cara al siguiente compromiso por Copa América ante Brasil de visitante.
Le entregaron la camiseta número 6 porque no había sido utilizada en el primer encuentro con los bolivianos.
El 6 no impidió que Maradona fuera una de las grandes figuras de un partido que, sin embargo, ganó Brasil.
En el siguiente compromiso, de nuevo ante Bolivia, Maradona nuevamente utilizó el mismo dorsal.
Desde aquel 8 de agosto de 1979 ante Bolivia, Maradona ya nunca más se separó del 10.
Las 3 Copas de la familia Forlán
La "maldición" de la Copa América que persiguió a estrellas como Diego Maradona y Pelé lejos estuvo de afectar a la familia Forlán: tres generaciones levantaron el trofeo.
Diego Forlán, el delantero uruguayo que fue elegido mejor jugador del Mundial de Sudáfrica 2010, ganó el título en la edición de 2011, disputada en Argentina.
Su padre, Pablo, un aguerrido defensor, integró el plantel campeón uruguayo en la edición de 1967, disputada en casa.
El director técnico de ese equipo era su suegro, el abuelo de Diego, Juan Carlos Corazzo, que también era el entrenador de la selección celeste que ganó el título de 1959 en Ecuador.
"Este trofeo significa mucho para mí. Mi abuelo ganó esta copa, mi padre también y ahora yo. Son tres generaciones, significa mucho para la familia", dijo Diego Forlán tras lograr el título en Argentina 2011.
Albicelestes de blanco, celestes de rojo y Brasil, con la camiseta de Boca
La rivalidad en el campo entre argentinos y uruguayos a menudo se ha trasladado fuera de la cancha.
Entre 1916 y 1929, el viejo torneo sudamericano se había disputado todos los años, menos en 1918 y 1928.
Sin embargo, por el cruce de acusaciones por la final del Mundial de 1930 entre albicelestes y charrúas, el certamen no se disputó hasta 1935, cuando Perú organizó una edición extraordinaria en conmemoración de los 400 años de la fundación de Lima.
No todo fue tan sencillo. Debido a las diferencias entre argentinos y uruguayos, ninguna de las dos selecciones vistió sus colores tradicionales: mientras los albicelestes jugaron de blanco ese torneo, los celestes se vistieron de rojo para la ocasión.
Dos años después, en 1937, en la vieja cancha de Boca Juniors, fue Brasil el que jugó con una inusual casaca azul y amarilla.
En épocas en las que todavía la "canarinha" jugaba de blanco, color que abandonó tras el Maracanazo en 1950, Brasil se presentó con su habitual uniforme, pero se confundía con el que había salido al campo su rival, Chile.
Como ninguno de los dos equipos tenía camisetas alternativas, un dirigente del club anfitrión cedió unas del equipo argentino, por lo que aquel 3 de enero Brasil, vestido como Boca, ganó por 6-4 a Chile.
¿Qué hacen dos suecos en la Copa América?
En el Chile-Bolivia de la Copa América del año pasado jugaron frente a frente dos futbolistas nacidos en Suecia.
Se trataba de Miiko Albornoz, de Chile, y Martin Smedberg, de Bolivia.
Albornoz es hijo de padre chileno y madre finlandesa. Su padre, Manuel, emigró de Chile a Estocolmo en los años 80 en busca de nuevas oportunidades. Allí nació Miiko en 1990.
Su español no es fluido y aprendió el himno chileno de tanto practicarlo en soledad. En más de una ocasión, sus compañeros han oficiado de traductores para facilitarle su contacto con los periodistas en las ruedas de prensa.
Por más que fue citado varias veces en las selecciones juveniles suecas, en 2014 se decantó por jugar por Chile.
"Estoy muy feliz, cumpliendo mi sueño de toda la vida. Me crié lejos, pero siempre he tenido el corazón chileno", dijo entonces, antes de disputar el Mundial de Brasil.
Entre 1999 y 2013 no había pisado suelo chileno.
Smedberg tiene una historia similar.
En medio del régimen militar boliviano de los años 80, su padre Ramiro Dalence, oriundo de Oruro, se exilió en Suecia, donde se casó con Britt Marie Smedberg y donde nació Martín en 1984.
A diferencia de Albornoz, Smedberg habla muy bien el español, porque su padre nunca abandonó sus costumbres, a pesar de que el futbolista sólo conoció Bolivia hace dos años y medio.
"Siempre, desde niño, soñé jugar por Bolivia. El Mundial de Estados Unidos de 1994 fue la primera vez que vi a mi selección por televisión. Fue algo muy emotivo y que lo sentí muy propio", contó el futbolista al diario chileno "La Tercera" en 2015.
"He vivido siempre en Suecia, pero siempre me he sentido como un boliviano".
El país anfitrión que casi queda eliminado por falta de jugadores
El primer torneo, de 1916, casi queda en la historia por más que solo ser la primera Copa América (o Campeonato Sudamericano, como le decían entonces).
Argentina, el país anfitrión, casi queda eliminada por no tener suficientes jugadores.
Resulta que en ese entonces el fútbol era un deporte amateur y si bien el país había elegido a sus 11 representantes, uno debió ausentarse a último momento por un viaje laboral impostergable y no pudo jugar el segundo partido del campeonato.
En esa época no existían los cambios: todos los jugadores debían disputar el partido entero, y no había tarjetas amarillas o rojas. Por eso, no se convocaba a suplentes.
Con solo 10 jugadores, y faltando poco para que comenzara el encuentro contra Brasil –el primero, contra Chile, lo había ganado 6 a 1-, Argentina estuvo al borde de declararse afuera.
Zafó del papelón por una casualidad.
Uno de los jugadores argentinos reconoció entre el público que colmaba las gradas del estadio de G.E.B.A. a José Laguna, futbolista del club Huracán.
Convocado de urgencia, Laguna aceptó ser parte del encuentro y de hecho resultó providencial para el país anfitrión ya que marcó el único gol argentino.
El juego terminó 1 a 1.
La selección que tardó 40 días para volver de la Copa América
Tras el primer torneo en Buenos Aires y el segundo, al año siguiente, en Montevideo –ambos ganados por Uruguay-, era el turno de Río de Janeiro para ser anfitrión.
Una epidemia de gripe postergó el encuentro en 1918, que finalmente se jugó en 1919.
La sede brasileña fue un desafío especialmente grande para los chilenos, que venían de más lejos.
Debieron viajar en tren hasta Argentina y desde Buenos Aires tomaron un barco con la selección celeste y blanca hasta la ciudad carioca.
Pero el problema se dio a la vuelta del torneo (que ganó por primera vez Brasil).
Una tormenta de nieve cerró el cruce a través de los Andes, dejando a los jugadores chilenos varados en la ciudad argentina de Mendoza, en la frontera con su país.
Sin recursos para alojarse allí –los futbolistas costeaban el viaje de sus propios bolsillos- tomaron la decisión de hacer el cruce en mula.
Tardaron dos semanas.
Eventualmente llegaron sanos y salvos a Santiago, 40 días después de haber partido de Río.
Seguramente los chilenos hayan tenido pocos motivos felices para recordar ese Campeonato: además del infernal viaje, salieron últimos.
Brasil no permite jugadores negros entre 1919 y 1922
A veces la pasión por el fútbol genera cambios sociales o incluso políticos.
Eso ocurrió en 1922, cuando Brasil fue anfitrión del Campeonato Sudamericano por segunda vez.
Un decreto del presidente Epitácio Pessoa (1919-1922) había prohibido que los hombres de raza negra jugaran en la liga local de fútbol o integraran la selección.
Eso dejaba fuera de la escuadra nacional a Arthur Friedenreich, un mulato de padre alemán y madre brasileña que era considerado el mejor futbolista del país.
Friedenreich había sido el goleador de la Copa en 1919, antes de que se impusiera la veda.
Luego de un desempeño deslucido de su equipo en los torneos de 1920 y 1921, el pueblo brasileño exigió que se le permitiera a Friedenreich volver a jugar en la edición de 1922, nuevamente en tierra carioca.
El orgullo deportivo pudo más y el gobierno cedió.
Brasil obtuvo nuevamente la Copa, y Pessoa levantó su decreto.
Arthur Friedenreich –apodado “El Tigre”, “Mulato de ojos verdes” o “Rey del Fútbol”- aún es recordado como una de las grandes glorias del fútbol brasileño.
Algunos incluso sostienen que anotó más goles que Pelé, algo sobre lo que no existen registros oficiales.
Récord de penales errados
La Copa América también marcó algunas efemérides que sus protagonistas preferirían olvidar...
Tal es el caso del jugador argentino Martín Palermo, quien en la edición de 1999 logró la dudosa hazaña de errar tres penales en un solo partido.
El hecho –que nunca se ha repetido en la historia del fútbol profesional- ocurrió en un partido contra Colombia.
Argentina perdió 3 a 0.
Como premio consuelo, Palermo terminó el torneo –que ganó Brasil- como el máximo goleador argentino, con tres tantos (dos menos que los goleadores de esa Copa: Ronaldo y Rivaldo).
Paraguay llega a la final sin ganar
La edición de la Copa América (2011) también hizo historia por motivos cuestionables.
El torneo, disputado en Argentina, tuvo a un finalista que llegó a esa instancia a pesar de no haber ganado un solo partido.
Paraguay logró ese inusual hito empatando los tres partidos que disputó en la zona de grupos (obtuvo el pase como segundo mejor tercer puesto).
En cuartos también empató con Brasil, pero ese país erró todos sus penales.
En semis también le ganó a Venezuela por penales.
Y así llegó a la final contra Uruguay sin haber ganado un solo encuentro, algo que nunca había pasado antes.
Eso llevó a los organizadores (la Conmebol) a anunciar que en el futuro habrá 16 equipos –en vez de los 12 actuales- y el torneo será diferente.
Los cambios podrían verse en una edición especial de la Copa, planeada en Estados Unidos para 2016, en honor al centenario del torneo.
Pero aún resta que se confirme su organización, tras el reciente escándalo que envuelve al fútbol regional y a la FIFA.
Fuente: BBC Mundo