En Chile a los tertulianos les llaman tenores, hirvientes, como en España, con los dos géneros que provocan más pasión y enfrentamiento: política y fútbol. Pocos escenarios nos devuelven de forma tan clara a la tribu y reproducen los instintos más primarios, algo que ya descubrió Ortega cuando escribió 'El origen deportivo del Estado'. Sólo hay uno, la guerra. Si Clausewitz dijo que la política era la continuación de la guerra por otros medios, por qué no decir que es el fútbol la continuación de la política por otros medios.
Hay dos Chiles, como hay dos Españas, producto de una sucesión de lugares comunes: la salida de una dictadura tutelada inicialmente por el régimen anterior, en el caso de Chile incluso por el dictador, el despegue económico, la especulación, la crisis, la corrupción y el desencanto de la política tradicional. Las desigualdades sociales, sin embargo, son incomparables, hecho que constituye una de las mentiras del milagro chileno en un país gobernado por élites para las que únicamente existe lo que sucede en su mundo. El problema llega cuando la actividad menos clasista que existe, el fútbol, sienta a su mesa a un tipo que no sabe coger los cubiertos, como le sucedía a Arturo Vidal al ingresar en las categorías inferiores del Colo-Colo.
Uno de los tenores de la cadena de radio ADN llamó "simiescos" a todos los aficionados que acudieron a apoyar a Vidal a la puerta de los juzgados donde presentó declaración después del accidente, al considerar intolerable que el futbolista recibiera el respaldo de ningún ciudadano después de lo que hizo. El calificativo, hiriente, iba más allá de la discrepancia, al degradar la condición de esos ciudadanos. Una metáfora desafortunada, desde luego, producto del calor de una tertulia y de la pasión desatada por el fútbol en el país anfitrión de la Copa América, que a menudo deja salir a la superficie lo más reprobable de nuestro subconsciente. Sería mucho decir que esa declaración responde a un subconsciente colectivo, pero sería mejor, en realidad, no preguntárselo.
Las élites, encuestadas por todos los medios, entre ellos el 'Mercurio', el dueño de la opinión en el país, han reprobado la actitud de Vidal, especialmente en un momento en el que es necesaria la ejemplaridad por los casos de corrupción política que han tocado, incluso, al hijo de Michelle Bachelet. La presidenta, que se fotografió en la boda de Vidal con los novios, no se ha posicionado en esta gran convulsión nacional. De todos ellos, únicamente Juan Manuel Zolezzi, rector de la Universidad de Santiago, fue concluyente al decir que "los chilenos tenemos que responder por nuestras culpas, aunque nos cueste la clasificación". El resto está de acuerdo en que el jugador responda ante la justicia, pero también en que juegue para Chile. Lo hará contra Bolivia en el Estadio Nacional, donde, esta vez, nadie será acusado de "simiesco" por jalearlo.
Fuemte: El Mundo
