El fútbol los crió y el azar, justamente lo que ambos intentan reducir en cada partido, los juntó. El sorteo de las semifinales de la Champions League puso frente a frente a Pep Guardiola y a Diego Simeone, los abanderados a nivel mundial de dos estilos contrapuestos, de dos maneras distintas de ver el fútbol. El especialista del ataque versus el maestro de la defensa. El cerebro del ataque posicional versus el fanático del ataque al espacio. El enamorado de la posesión versus el amante del esfuerzo. Se viene un auténtico choque de trenes, un duelo entre los dos entrenadores más intervencionistas del planeta, con propuestas futbolísticas muy diferentes pero con la pasión como insoslayable punto en común.
Los números de cada equipo avalan la teoría. El Bayern Munich llega a esta instancia estableciendo récords de goles en la Bundesliga. El Atlético de Madrid, en tanto, aparece pulverizando marcas relacionadas con los pocos goles recibidos en la Liga. Sin dudas, esta serie los hará mejores (mejor dicho, los obligará a ser mejores) porque el rival de turno le planteará el desafío de agrandar sus virtudes y achicar sus defectos. Pep, seguramente, debe estar analizando cómo penetrar ese vallado defensivo que el Atleti suele poner delante de sus adversarios. El Cholo, por su parte, debe estar elaborando cómo fortalecer aún más ese muro de contención. Como si fuera una partida de ajedrez, ambos intentarán sorprender al rival pero con una certeza: ninguno traicionará su estilo, su forma de pensar y de sentir el fútbol. Y eso los iguala: la poderosa convicción en la idea.
En la previa, se supone que el Atlético se siente más cómodo cuando el rival se hace dueño de la posesión del balón, como ocurrió en la serie ante el Barcelona. El Bayern, fiel a la premisa de Guardiola, intentará hacerse fuerte en la circulación de la pelota, en el juego de posición con sus extremos para fijar a la última línea rival cerca del arco contrario para, desde ahí, desequilibrar mediante la superioridad numérica y el uno contra uno. El Atlético, a pedir de Simeone, apostará al tremendo convencimiento de sus dirigidos para cortar las líneas de pase, no dejar grietas y luego atacar los espacios que pueda dejar su adversario. Cada uno con su librito buscará llegar a Milán el 28 de mayo, la sede y la fecha de la final de la Champions. Lo positivo es que los dos planteles se muestran comprometidos con el mensaje que baja su entrenador. Si hay algo de lo que pueden estar orgullosos es de haber podido plasmar en el campo de juego su idea de juego.
Esas notorias diferencias futbolísticas no deben tapar ciertas semejanzas. Ambos, desde el círculo central en su época de jugadores, moldearon una carrera exitosa y ya se insinuaban como futuros entrenadores. Lo destacable es que hoy sus equipos son un fiel reflejo de como ellos jugaban. El pase de primera de Pep y el cuchillo entre los dientes del Cholo son transmitidos como una herencia ineludible. Y otro aspecto que los une es la obsesión por los detalles, capaces de mirar más de diez veces un mismo video del rival para descubrir fortalezas y, sobre todo, debilidades. Es cierto que parten desde lugares distintos. Uno ataca para defenderse y el otro se defiende para atacar. Pero los dos buscan el mismo objetivo: ganar. Después, sobre gustos está todo escrito...
Fuente: Olé
