La hipersomnia o hipersomnio es una afección en la que la persona siente somnolencia excesiva durante el día, incluso después de largos períodos de sueño.
Este trastorno también se conoce como somnolencia diurna excesiva, y se estima que entre 4 y 6% de la población lo padece.
Si bien el cansancio que provoca puede obligarte a querer dormir en lugares poco frecuentes, como el trabajo o fuera de casa, no debe confundirse con la narcolepsia, una afección neurológica que causa ataques repentinos de sueño no prevenibles durante el día. Las personas con hipersomnia pueden permanecer despiertas solas, aunque se sienten fatigadas.
Dependiendo la relación con otras afecciones médicas, la hipersomnia puede ser primaria o secundaria. La primaria se caracteriza por la fatiga excesiva sin la intervención de otro factor médico.
La secundaria, en cambio, suele deberse a otros problema, como insuficiencia renal, síndrome de fatiga crónica, enfermedad de Alzheimer, apnea del sueño, enfermedades cardíacas, o una baja función tiroidea.
Se cree que esta afección surge como resultado de una serie de problemas en los sistemas cerebrales encargados de controlar las funciones de vigilia y el sueño. La American Sleep Association (ASA) informa que es más común en los hombres que en las mujeres.
También puede deberse al uso de ciertos medicamentos que entre sus efectos secundarios se encuentre la somnolencia, el consumo frecuente de drogas o alcohol, o sufrir lesiones en la cabeza.
Sus principales síntomas son: ansiedad, dificultad para recordar, inquietud, irritabilidad, pensamiento o habla lenta, pérdida de apetito y poca o nula energía.
Cómo tratarla
Los investigadores advierten que no existe una forma precisa de prevenir la hipersomnia, aunque adoptar ciertas medidas puede ayudar a reducir su incidencia, como, por ejemplo, creando ambientes agradables para descansar o evitando el uso de estupefacientes.
Si tienes dudas sobre los efectos que un medicamento puede estar causando, puedes consultarlo con tu doctor, pero nunca dejes de tomarlo por decisión propia.
La hipersomnia no es una afección potencialmente mortal, aunque si es capaz de afectar la calidad de vida de una persona.
Si interfiere en el desarrollo de tu rutina, deberás consultar a un profesional. La Clínica Mayo señala que probablemente el médico solicite varias pruebas para diagnosticar el trastorno, determinar la causa y descartar otras enfermedades:
Diario del sueño: se usa para registrar los horarios en que duermes y en los que estás despierto, a fin de que puedas indicar cuáles son tus patrones de sueño.
Escala de somnolencia de Epworth: es una herramienta que sirve para clasificar el grado de somnolencia, y así ayudar a determinar de qué manera el sueño afecta tu vida cotidiana.
Polisomnografía: para realizar esta prueba debes permanecer en un centro de sueño durante una noche. Se utiliza aparato llamado polisomnógrafo para supervisar la actividad cerebral, los movimientos oculares y de las piernas, la frecuencia cardíaca, las funciones respiratorias y los niveles de oxígeno mientras duermes.
Prueba de latencia múltiple del sueño: esta prueba mide la somnolencia, así como los tipos y las etapas del sueño que atraviesas durante las siestas diurnas. Generalmente se realiza el día posterior a la polisomnografía.
Dado que las causas específicas de este trastorno son desconocidas, el tratamiento suele orientarse a aliviar los síntomas.
Es posible que te receten medicamentos estimulantes, como modafinilo (Provigil), anfetaminas o metilfenidato, para ayudarte a mantenerte despierto durante el día.
Los cambios en el estilo de vida también son una parte fundamental en el proceso de tratamiento. Los profesionales recomiendan:
- Adoptar horarios de sueño regulares.
- No beber alcohol por la noche.
- Evitar el consumo de drogas.
- Alimentarte correctamente, es decir, incluir una dieta rica en frutas, vegetales, cereales y semillas.
De esta forma obtendrás energía de forma natural para lograr un óptimo funcionamiento durante el día, tanto a nivel físico como mental.
Fuente: holadoctor.com