El futbolista argentino, Ángel Di María, sintió una frustración enorme cuando se confirmó su desgarro que sufrió ante la selección de Bélgica. Pero se juró perseguir el milagro de recuperarse de una lesión muscular en una semana. La Albiceleste jugará ante Holanda una de las semifinales el próximo miércoles. La final está programada para el próximo domingo.
"Quiero llegar. Me voy a matar para recuperarme, porque si vamos a la final, quiero estar ahí, los muchachos me necesitan...", les dijo Fideo a los médicos de Argentina.
Y se lo tomó tan en serio que casi no durmió: en la misma noche del sábado, prefirió ponerse en manos de los doctores mediante un tratamiento con células madre, método que incluso alguna vez realizó también en el Real Madrid. Y así como no se perdió la final de la Champions y resultó vital para su equipo en la definición de ese partido, ahora tampoco está dispuesto a ausentarse en una eventual definición histórica en el Maracaná. Si la albiceleste llega a esa instancia, Ángel querrá estar a disposición del entrenador.
El tratamiento con células madre es para reparar los tejidos, disminuir el dolor y la inflamación. Es decir, es un método que sirve para regenerar células dañadas. Además, como sucede en la albiceleste, el uso de células madre y el plasma rico en plaquetas (PRP) es una manera más natural y biológica para poder regenerar problemas traumatológicos y musculares.
En un desgarro muscular leve, de grado uno, como le sucedió a Fideo, se aplica un método basado en el reposo, hielo, compresión y elevación. Habrá también estiramientos indoloros, ejercicios en piscina y un plan detallado y específico de rehabilitación en kinesiología. El desgarro de Di María se produjo cuando usó su pierna derecha de apoyo, para rematar con la zurda. Sintió el dolor en el momento. Y de nada valió su intento para seguir en el campo de juego. Ahora, Ángel comenzó una carrera contra el reloj. Quiere que el calendario sea su cómplice y juegue a su favor.