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Las últimas ediciones de los clásicos en Argentina entre River Plate y Boca Juniors han dejado poco en la cancha. Así se evidenció el pasado jueves en el Estadio Monumental por la ida de los octavos de final en la Copa Libertadores.
-Aquí te presentamos una Nota de Revista Semana que habla de este tema:
¿Hace cuánto que un Boca Juniors contra River Plate no queda en el recuerdo de los hinchas? Habría que retroceder muchos años en el tiempo. De pronto, el último enfrentamiento memorable fue en 2005 cuando tuvieron que definir el finalista de la Copa Libertadores.
En aquel partido, la tensión llegó a su punto cumbre cuando River logró empatar la serie en el último segundo y todo se definió por penales. Ganó Boca y los hinchas alrededor del mundo se quedaron con la imagen de uno de los partidos más cambiantes y apasionantes en sus retinas. Pero la tendencia cambió.
En 2015, el destino hizo que el mítico enfrentamiento se repitiera tres veces en menos de 15 días. Las competiciones locales e internacionales han sido el marco para que la rivalidad crezca en estos años, pero los partidos han resultado ser un bodrio insufrible para los aficionados del fútbol que se congregan ante el televisor en todos los rincones del mundo.
Lejos de ser un espectáculo futbolístico, estos encuentros se reducen a una lucha física. “Corren más de lo que juegan”, escribió vía Twitter el periodista argentino Juan Pablo Varsky. En los últimos enfrentamientos es muy complejo ver una secuencia de cinco pases seguidos. Los jugadores si acaso llegan al área rival y los porteros aparecen muy de vez en cuando en las transmisiones.
Por supuesto los marcos siguen siendo pletóricos. Las hinchadas arman un gran espectáculo antes de partido. Son fiestas hasta el momento en que el balón rueda. Ni hablar de la expectativa que crea la prensa deportiva argentina. Venden el Boca-River como el más importante de los partidos y termina siendo una batalla tan violenta como mal jugada.
Basta ver las repercusiones que tuvo el partido los octavos de final de esta Copa Libertadores 2015. Medios, hinchas y público en general terminaron hablando de las patadas que propinaron los jugadores de River (que terminó con Teo Gutiérrez expulsado) o la reacción espontánea de un jugar de Boca. En realidad el partido, como tal, no resistió mayor análisis.
El tema es que las batallas (por la violencia, no por la entrega) se volvieron tendencia. Los titulares dejaron de relacionarse con alguna jugada o un buen gol. Desde aquel partido de 2005 es difícil referenciar algún Boca-River memorable.
Miedo a perder
La pregunta es ¿por qué los míticos clásicos Boca-River perdieron su valor deportivo? Varios cronistas argentinos han intentado contestar este cuestionamiento. La respuesta es casi unánime: la presión por perder resulta más motivante que intentar ganar. Eso genera partidos peleados, defensivos y muchas veces violentos.
“Hay mucho en juego y la presión lleva a los jugadores a resguardase. No arriesgan”, explica el periodista deportivo argentino Nicosio Paz, consultado por Semana.com. Y es cierto, el impacto mediático actual, avivado por las redes sociales, hace que una derrota resulte ser inconcebible. Todos se juegan el puesto de trabajo en esos 180 minutos, y al final ese factor pasa factura.
Otro factor de peso para que el nivel de estos clásicos haya bajado es el mercado de los jugadores. Los protagonistas de los Boca-River, hace años, eran Óscar Córdoba, Martín Palermo, Juan Román Riquelme, Enzo Franchescoli, Marcelo Gallardo o Marcelo Salas. En los últimos años, los protagonistas no son tan rutilantes.
Las pocas figuras que van surgiendo se van al mercado europeo a edades cada vez más tiernas. Y sin jugadores de calidad es imposible tener clásicos de calidad. El tema ya reviste una complejidad mayor, porque involucra factores económicos y dirigénciales que terminan afectando el espectáculo que se pueda brindar en la cancha.
Lo cierto es que el clásico argentino sólo es ‘súper’ para un sector de la prensa argentina. Porque el espectáculo que brindan los jugadores en la cancha es mínimo. Habrá que esperar qué depara el partido de vuelta que se jugará este próximo jueves.
Fuente: Revista Semana