En medio de insultos de algunos hinchas retornó a Chile el todavía técnico de la selección Jorge Sampaoli, quien mantiene una conflictiva relación con la dirigencia del fútbol local que podría derivar en su abandono definitivo del cargo. "Renuncia", le gritaron algunos fanáticos cuando el estratega argentino salía del aeropuerto de Santiago de Chile en un vehículo, que también recibió escupitajos.
Sampaoli, que hace unos días dijo que ya no quería "vivir ni trabajar en Chile", retornó hoy desde Suiza, donde el lunes quedó tercero en la disputa por el premio al mejor entrenador del mundo en la gala anual de la FIFA en Zúrich, trofeo que ganó Luis Enrique del Barcelona.
Tras el arribo a Santiago, se espera que el técnico mantenga una reunión con los nuevos directivos de la Asociación de Fútbol Chile (ANFP), que tiene como presidente a Arturo Salah. Luego de la reunión, Sampaoli podría sellar su alejamiento definitivo como entrenador de la "Roja", cargo que asumió en 2012.
El desencuentro de Sampaoli con los dirigentes chilenos comenzó hace algunas semanas, cuando se filtraron detalles de su millonario contrato y el pago de unos premios en unas cuentas abiertas en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes, revelaciones que atribuyó a anteriores dirigentes de la ANFP.
Hasta ahora, los directivos le exigen cumplir con su contrato, que expira en 2018, o pagar una cláusula de salida estimada en poco más de seis millones de dólares, cifra que Sampaoli se resiste a pagar, según medios locales.
De concretarse su partida, la flamante directiva de la ANFP tendrá que preocuparse rápidamente de su sucesor, pues en marzo se reanudan los partidos clasificatorios rumbo al Mundial de Rusia 2018, en los que Chile se medirá en casa ante Argentina y de visita frente a Venezuela.
Aquí te presentamos una entrevista de Sampaoli al Diario La Nación de Argentina:
Sampaoli: "Los futbolistas de hoy toman la profesión como si fueran oficinistas"
Jorge Sampaoli no lleva cadenitas de oro ni se viste de Armani. Apenas una remera de manga larga y un jean. Es el director técnico campeón de América y, según la votación previa a la gala del Balón de Oro, uno de los tres mejores entrenadores del mundo. Estuvo aquí para la reunión que coronó a Luis Enrique (Barcelona) como el más destacado del año. Para "Don Sampa" -así lo apodan en Chile-, ocupar un lugar en el podio es como haber llegado a la cima. Porque en realidad, este casildense de 55 años es un autodidacta del fútbol, que desde los seis soñaba con entrenar. No llegó a la primera de Newell's y debió buscarse la vida en otra parte. Y salió a la conquista de América.
Cruzó la cordillera y anduvo al mando de Sport Boys, Juan Aurich, Coronel Bolognesi y Sporting Cristal (el único con el que no le fue bien). Luego de esa buena experiencia en Perú, se fue a liberar Chile de su esterilidad continental. Y lo consiguió.
"La épica me guió y me apoyó para lograr situaciones que, en el momento, eran irreversibles. Era imposible que yo llegara a dirigir... O a estar acá, en este lugar, como uno de los mejores entrenadores del mundo. Era mi sueño lejano, imposible. Esa rebeldía me llevó también a pensar que había un porcentaje de chances de 0,5. Y luché por eso", abre la charla con LA NACION en Suiza.
-¿En qué acontecimientos de tu carrera estuvo presente esa épica, más allá de la Copa América ganada por Chile?
-Primero, al tomar la decisión del desarraigo de mi país, en el que no era considerado porque no había jugado al fútbol en la Primera de Newell's. Me fui con nada a Perú para tratar de conquistar a los dirigentes. Sabía que, con suerte, tenía tres partidos de margen. Traté de colonizarlos: primero, seducirlos; después, instalarles que podíamos ganar la Copa Libertadores. En Sport Boys y en Juan Aurich había que ganar la Copa Libertadores. Había que empezar a cambiar la historia.
-Y Chile nunca había ganado la Copa América.
-Fue igual. Fue decir "cambiemos esto porque, si no, ganan siempre los mismos. Vamos a ver cómo podemos armar una estrategia para meternos en la historia".
-Colonizaste Perú, entonces. Después, ¿el hincha chileno te colonizó a vos por todo lo que pasó?
-Sí. Puede ser. Se generó, primeramente, una adhesión deportiva desmedida. Toda la gente, hasta el día de hoy, habla de ese momento [la conquista de la Copa América]. Fue épico. Se terminó aquello de que Chile era el único que no había ganado la Copa. Pero lamentablemente pasaron cosas posteriores ajenas al fútbol, como la corrupción de Conmebol, vinculada con el directorio que me contrató. Se generó un montón de cosas muy extrañas y dolorosas.
-¿Estás negociando una rescisión con Chile?
-Estoy intentando salir de un lugar donde hoy no estoy cómodo.
-¿Vas a dirigir en Europa?
-No sé. Todo el mundo ve a Europa como el lugar del salto. No, mi salto está en volver hacia atrás y colonizar algún lugar, no importa si es Europa o Vietnam. Alguien que quiera cambiar su historia.
-¿Argentina?
-Sí. Pero a veces los procesos no coinciden con las esperanzas de uno. A lo mejor, algún día, si Argentina no tiene entrenador y yo estoy sin trabajo, coincidimos, y puedo estar.
-Sería cerrar un círculo.
-Sí. Sería la manera de terminar mi carrera dándole la vuelta desde la nada al todo. La nada es de donde surgí. El todo, ser director técnico del seleccionado argentina.
-Dijiste que hay que volver al fútbol de Maradona. ¿Qué significa eso?
-Maradona mantenía el amateurismo que lo llevó a ser el mejor. Valoraba mucho más el escudo de la camiseta de Boca, el del seleccionado argentino. Con el 10%, el 5%, él estaba. Nunca dejó de estar. Más allá de cosas que se le ha criticado a Diego en lo personal, es mi referente.
-¿Qué opinás de los jugadores de hoy?
-Que la mayoría trabaja de futbolista. Han tomado la profesión como si fueran oficinistas. No la disfrutan tanto.
-¿Quedan jugadores que la disfrutan?
-Nosotros tratamos de volver hacia atrás. Entonces, siempre les muestro videos de etapas anteriores en las que no estaban esperando el final del entrenamiento para bañarse rápidamente e irse. Quedarse un rato, disfrutar el club. El sentido de pertenencia. El escudo. Son muchas cosas que no se puede perder. Si eso se pierde, se pierde la esencia del fútbol.