Sus propietarios, el gigante estadounidense de diversiones Six Flags, invirtieron casi 50 millones de dólares durante cinco años en renovarlo para convertirlo en uno de los mejores parques temáticos de Estados Unidos.
Cuando azotó el huracán Katrina en agosto de 2005, todo cambió. El sitio pasó de ser uno de los lugares divertidos más queridos de Louisiana a un páramo yermo.