El consumo de bebidas alcohólicas se asocia con altos niveles de grasa visceral. Este tipo de grasa se localiza en la zona del abdomen, cerca de algunos órganos vitales y agrava el riesgo de desarrollar peligrosos problemas de salud como cardiopatías, diabetes tipo 2, presión arterial alta, colesterol o problemas respiratorios.
No obstante, no todos los tipos de alcohol tienen el mismo efecto. Un reciente estudio publicado en la revista Obesity Science and Practice advierte de que el consumo de cerveza y licores está relacionado con niveles elevados de grasa en el abdomen, mientras que beber vino no muestra esta asociación con esta grasa dañina, e incluso puede tener un efecto protector frente a ella, dependiendo del tipo de vino consumido.
Para llegar a esta conclusión, un equipo de investigación internacional coordinado por Brittany Larsen, profesor asociada de neurociencia en la Universidad Estatal de Iowa analizó el impacto de diferentes tipos de alcohol (cerveza, vino tinto, vino blanco/champán, licores, etc.) sobre las alteraciones en la composición corporal, como la adiposidad y la pérdida ósea.
Los investigadores analizaron los datos de 1.869 participantes en Reino Unido, todos blancos, con edades entre 40 y 80 años (59 % hombres) que revelaron información sobre su estilo de vida, consumo de alcohol, actividad física y factores sociodemográficos, a través un cuestionario. Luego, a partir de la información de altura, peso y extracción de sangre, los científicos analizaron la composición de todos los cuerpos y su relación con el consumo de alcohol.
Los resultados del trabajo mostraron que beber cerveza o licores conducía a niveles más altos de grasa visceral. En cambio, consumir vino tinto no conducía a la misma acumulación dañina de grasa De hecho, los investigadores lo relacionaron con índices más bajos y cierta protección frente a la misma.
Además de no influir en el crecimiento de la grasa visceral en el cuerpo, los autores del estudio encontraron que el vino blanco también parece proporcionar un beneficio adicional para la salud: huesos más densos. Los bebedores que consumían vino blanco con moderación tenían una mayor densidad mineral ósea que los que optaban por vino tinto o cerveza.
“El envejecimiento suele ir acompañado de un aumento de la grasa problemática que puede conducir a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, así como a una reducción de la densidad mineral ósea. Esto tiene implicaciones importantes para la salud dado que casi el 75 % de los adultos en los EE UU se consideran obesos o con sobrepeso”, escribe Larsen, en The Conversation .
El equipo agrega que hay muchos factores biológicos y ambientales que contribuyen al aumento de peso. El alcohol es solo uno de esos factores, sin embargo, los estudios muestran que es una de las principales causas en el desarrollo de la grasa visceral, junto con una dieta deficiente y un estilo de vida sedentario.
Los investigadores advierten que muchos estudios sobre el consumo de alcohol ofrecen informaciones contradictorias sobre sus posibles riesgos y beneficios. Por ejemplo, citan un estudio que sugirió que beber más cerveza contribuye a una mayor relación cintura-cadera, mientras que otro concluyó que, después de un mes de beber niveles moderados de cerveza, los adultos sanos no experimentaron ningún aumento de peso significativo.
“Una de las razones de las inconsistencias en la literatura podría provenir del hecho de que gran parte de la investigación anterior tradicionalmente ha tratado el alcohol como una sola entidad en lugar de medir por separado los efectos de la cerveza, la sidra, el vino tinto, el vino blanco, el champán y las bebidas espirituosas”. explica Larsen. En el futuro, el equipo de Iowa planea examinar cómo los diferentes tipos de consumo de alcohol influyen en la aparición de enfermedades y el deterioro cognitivo entre los adultos mayores.
Fuente: Diario La Razon España