Todo lo que está en órbita tiende a caer hacia la Tierra. Las sondas, los satélites y hasta las diferentes estaciones espaciales están continuamente cayendo.
Cuando vemos a los astronautas “flotar” en la ISS no es porque no haya gravedad, sino porque en realidad están cayendo constantemente. De hecho, cada cierto tiempo la Estación Espacial Internacional, al igual que otros satélites, se ve obligada a ajustar su altitud, encender motores y realizar maniobras para elevarse y recuperar la órbita adecuada.
La gravedad es la principal causante pero también existen otros factores que pueden acelerar esa caída, entre ellos la actividad del Sol. El viento solar varía según el ciclo de 11 años de nuestra estrella. El último ciclo solar finalizó en diciembre de 2019 y fue, en términos generales, bastante tranquilo. Sin embargo, a partir del otoño pasado el Sol comenzó a despertar, incrementó notablemente su actividad y el número de manchas solares, erupciones y eyecciones de masa coronal ha crecido rápidamente. En este sentido, en febrero de este año, desde la sección de ciencia de Yahoo Noticias ya detallaba de que “el Sol está desatado lanzando llamaradas gigantes camino al máximo solar” y, en esas mismas fechas, Space X llegó a perder hasta 40 satélites Starlink por culpa de una tormenta geomagnética.
El viento solar afecta de manera decisiva a todos los satélites y estaciones, y además aumenta ese efecto arrastre de los objetos en órbita, acelerando su caída especialmente en momentos de máximo solar como el que estamos viviendo. Con los primeros coletazos del máximo solar, los operadores de Swarm, una constelación de satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) encargada de medir el campo magnético de la Tierra, empezaron a constatar algo preocupante: los satélites que seguían estaban cayendo de su órbita a un ritmo inusual, hasta 10 veces más rápido que antes. La causa es el cambio de ciclo solar y los expertos creen que podría ser el comienzo de algunos años difíciles para las sondas y satélites que orbitan nuestro planeta.
En los últimos cinco o seis años, los satélites de la constelación Swarm caían unos 2,5 kilómetros cada año, pero desde diciembre de 2021 su “hundimiento” ha sido espectacular y entre diciembre y abril la tasa de descenso se ha situado en 20 kilómetros al año. Al igual que Swarm, la intensidad de la actividad solar en estos tiempos de máximo solar afectará especialmente a los nuevos satélites, la mayoría pertenecientes a constelaciones privadas (como la mencionada Starlink de Elon Musk) que se basan en tecnologías “simples y baratas” y que resultan más vulnerables al no contar con propulsores que les permitan modificar su órbita.
“Todas las naves espaciales alrededor de las 250 millas de altitud seguramente pasarán por problemas en los próximos años”, explica Anja Stromme, directora de la misión Swarm. “Eso incluye la Estación Espacial Internacional, que tendrá que realizar maniobras de reboots más frecuentes para mantenerse en la órbita correcta pero también atañe a cientos de cubesats y pequeños satélites que se han lanzado a la órbita terrestre baja en la última década”.
Pero no todo son malas noticias y, desde otro punto de vista, puede resultar beneficioso si hablamos de basura espacial. “En términos generales, el aumento de la actividad solar, y su efecto en la atmósfera superior, es una buena noticia desde la perspectiva de los desechos espaciales, ya que reduce la vida útil orbital de los desechos y proporciona un 'servicio de limpieza” gratuito y muy útil”.
Fuente: Yahoo Noticias