Dueña de un vasto territorio en las costas de Irlanda, Grace O'Malley fue temida como pirata y respetada por sus súbditos como defensora de la causa irlandesa ante la presión de Inglaterra. Defendió sus posesiones con uñas y dientes y ejerció la piratería en las costas que bañaban sus castillos.
Cuando Sir Henry Sidney, Lord Diputado de Irlanda, conoció a O'Malley en 1577, registró una descripción fascinante: "Una capitana de mar femenina muy famosa (...) por la fortaleza de su coraje (...) al mando de tres galeras y 200 combatientes (...) la mujer más célebre de todas las costas de Irlanda".
Grace O'Malley nació en torno al año 1530 en el seno de uno de los clanes irlandeses más poderosos de su tiempo. Su padre, Owen Dubhdarra O'Malley era un noble irlandés que había heredado de su familia una amplia flota con la que realizaba transacciones comerciales y presionaba a los pescadores que navegaban por sus aguas para recibir impuestos de dudosa legalidad.
Grace, como hija de la nobleza, recibió una esmerada educación pero pronto despertó en ella el espíritu aventurero. Una de las muchas leyendas que giran en torno a su persona cuenta que, siendo una niña, se empeñó en acompañar a su padre en una de sus misiones comerciales a España.
Este, intentando convencer a su pequeña salvaje, le explicó que, con sus largos cabellos, corría el peligro de enredarse en uno de los muchos palos y cuerdas del barco. A lo que Grace contestó cortándose ella misma su pelirroja melena, acto por el que se la recordó apodándola con el nombre de "Grace la calva", aunque su pelo volvería a crecer y lo luciría en sus constantes aventuras.
Grace contrajo matrimonio en 1546 con Dónal an-Chogaidh O'Flaherty, con quien tuvo tres hijos, dos niños y una niña. Junto a Dónal, Grace se dedicó al comercio marítimo, la piratería y a sembrar el terror en los castillos cercanos, algunos de los cuales tomarían por la fuerza.
Cuando Grace enviudó, en 1560, continuó con sus actividades comerciales y se afanó en defender los amplios territorios que había conquistado junto a su marido.
Seis años después, Grace se casó por segunda vez y lo hizo con un rico irlandés llamado Richard Burke, con el que tuvo un hijo. Con él contrajo matrimonio amparándose en la ley de Brehon que estipulaba que la relación conyugal se extendería un máximo de un año. Pasado ese período, Grace no dudó en separarse de Richard y quedarse con alguna de sus posesiones estratégicas.
Durante mucho tiempo, la corona inglesa se olvidó de la vecina Irlanda. Pero al final del reinado de Enrique VIII y, sobre todo, durante el de su hija Isabel I, se situó entre una de las prioridades de la política inglesa.
Convertida al protestantismo, Inglaterra veía con recelo una Irlanda católica susceptible de aliarse con enemigos como España. Entre 1594 y 1603 tuvo lugar la conocida como Guerra de los Nueve Años, en la que los irlandeses intentaron resistir ante las amenazas inglesas.
Grace no dudó en unirse a la lucha que había empezado años antes de declararse la guerra de manera oficial. De hecho, ya en 1593, el gobernador inglés de Connaught, sir Richard Bingham, había hecho prisioneros a dos de los hijos de Grace.
Sin pensárselo dos veces, Grace puso rumbo a Inglaterra. Enfiló el río Tamesis con sus barcos y se presentó ante la reina de Inglaterra ataviada ella misma como una auténtica soberana y dispuesta a no postrarse ante Isabel.
Tras dialogar en latín, ambas mujeres llegaron a un acuerdo. Grace se comprometía a dejar la lucha; a cambio, Isabel liberaría a sus hijos y destituiría a sir Richard. Por desgracia, la guerra entre ambos territorios se alargó hasta el año de la muerte de ambas.
Grace O'Malley falleció el mismo año que la reina de Inglaterra, en una fecha indeterminada del año 1603.
MÁS INFORMACIÓN
Ricardo Arjona fue ignorado por los usuarios del metro de Nueva York mientras cantaba
Cómo los drones revolucionaron la guerra moderna
Ex portero inglés Peter Shilton confiesa millones perdidos por apuestas
Cameron Diaz y las sorprendentes revelaciones sobre la actriz