Es muy común que un perro entierre un hueso en el jardín, incluso si está bien alimentado lo que puede causar preocupación en sus dueños. ¿Qué provoca esa curiosa necesidad en estos animales? Tiene que ver con su herencia genética. UN instinto de acumulación dispersa que se puede rastrear hasta sus ancestros, los lobos.
La ciencia sostiene que la gran mayoría de las razas de perro tienen como ancestros comunes a los lobos de hace más de 30.000 años. De ellos heredaron sus habilidades innatas para la caza y, también, una extraña cualidad para aprovechar las sobras que se conoce como acumulación dispersa.
Según un estudio publicado en 1976 en la revista 'Ethology', y citado por 'LiveScience' el pasado mes de enero, las manadas de lobos tienden a permanecer en la zona donde han dado alcance a su presa el tiempo necesario para devorarla por completo, pero a veces la competencia es feroz y otros animales pueden robar el 'trofeo' o, sencillamente, hay suficiente comida para saciarse. La solución es cargar los restos del cadáver y esconderlos en espacios que nadie más conozca, a poder ser, lo más aislados posible para que el olor no atraiga a los competidores. En resumen, la tierra es un frigorífico natural para ellos.
La necesidad de evitar a carroñeros o almacenar los alimentos para tiempos de escasez se ha ido, pero el instinto permanece. De acuerdo con la explicación que da en su blog el educador canino Cesar Millán, por muy buena que sea la nutrición de la mascota, seguirá sintiendo el impulso natural de garantizar sus necesidades futuras, al igual que una ardilla guarda sus nueces para sobrevivir en invierno.
Que un perro entierre comida no quiere decir que esté falto de ella, sino quizás todo lo contrario. "Si eres demasiado generoso con tu perro, enterrar los objetos es una forma de decir '¡Genial! Guardaré esto'. A veces, incluso pueden querer enterrar alimentos porque son demasiado buenos para comerlos todos a la vez; quieren guardarlos para poder disfrutarlos de nuevo más tarde", explica Millán.
No en vano, el acto de cavar trasciende ya las necesidades nutricionales del animal y muchos lo hacen para almacenar cualquier objeto importante para ellos. "Una vez conocí a un perro que enterraba rocas. No tengo idea de por qué estas rocas eran tan especiales, pero eran especiales para él", ejemplifica, en declaraciones a 'Live Science', el adiestrador profesional Teoti Anderson. Incluso los hay que entierran artículos de valor de sus dueños como calcetines, mandos de la televisión o joyas para llamar su atención.
"Si su perro está aburrido, solo o simplemente quiere llamar su atención, no es raro que entierre cosas para que usted juegue con él", apunta Millán. "La mejor manera de frenar esta necesidad de enterrar cosas es minimizar el acceso de su perro a los objetos que codicia y rotar los juguetes para proporcionarle una mayor variedad", aconseja.
Por último, hay que tener en cuenta que no todas las razas tienen la misma propensión a enterrar objetos o alimentos. Por ejemplo, los terriers —Yorkshire Terrier, Scottish Terrier o Jack Russel Terrier, entre muchos otros— se criaron específicamente para la caza en sus orígenes, por lo que tienen más desarrolladas las habilidades para encontrar madrigueras y enterrar los restos de sus presas. "No es raro ver a un perro salchicha enterrando un hueso debajo de las almohadas del sofá", señala Anderson, para quien este comportamiento no debe ser motivo de preocupación.
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