El republicano Donald Trump, uno de los presidentes más polémicos de la historia de Estados Unidos, abandonó este miércoles por la mañana la Casa Blanca por última vez como mandatario y partió hacia su retiro en Florida, horas antes del arribo de sus sucesor Joe Biden.
Junto a la primera dama Melania Trump, el ex presidente saludó a las cámaras sobre una corta alfombra roja y se subió al helicóptero oficial Marine One para dirigirse a la base aérea de Andrews, en el vecino estado de Maryland, donde dio un breve discurso ante los presentes, en el que señaló: "Vamos a volver".
"Estaremos de regreso en alguna forma", indicó el ex mandatario antes los presentes antes de abordar otro avión presidencial rumbo hacia la floridana Palm Beach, donde pasará el día de la asunción de su sucesor, el demócrata Joe Biden, recluido en el preferido entre sus clubes de golf.
Cuatro años después de su propia investidura, en la que presentó a Estados Unidos como un país en decadencia, Trump deja el cargo sometido a dos juicios políticos, con millones de desocupados más y más de 400.000 muertos por coronavirus.
Durante su mandato, su Partido Republicano perdió la Casa Blanca y ambas cámaras de Congreso, y ahora enfrenta un futuro incierto marcado por las divisiones internas en torno a la figura de Trump y sus ambiciones electorales futuras.
El presidente saliente será recordado para siempre por el acto final de su Presidencia: incitar el asalto al Capitolio de una muchedumbre de partidarios para frustrar la certificación del triunfo de Biden en las elecciones del año pasado.
Cinco personas, entre ellas un policía del Capitolio, murieron en los escandalosos desmanes, que horrorizaron a la nación y derivaron en la apertura de un segundo juicio político a un mismo presidente, algo sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
Trump será el primer presiente de la historia moderna en boicotear la ceremonia de investidura de su sucesor, aún enojado por su derrota.
Funcionarios republicanos de varios estados, miembros de su propio Gobierno, entre ellos su exfical general, han rechazado esos argumentos, también desestimados por decenas de jueces de todo el país en respuesta a decenas de demandas interpuestas por Trump.
De todos modos, Trump decidió no participar de ninguna de las simbólicas tradiciones de traspaso pacífico del poder, incluyendo la acostumbrada recepción en la Casa Blanca de la nueva familia presidencial, un día antes de la investidura.
Para cuando Biden haya asumido, Trump estará ya en su residencia en su club privado de Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida, enfrentado a futuro de dudas, no sin antes darse un despedida con alfombra roja, banda militar y 21 salvas de cañón.
Incluso el vicepresidente Mike Pence planea faltar a la ceremonia de jura de Biden, argumentando desafíos logísticos para despegar hacia el lugar desde una base aérea cercana.
La investidura en las escalinatas del Capitolio se dará con Washington transformado en una fortaleza, con unos 25.000 integrantes de la Guardia Nacional y miles de policías desplegados, vallas y puestos de control para evitar una recurrencia de hecho violentos.
Asesores habían aconsejado a Trump pasar los últimos días en el cargo tratando de destacar los logros de su Gobierno, como la aprobación de recortes de impuestos, eliminación de regulaciones estatales y normalización de relaciones en Medio Oriente.
Pero se negó, y en cambio decidió hacer un único viaje a Texas para visitar la construcción del muro que ordenó extender en la frontera con México y difundir ayer un video en el que prometió a sus seguidores que "el movimiento que creamos apenas comienza".
Trump se retirará en Florida con un pequeño grupo de exconsejeros de la Casa Blanca para delinear un futuro político que aparece muy diferente al de apenas hace dos semanas.
Antes del asalto al Capitolio, se esperaba que siguiera siendo el líder de facto del partido, con enorme apoyo popular -74 millones de votos en las elecciones de noviembre pasado- y grandes posibilidades de volver a candidatearse en 2024.
Pero ahora aparece con mucho menos poder, abandonado por muchos en su partido, enfrentado a un nuevo juicio político de comienzo inminente y vedado del acceso a Twitter, la red social que usó como forma de conectar con sus bases y comunicar sin el escrutinio de la prensa, así como de arma contra sus rivales.
En caso de ser condenado en el Senado por "incitación a la insurección" contra el Congreso, el magnate podría ser inhabilitado para ejercer cargos públicos y, por lo tanto, impedido de presentarse como candidato a presidente dentro de cuatro años.