Corría el minuto 38 cuando el delantero del Real Betis, Borja Iglesias, abrió la lata frente el Barça en el partido estrella de Movistar (domingo, 21:00). Simultáneamente, el narrador del encuentro, Carlos Martínez, confundía la autoría del gol y adjudicaba el tanto inicial al conjunto azulgrana en lugar de al verdiblanco. A pesar de corregir él mismo su desliz en apenas unos segundos, ya era demasiado tarde, puesto que la mecha de la dinamita había prendido en Twitter.
En pocos minutos, algunos desenfundaron la escopeta propia de las redes sociales y apuntaron directamente a la cabeza del protagonista del gazapo. A raíz de los ataques vertidos hacia una de las caras más reconocibles del periodismo patrio, su nombre se convirtió en 'Trending Topic' y su figura, en enemigo público del Real Madrid aunque el cuadro de Zinédine Zidane ni tan solo estaba presente en el encuentro.
La honestidad del periodista, siempre bajo sospecha, se ha transformado en uno de los principales blancos de la frustración de los aficionados, especialmente cuando las conspiraciones judeo-masónicas en relación a sus equipos proliferan y el insulto gratuito se reproduce mediante perfiles anómimos y pseudónimos.
En este sentido, es habitual observar a hinchas cargar contra periodistas deportivos acusándoles de deshonestos en sus retransmisiones, como si el papel del mismo estuviese vinculado o bien a sabotear la victoria de su equipo o bien a sumar argumentos positivos para su equipo desde la cabina de retransmisión.
El mítico periodista deportivo y padrino del baloncesto NBA en nuestro país, Ramón Trecet, cuenta que los métodos para ejercer presión sobre el narrador han cambiado con el tiempo, pero siempre han estado presentes. "A mí me ha llegado a parar un jugador de la selección española de baloncesto en un avión tras finalizar un campeonato de Europa para decirme que había estado recibiendo llamadas de su familia y que le comentaban que me había comportado de manera poco profesional. Eso en mitad de un pasillo de avión con la mirada irónica del presidente de la Federación Española de Baloncesto".
Según Trecet, las redes sociales han agilizado la capacidad de criticar a discreción por su inmediatez y suponen "un deshuesamiento por parte de personas que solo tienen tiempo para poner a parir a otras personas que cometen errores como el resto". En esta línea, el expresentador del programa Cerca de las Estrellas añade: "El señor que me paró en el avión lo hizo de cara, exponiendo su idea con valentía.
Para mí, quienes atacan a través de las redes sociales bajo la protección de un pseudónimo forman parte de un ejemplo de cobardía al máximo nivel. Ellos saben que, si tienes un mínimo de sensibilidad, esto produce un impacto en la persona que recibe el comentario aunque sea mentira y, además, no cuesta nada meterte con otra persona. El error de Carlos Martínez es una nimiedad y le podría haber pasado a cualquiera que tuviese un micrófono en la mano, pero es que encima no tardó nada en arreglarlo".