Se cumplen 50 años del enlace que unió a una de las famosas parejas que han sobrevivido a los años y las modas con uno de los cantantes latinos más exitosos de todos los tiempos: Julio Iglesias e Isabel Preysler.
El Diario español El Confidencial presentó una nota sobre su historia:
A los dos años de su llegada a Madrid procedente de Manila y un mes y dos días antes de cumplir los veintiuno, Isabel Preysler se casaba un 20 de enero de 1971 con Julio Iglesias. La boda estuvo rodeada de gran publicidad y con invitados populares como Lola Flores, Manuela Vargas, el futbolista Pedro de Felipe, Matías Prats y Jesus Álvarez, padres de los periodistas que en aquel momento eran aún unos niños.
El interés mediático de la prensa que cubrió el enlace y posterior fiesta no era por la bella novia, una desconocida para el gran público en aquel momento, sino por la carrera emergente del exfutbolista reconvertido en cantante que lucía esa imagen de chico bueno que todas las madres hubieran querido como yerno.
Ocho meses después del primer encuentro en la fiesta de los Terry en el recinto de la Casa de Campo, donde por fin hablaron tras haberse conocido en casa de Juan Olmedilla, Isabel y Julio se unían ante Dios y ante los hombres en el complejo hotelero, con capilla incluida, que el restaurador José Luis regentaba en el pueblo toledano de Illescas. El lugar estuvo de moda y allí también se casarían, tiempo después, otras célebres parejas como las formadas por Massiel y el doctor Recatero o Mila Ximénez y Manolo Santana.
Un embarazo inesperado
Los meses anteriores al gran día, Julio había iniciado un periplo internacional importante con actuaciones en Puerto Rico, México, Chile y Argentina. Casi todos los días intentaba hablar por teléfono con su novia. Las conexiones y la diferencia horaria no facilitaban la relación. En una de estas conferencias a larga distancia, Isabel le comunicó la inesperada noticia: estaba embarazada.
Uno de los íntimos, a los que Julio se lo cuenta en un primer momento, fue Enrique Herreros, que le preguntó sorprendido si tenía intención de casarse. La respuesta fue clara y rotunda: “No me esperaba esta noticia y no tenía intención de ser padre tan pronto, pero estoy muy enamorado”. El siguiente amigo en enterarse fue Toncho Navas, jugador de baloncesto del Real Madrid que con el tiempo se convertiría en su asistente. Poco a poco, la nueva se fue extendiendo y la única que no se sorprendió fue Charo de la Cueva, madre de Julio, que rápidamente se puso manos a la obra para preparar el acontecimiento. Así fue como, en muy poco tiempo, se apañó una boda donde solo pudo acudir desde Manila la madre Betty. El padrino fue José María Preysler, tío de la novia.
Abogado o cantante
La familia en Manila no se lo tomó muy bien. Isabel vivía en casa de su tía Tessy, que fue la que tuvo que explicar a los padres quién era Julio Iglesias, como se recoge en la biografía ‘Isabel Preysler, reina de corazones’ (Ediciones B): “Es un chico de buena familia. Su padre es médico y su madre muy religiosa. Él es abogado y ha estudiado en Inglaterra”. En ese primer momento se obvió que, en realidad, a lo que se dedicaba el futuro yerno era a cantar. No hubo alternativa y se ocultó el embarazo de Chábeli, que nacería ocho meses después.
La propia Isabel negó durante años que el asunto del embarazo hubiera sido el motivo de una enlace tan rápido. Hace un tiempo en una entrevista, ella misma confirmaba esa noticia e incluso llegó a explicar que si hubiera sido por ella, no se habría casado: “Fui la novia más triste, llorando casi toda la ceremonia. Hasta el sacerdote estaba sorprendido”. Precisamente esta cuestión (ser madre soltera en una sociedad hipócrita) fue una de las causas que tuvo en cuenta el tribunal eclesiástico para conseguir la anulación en el tribunal norteamericano de Brooklyn, en 1979. Un año antes, Julio e Isabel ya se habían divorciado.
Dejar atrás el pasado
Si bien es cierto que el embarazo fue clave para la boda, antes de dar este paso hubo otro acontecimiento importante y definitivo en la vida de la 'reina de corazones' que determinó su llegada a España y marcó su futuro. Isabel llegó a Madrid a casa de sus tíos con 18 años por una imposición paterna. La decisión tenía que ver con un novio poco recomendable. La idea era separarlos y, una vez pasadas las locuras de juventud, volver al hogar paterno en Manila. El ‘playboy’ se llamaba Juni Kalaw, varios años mayor que la postadolescente de 17 años, con varias relaciones compartidas y una fija que alternaba con todas ellas. Una vez que Isabel, a la que su padre llamaba Chábeli, subió las escalerillas del avión con un destino de ida y vuelta, el amor ardiente lo dejó aparcado en el baúl de los recuerdos y comenzó una vida divertida y novedosa en Madrid.
Pronto formó parte del grupo de niñas bien formado por Mariola Martínez-Bordiú, Chata López Sáez o Marta Oswald y capitaneado por la nieta primogénita de Franco, Carmen Martínez-Bordiú. Si no hubiera sido por el noviazgo incipiente con Kalaw, su primer amor y también su primer desengaño, que cambió su destino, el histórico vital habría sido muy diferente. Probablemente, hoy no sería la 'reina de corazones'.
Fuente: Diario El Confidencial