Titanic
El barco 'que no se podía hundir' acabó naufragando el día 14 de abril de 1912. Una serie de factores contribuyeron al nefasto accidente, incluyendo varios fallos de diseño.
Por ejemplo: las placas de hierro que sujetaban las planchas de acero de la proa y la popa eran demasiado débiles, lo que permitió que la nave se rompiera demasiado rápido después de chocar con el iceberg.