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En la educación canina hay una serie de enseñanzas que son imprescindibles. Muy posiblemente el comportamiento más importante que debe aprender cualquier perro, es el de acudir a la llamada de su dueño, porque esto podría llegar a salvarle la vida.

¿Cómo puedo enseñar a mi perro a responder a mi llamada?

Antes de empezar a enseñarle esta conducta a nuestra mascota, lo primero que debe quedar claro es que, en su estado natural, un perro va a donde quiere y cuando quiere... y no es algo que sea natural para él. Por eso, no podemos esperar que lo aprenda o lo practique automáticamente; o que lo siga practicando de por vida si no le seguimos premiando frecuentemente por ello. También es importante que empecemos con las lecciones cuando el perro todavía es cachorro. Esto no quiere decir que no pueda aprenderlo en su edad adulta, pero siempre es preferible educar a un perro cuando todavía es joven. Y si lo aprende rápido, menos riesgos sufrirá.

Para que aprenda qué es lo que queremos de él, debemos empezar a practicar cuando todavía tiene la correa puesta y en una zona donde no existan estímulos. Nos alejaremos un poco y diremos la palabra “ven” mientras tiramos suavemente de la correa hacia nosotros. Cuando llegue a donde estamos, le daremos un premio, le felicitaremos y le acariciaremos efusivamente. Queremos que siempre tenga un buen recuerdo de la experiencia, porque eso hará que esté dispuesto a repetirlo.

De la misma forma, también debemos recordar que reñirle es contraproducente. A veces es complicado guardar la compostura (sobre todo si vas con prisa), pero los enfados y la frustración harán que al animal no le compense ir contigo. Si no tiene incentivos para responder a tu llamada... ¿Para qué va a hacerlo?. Por eso, aunque tarde en obedecer, es importante que obtenga su pertinente dosis de caricias y halagos.

Una vez que sintamos que ha aprendido qué se espera de él, es el momento de hacerlo sin la correa. Y para tener éxito en esta parte, el truco estará en tener siempre un premio que le guste mucho en el bolsillo... porque si la chuche no le llama mucho la atención, no prescindirá de olfatear y jugar... sólo porque se lo estamos pidiendo nosotros. Es decir, el beneficio de venir con nosotros debe superar -con creces- a los beneficios de quedarse jugando por su cuenta.

Debemos empezar con distancias cortas, pero con el tiempo iremos aumentando la dificultad. El objetivo al que debemos aspirar es que vuelva con nosotros siempre que le llamemos... incluso si tiene delante a otros perros jugando o si tiene un conejo al que perseguir. Si conseguimos que esto ocurra, podremos librarle de muchas situaciones de peligro.

No obstante, es un comportamiento que no mantendrá de forma permanente. Incluso cuando el perro sea mayor y entienda qué es lo que le estamos pidiendo, debemos seguir haciendo que le compense venir con nosotros. Por eso, siempre que paseemos con él, deberíamos tener premios en el bolsillo.

Fuente: Diario La Razón España 

 

 

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