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En 2015, un denunciante anónimo que se presentó como “John Doe” ─un tal “Fulanito” en español─ contactó al diario alemán Süddeutsche Zeitung y filtró más de 2,6 terabytes de información confidencial a dos periodistas. 

Los archivos incluían millones de emails y documentos corporativos de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca, uno los mayores proveedores mundiales de servicios offshore.

Como consecuencia de la investigación Panama Papers, dirigida por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en inglés), numerosos funcionarios del mundo renunciaron a sus cargos, incluidos el primer ministro islandés Sigmundur David Gunnlaugsson y su par paquistaní Nawaz Sharif. La filtración también provocó protestas multitudinarias y causó la apertura de miles de investigaciones judiciales e inspecciones tributarias en todo el mundo. Desde entonces se promulgaron leyes más estrictas para combatir la operatoria offshore y los estados recuperaron más de US$1300 millones de dólares que se habían perdido por impuestos no recaudados.

Pero, hasta la fecha, “John Doe” sólo había hablado una vez en público. Cuatro semanas después de que los Panama Papers comenzaran a salir a la luz, publicó un manifiesto en el que urgió a los legisladores a combatir la desigualdad global. Desde ese momento, guardó silencio. Hasta ahora.

 

“Contar la verdad sobre asuntos sensibles nunca resulta fácil”, planteó tras contactar a Frederik Obermaier y Bastian Obermayer los dos periodistas que en 2016 trabajaban para el Süddeutsche Zeitung y ahora lo hacen en el semanario Der Spiegel. Seis años después, el saldo es agridulce. “El resultado de los Panama Papers no es suficiente” , dijo.

–Muchos expertos comparan los Panama Papers con el Watergate. La fuente más importante fue el director adjunto del FBI Mark Felt, conocido como Garganta Profunda. Y 33 años después reveló su verdadera identidad. ¿Cuándo lo hará usted?

–De tanto en tanto he pensado en Mark Felt y los riesgos que él afrontó. El tipo de riesgos que yo asumo son diferentes. Es posible que tenga que esperar hasta que me encuentre en el lecho de muerte.

–¿Por qué?

–Los Panama Papers involucran a tantas organizaciones criminales transnacionales, alguna de ellas vinculadas a gobiernos, que es difícil imaginar cuán seguro sería revelar mi identidad. Al comienzo, Felt tuvo que preocuparse por Richard Nixon y sus cómplices. Nixon dimitió dos años después de que estallara el escándalo. Su dimisión le quitó todo poder. Pero en mi caso, incluso si transcurren 50 años, las organizaciones que me inquietan seguirán existiendo.

–Guardó silencio seis años. ¿Por qué habla ahora?

–En estos seis años hubo ocasiones en las que he estado tentado a hablar alto y claro. En cada uno de esos momentos fue como si el mundo se estuviera escorando más y más hasta estar cerca de hundirse. De modo que la necesidad de intervenir me ha parecido cada vez más urgente para evitar la catástrofe. Al mismo tiempo, he tenido que poner en la balanza diversos factores.

–¿A qué se refiere?

–En primer lugar, por supuesto, garantizar mi propia seguridad física y la de mi familia. Además, está el hecho de que el mundo es un lugar enorme con una cacofonía de voces, todas ellas intentando que su punto de vista se entienda. Quería que mis palabras cobraran un sentido y que no se perdieran tras el siguiente tuit de Donald Trump. En 2016, escribí [en un manifiesto] sobre mi miedo a algo que ya estaba observando: “Una grave situación de inestabilidad podría estar justo a la vuelta de la esquina”. Mucho me temo que esa inestabilidad finalmente ha llegado.

–¿Qué tipo de inestabilidad?

–Al ascenso global del fascismo y el autoritarismo, desde China a Rusia pasando por Brasil y Filipinas, pero muy especialmente en Estados Unidos, que ha cometido errores terribles a lo largo de su historia, pero ha servido como una fuerza de equilibrio para contrarrestar la influencia de los peores regímenes absolutistas cuando más se necesitaba. Ese equilibrio ha dejado de existir.

–Los paraísos fiscales parecen ser de una importancia crucial para los hombres fuertes de los regímenes autocráticos.

–(Vladimir) Putin es una amenaza mayor para Estados Unidos de lo que lo fue Hitler y las sociedades pantalla son sus mejores amigas. Las sociedades offshore que financian al ejército ruso son las que permiten que se mate a civiles inocentes en Ucrania cuando los misiles de Putin impactan en centros comerciales. Las sociedades pantalla que ocultan las actividades de los conglomerados empresariales chinos son las que permiten que mueran menores en las minas de cobalto de Congo. Las compañías offshore hacen posible todos estos horrores y le quitan a la sociedad el derecho de exigir rendición de cuentas a los poderosos. Sin rendición de cuentas, la sociedad no puede funcionar bien.

Los periodistas alemanes Bastian Obermayer y Frederik Obermaier durante la entrevista a John Doe, la fuente que filtró los Panama Papers

Los periodistas alemanes Bastian Obermayer y Frederik Obermaier durante la entrevista a John Doe, la fuente que filtró los Panama Papers

–Los Panama Papers parecen tener más relevancia ahora que nunca tras la agresión rusa a Ucrania. Por ejemplo, uno de los más viejos y cercanos amigos de Vladimir Putin, el violonchelista Sergei Roldugin, fue sancionado internacionalmente a fines de febrero. La razón principal es que su nombre aparecía en los Panama Papers. Mostraban que Roldugin podría ser testaferro de Putin y que posee millones, al menos sobre el papel. ¿Está satisfecho por este giro inesperado de los acontecimientos?

–Estoy contento por ver cómo Roldugin ha sido sancionado. Es genial.

–¿Tiene miedo de que Rusia busque venganza?

–Es un riesgo con el que vivo. El Gobierno ruso ha manifestado que quiere verme muerto. Antes de que se restringiera la difusión de las informaciones de Russia Today en diversos lugares debido al ataque de Rusia contra Ucrania, emitió un docudrama sobre los Panama Papers en dos capítulos en cuyos créditos iniciales aparecía el personaje ‘John Doe’ herido en la cabeza tras ser torturado. Inmediatamente después se ve un barco de dibujos animados que navega por su sangre, como si fuera el Canal de Panamá. Aunque fueran unas imágenes estrambóticas y de mal gusto, el mensaje no era sutil. Ya vimos cómo otras personas ligadas a cuentas offshore y sometidas a procesos judiciales por tributación irregular recurren al asesinato. Lo vimos en los casos de los periodistas Daphne Caruana Galizia y Ján Kuciak. Sus muertes me afligieron profundamente.

–En 2017, la Policía Federal de Alemania obtuvo documentación de Mossack Fonseca, también procedente de una fuente anónima.

–Fui yo. Desde el principio, quería trabajar con autoridades gubernamentales porque me parecía obvio que era necesario para iniciar investigaciones por los delitos descritos en los Panama Papers. Más que ningún otro gobierno, el alemán me aseguró que garantizaría la seguridad de mi familia y la mía. Pasado un tiempo, alcanzamos un acuerdo que parecía justo. Desafortunadamente, poco después, el Gobierno alemán violó ese pacto. A mi entender, eso puso en riesgo mi vida. Siento decir que no recomiendo a nadie que confíe en las garantías que ofrece el estado alemán.

–Algunos artículos periodísticos informaron que usted fue recompensado con cinco millones de euros. ¿Por qué está descontento con la Policía Federal de Alemania?

–Hubo tres problemas fundamentales. En primer lugar, sentí que una vez que la Policía Federal de Alemania obtuvo los datos, me dejaron solo y no me procuraron ningún tipo de protección. Esa desprotección era imprudente porque la amenaza sobre mi seguridad, lejos de menguar, se acrecentaba con el tiempo. Poco tiempo después y a plena luz del día, hubo un asesinato en Berlín que se vinculó a una operación del Servicio Federal de Seguridad ruso. Podría haber sido yo la víctima. Segundo, el Gobierno alemán no cumplió con el acuerdo económico, lo que me provocó más problemas que pusieron en riesgo mi seguridad. En tercer lugar, la Policía Federal de Alemania ha desaprovechado constantemente la oportunidad de analizar datos del mundo offshore más allá de los Panama Papers, lo que es realmente escandaloso.

–La policía alemana compartió esos documentos con docenas de países, pero limitó su colaboración a entregar datos que afectaban a los ciudadanos de esos países. Parece lógico pensar que las informaciones sobre los oligarcas sólo se entregaron a las autoridades rusas, a menos que existieran investigaciones abiertas en otros países. Resulta un tanto absurdo, dado que esos hombres han sido recientemente sancionados internacionalmente en respuesta a la invasión rusa de Ucrania.

–Por desgracia, los gobiernos de Alemania y Estados Unidos nunca han mostrado un especial interés por los Panama Papers. Sus investigaciones se centran en los yates. Francamente, los yates no son importantes más allá de su valor simbólico. Las sociedades offshore y los trusts [fideicomisos] sí que importan de verdad. Las sanciones son una buena herramienta, pero hay otras. Estados Unidos podría hacer redadas policiales en las oficinas de los facilitadores de sociedades offshore que actúan en su territorio para mandar el mensaje de que este tipo de actividades ya no es admisible. Sería fácil para ellos hacerlo, pero no ha ocurrido.

–La elite rusa suele ocultar quién es el verdadero propietario de sus casas de lujo, sus yates, sus aviones privados y otros activos bajo complejas estructuras offshore ¿Cómo se puede poner freno a esto?

–Creo que, durante mucho tiempo, Occidente vio a Putin como un incordio, pero sólo como alguien molesto al que se podía tener bajo control mediante incentivos económicos. Resulta obvio que eso no ha funcionado. Es cierto que desenmarañar los enigmas del mundo offshore exigiría un esfuerzo extraordinario, una especie de Proyecto Manhattan contemporáneo [proyecto liderado por Estados Unidos durante la Segunda Guerra mundial para desarrollar las primeras armas nucleares]. La capacidad computacional para eso existe. La cuestión es si hay voluntad política para hacerlo. No veo ninguna evidencia de que la haya.

–¿Cuán satisfecho está con las consecuencias de la filtración?

–Me siento gratamente asombrado por el resultado de los Panama Papers. Lo que ICIJ logró no tiene precedentes. Me siento extremadamente feliz, incluso orgulloso, de que se hayan acometido grandes reformas legislativas gracias a los Panama Papers. El hecho de que después haya habido colaboraciones periodísticas en una escala similar también es un triunfo. Tristemente, no es suficiente. Nunca pensé que publicar los datos de un despacho de abogados fuera a resolver la corrupción en el mundo y mucho menos cambiar la naturaleza humana. Pero lo políticos deberían actuar. Necesitamos que las informaciones de los registros mercantiles sean públicas y accesibles en todas las jurisdicciones, desde las Islas Vírgenes Británicas hasta Anguila, pasando por Seychelles, Labuán o Delaware. Y si oyen cierta resistencia a hacerlo, entonces oyen a un político que debería dejar su cargo.

–Se publicaron miles de historias de los Panama Papers desde 2016. ¿Hay alguna aún que el mundo necesita ver publicada?

–Quedan muchas historias por contar. Una que me viene a la mente es la de un trust que firma cheques en papel color amarillo y que fue creado por un despacho de abogados colombianos para el beneficio de un cártel de narcotraficantes. En las operaciones de esa estructura offshore colabora un banco estadounidense que permitió el uso directo de su cuenta corresponsal en un banco de Panamá. Los nombres de los receptores de los cheques se escribían con máquina de escribir. Nos quedaríamos cortos si calificáramos estas operaciones como inhabituales. Perfectamente, podrían haber emitido cheques con una señal de alarma roja y no habría pasado nada tampoco.

–¿Qué aprendió de su filtración sobre la denuncia de irregularidades?

–Diría que lo más importante es que mi caso ejemplifica cómo es posible marcar la diferencia y aún así seguir llevando una buena vida. Pero exige mucho esfuerzo y un montón de suerte ir un paso por delante del resto.

–¿Qué le recomendaría a los potenciales denunciantes?

–Les diría que contar la verdad sobre asuntos sensibles nunca resulta fácil. Un factor infravalorado es lo difícil que es mantener la cabeza fría. Tanto si estás hablando con periodistas o con autoridades gubernamentales, estate preparado para que todo se mueva lentamente. Es fundamental respirar hondo y encontrar otras cosas en las que pensar de vez en cuando.

–Si usted pudiera volver al pasado, ¿volvería a filtrar los documentos?

–Sí, sin pestañear.

Fuente: Der Spiegel - Diario La Nación Argentina 

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