Es típico para esta época del año buscar soluciones a los kilos demás que se obtuvieron como resultado de las comidas de fin de año. Además, está el factor añadido del sedentarismo a que obligan las restricciones por la pandemia. Hacer deporte se ha complicado y el teletrabajo tampoco ayuda.
Si se está decidido a ponerse a régimen es inexcusable hacerlo con asesoramiento especializado, porque no todas las dietas para adelgazar funcionan a todos por igual y cabe la posibilidad de que elijamos una que sea poco adecuada para nosotros. Aunque lo peor es que algunas de ellas suponen incluso un riesgo ara la salud.
Esos son los inconvenientes de algunas de las más populares, que son también las menos saludables.
Ayuno intermitente
Esta dieta, en lugar de restringir determinados alimentos, determina el momento en que se deben ingerir. Hay varios sistemas, como el 5:2, que consiste en comer cinco días normal y dos alternos tomando solo unas 500-600 calorías. Otro es ayunar por completo esas dos jornadas.
En definitiva se trata de reducir las calorías, ya que los días en que está permitido comer no vale todo ni en cualquier cantidad.
No es conveniente seguirla mucho tiempo porque tiene el riesgo de provocar deficiencias nutricionales. Por eso es conveniente contar con el consejo de un nutricionista que determine qué alimentos incluir en la dieta para evitar la deshidratación y para que todas las necesidades alimentarias queden mínimamente cubiertas.
Desde el punto de vista psicosomático está demostrado que saltarse comidas provoca irritabilidad, dolores de cabeza, dificultad de concentración y otras incomodidades que afectan a la actividad y tareas cotidianas. Está totalmente prohibida para embarazadas y personas con sensibilidad a los cambios en los niveles de azúcar, cosa frecuente en esta forma de alimentación.
Baja en calorías
Consiste en limitar la cantidad que se toman a diario. Y lo primero que hay que saber antes de someterse a este régimen es que el número no es lo único que cuenta. Más importante es la calidad de las calorías que se ingieren. 1.500 de galletas, patatas fritas, refrescos y similares no tienen los mismos efectos que las procedentes de proteína, fibras o alimentos con grasas saludables.
La razón por la que se adelgaza es que si no se aportan muchas calorías al organismo, este acabará quemando las grasas para tener energía, lo que significa que se pierde peso.
A corto plazo es así, pero si se hace durante mucho tiempo puede tener consecuencias para la salud que tarden en hacerse evidentes. Una de ellas es que ante la escasez de calorías el cuerpo interpreta que tiene hambre y hace que el metabolismo sea más lento, y permanezca así de forma permanente una vez abandonada la dieta.
Una consecuencia de ello es que al permanecer los nutrientes más tiempo en el organismo aumenta el almacenamiento de grasa y se vuelve a engordar. Otra, que ya se documentó en los años 40 con un experimento científico, es que la falta de energía estimula al cerebro a pensar constantemente en comida y si no se tiene una gran fuerza de voluntad seguro que se acaba comiendo sin control.
Los cambios hormonales son otro problema debido a que hay una mayor producción de cortisol, una hormona que se libera en momentos de estrés. Entre sus funciones está incrementar los niveles de azúcar en la sangre y afecta al sistema inmunológico.
Estar tan preocupado contando calorías provoca que se coma en función del número de estas y se llegue a dejar de percibir si se tiene hambre o no, lo que supone un gran riesgo de sufrir trastornos psicológicos. Y hay quien desarrolla un comportamiento obsesivo por la necesidad de controlar lo que se come y cuántas calorías tiene cada cosa. Un efecto derivado es el estrés y la ansiedad. Si pese a todo se decide seguir este sistema, no se debería ingerir menos de 1.200 calorías diarias.
Disociativa
Propone comer un solo alimento en todas las comidas del día. Hoy pollo, mañana verdura, sin aceites ni especias, mañana lácteos, etc. Sus partidarios afirman, sin ninguna prueba científica, que contribuye a cambiar el metabolismo y mejora la digestión debido a la combinación de los alimentos.
Sus inconvenientes tienen que ver, evidentemente, con la falta de nutrientes esenciales. El organismo necesita hidratos, proteínas y grasas para funcionar correctamente y estabilizar los niveles de glucosa en sangre, lo que facilita la pérdida de peso. Al faltar esos elementos, es dudoso incluso que contribuya a eliminar kilos.
Y para agravarlo más no pone restricciones a las grasas saturadas ni a los cereales refinados. Seguirla un tiempo aumenta las posibilidades de sentir fatiga por los continuos cambios en los niveles de azúcar que provocan los distintos alimentos. Esto mismo se aplicaría a cualquier dieta basada en un solo producto alimenticio, sea el que sea.
Dunkan
Se basa en los hidratos de carbono y las proteínas. No hay reglas sobre las cantidades siempre y cuando se sigan al pie de la letra las indicaciones para cada una de las cuatro fases de las que consta. Dos iniciales para perder peso y otras dos de mantenimiento.
Es estricta en cuanto a qué puede o no puede comerse, sobre todo en los estadios iniciales, y como quedan fuera frutas, verduras y cereales integrales, el estreñimiento, por lo menos al principio, está casi asegurado. Otros efectos secundarios son mal aliento, sequedad en la boca, cansancio, nerviosismo, insomnio y náuseas cuando se entra en la fase en que se eliminan los hidratos.
Evidentemente, no se puede seguir durante un largo periodo de tiempo, porque al prescindir de esos alimentos tan necesarios para el buen funcionamiento del organismo, se puede sufrir deficiencias importantes a medio y largo plazo.
Es una dieta muy poco equilibrada desde el punto de vista alimentario. Y tampoco es muy variada, por lo que acaba aburriendo, incluso antes de terminar el proceso. Lo positivo es que, al contrario de lo que ocurre con otros regímenes adelgazantes, no se pierde masa muscular gracias a la levada ingestión deproteínas.
Keto
Esta dieta parte de la idea de que si se toman pocos hidratos de carbono, el organismo se ve obligado a recurrir a las grasas para proporcionar energía. Se supone que el cuerpo alcanza un proceso metabólico llamado cetosis durante el cual el organismo es más eficiente quemando lípidos.
Propone comer un 75% de alimentos grasos, un 20% de proteína animal y sólo un 5% de hidratos de carbono y productos que son fuente de azúcares, como la fruta, cereales y vegetales.
El problema es que no a todo el mundo consumir tantas grasas y proteínas le conduce a la cetosis, con lo que se acaba acumulando en el cuerpo. No es extraño que a medio y largo plazo se adviertan problemas de salud relacionados con las grasas saturadas, entre ellos los cardíacos. Sin vegetales ni frutas son corrientes los episodios de estreñimiento y los problemas digestivos, como reflujo y ardor debidos al exceso de carne roja y queso.
Produce además un aliento con olor como de la acetona que se usa para despintar las uñas. Y a veces se nota también un aroma desagradable en la vagina debido a que ese elemento químico hace cambiar el ph del flujo.
Otra consecuencia de la que advierten los médicos es de que debilita los huesos. Ocurre porque la cetosis hace aumentar la acidez de la sangre y el calcio se libera para neutralizarla. Existen pocas evidencias de que se pierda peso con ella, y en todo caso, la masa muscular acaba siendo la más perjudicada, por lo que es obligado hacer mucho ejercicio para evitarlo.
Líquida
Consiste en consumir únicamente zumos, batidos, infusiones y caldos. Es decir, solo líquidos. Seguro que se pierde peso, pero será agua y masa muscular, no grasa, y en cuanto se comience a tomar de nuevo comida sólida, se producirá casi con toda seguridad un efecto rebote.
Está claro que le faltan nutrientes básicos, ya que ni tiene proteínas, ni grasas, ni hidratos, con todo lo que ello supone. No está mal tomar de vez en cuando uno de esos batidos detox, pero no hacerlo continuamente ni durante mucho tiempo. Aunque si uno quiere depurar su organismo conseguirá ese efecto consumiendo frutas, verduras, cereales integrales y proteínas no grasas de forma habitual.
Paleo
El término viene de paleolítico. Esta dieta está inspirada en la alimentación de los cavernícolas previa a la agricultura. Consiste en comer alimentos que podrían cazarse, pescarse o recolectarse, actividades que seguramente no practican sus seguidores, principalmente aficionados a los ejercicios de musculación.
Quienes la siguen pretenden alimentarse solo de carnes procedentes de animales alimentados con pasto o de caza, ciertos cortes de pescados ricos en grasas, aves criadas en libertad, huevos, frutos secos y semillas.
Lo bueno es que prescinden de productos procesados, azúcares y otros alimentos repletos de colesterol del malo y todo tipo de aditivos.
Lo negativo es que tampoco ingieren hortalizas, cereales, legumbres lácteos y cualquier alimento que no existiera en épocas tan remotas, cuando aún no se practicaba la agricultura. Se considera baja en hidratos y rica en proteínas.
El problema es la falta de alimentos básicos, lo que provoca un desequilibrio en los nutrientes que llegan al organismo. Y se abusa de la carne, por mucho que los animales se hayan alimentado de forma natural. Al final resulta que para no sufrir carencias importantes hay que recurrir a suplementos alimentarios, lo que contradice las premisas básicas.
Es posible que sus practicantes acaben sufriendo déficit de calcio, que se encuentra en verduras de hojas verdes, frutos secos y otros alimentos que lo contienen.
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