Una nueva investigación realizada en Argentina ha mostrado que las transfusiones con plasma sanguíneo con un elevado nivel de anticuerpos procedente de personas que han superado el COVID-19 puede reducir hasta un 60% los casos de enfermedad grave, siempre y cuando el tratamiento se administre en los tres primeros días tras la manifestación de los síntomas de infección por coronavirus.
En el ensayo clínico han participado 160 pacientes con COVID-19 de la región de Buenos Aires con una edad promedio de 77 años. Los investigadores administraron un cuarto de litro de plasma sanguíneo donado por convalecientes a la mitad de estos individuos y agua salina a la otra mitad. Solo nueve de los pacientes tratados con plasma necesitaron oxígeno, frente a 23 en el grupo placebo, lo que se traduce en una reducción del 60% del riesgo de enfermedad grave.
Según ha explicado el médico argentino Fernando Polack, que ha liderado el trabajo, las transfusiones de plasma sanguíneo de supervivientes no son algo nuevo, sino que ya se utilizaron para combatir la pandemia de gripe de 1918: “es la medicina más vieja que hay, tiene más de un siglo, pero nos ofrece un puente hasta que la verdadera solución de esto –que no es el plasma, son las vacunas– sea finalmente accesible para todos”.
Desde que se detectaron los primeros casos de COVID-19 en Wuhan se ha intentado combatir esta enfermedad con transfusiones de plasma sanguíneo, pero los resultados no han sido concluyentes porque en la mayor parte de los estudios publicados no se usaron métodos fiables para medirlos, y en algunos el plasma sanguíneo se administró cuando la infección por SARS-CoV-2 ya se encontraba en fase avanzada y los anticuerpos donados no fueron capaces de frenar al virus, o incluso no se incluyó un grupo de control que no recibiera el tratamiento y que permitiera comparar los resultados.
La diferencia clave de los trabajos anteriores con el nuevo estudio de Argentina –que se ha publicado en The New England Journal of Medicine– es que a los pacientes se les administró plasma con niveles de anticuerpos muy elevados, y además muy pronto, en los tres primeros días tras la aparición de los síntomas del COVID-19, y sus autores han afirmado que “es la primera evidencia en el mundo de un tratamiento universal, accesible y seguro que puede salvar vidas”.
El plasma es la parte líquida de la sangre en la que se encuentran los anticuerpos. Además de las transfusiones con plasma de donantes también es posible elaborar un preparado que tenga una mayor concentración de anticuerpos específicos, las inmunoglobulinas hiperinmunes. Y, por último, se pueden identificar anticuerpos muy potentes y multiplicarlos en el laboratorio: los anticuerpos monoclonales, pero esta técnica es mucho más compleja y cara (tendría un coste de decenas de miles de euros por paciente), mientras que el tratamiento del equipo de Polack costaría un total de 186 dólares (151 euros).
Eso sí, sería necesario disponer de un banco de plasma suficiente, según ha señalado el médico argentino, que ha propuesto que las donaciones también podrían proceder de las personas que sean vacunadas. “Los vacunados son unos privilegiados. Son personas que acceden a una inmunidad de hasta un 95% de eficacia. Han recibido algo que la mayoría no hemos recibido. Un acto solidario por su parte sería proveer plasma para las personas que puedan enfermar gravemente en el futuro. Un vacunado que dona un día 750 mililitros permite tres tratamientos para tres ancianos”, ha señalado.
Fuente: Diario El País