El 6 de enero, la iglesia latina celebra la fiesta de la “epifanía del Señor”. Para todos los que tienen una gran incidencia de la cultura hispánica, es la fiesta de los reyes magos.
La epifanía proviene del griego: επιφάνεια que significa «manifestación», es un acontecimiento religioso. Pero esa manifestación no es solo del Dios de los cristianos, hubo varias manifestaciones epifánicas en la historia de las religiones. Para muchas culturas las epifanías corresponden a revelaciones o apariciones en donde los profetas, chamanes, médicos brujos u oráculos interpretaban visiones más allá de este mundo.
En el antiguo testamento tenemos muchas manifestaciones del Dios de Israel a los profetas: a Abrahán, Noé, Elías, Eliseo, etc. Pero sin duda la más famosa de todas es la manifestación de la divinidad por medio de la zarza ardiente a Moisés en el monte Sinaí. En el nuevo testamento, también habrá una serie de manifestaciones de la divinidad. Jesús dará a conocer su divinidad a diferentes personas y en diferentes momentos los cristianos reconocen como epifanías cuatro eventos, a saber:
La Epifanía ante los magos de Oriente.
La Epifanía a San Juan Bautista en el río Jordán.
La Epifanía a sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro del agua transformada el vino en Cana de Galilea.
La trasfiguración de Jesús en el monte Tabor.
Pero el 6 de enero, dijimos, es la de los “magos”.
Leemos en el texto del evangelista Mateo 2. 1-12: “Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.’ En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: ‘En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: 6.Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.’ Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: ‘Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.’ Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.”
Desmenucemos, ahora, un poquito el texto para saber de qué se trata todo este tema.
¿De qué Oriente habla el relato? Oriente para los judíos era la zona de Arabia, Persia o Caldea.
¿Qué significaba mago? Obviamente no tenía la connotación que este vocablo posee hoy día de sacar conejos de la galera. La palabra «mago», proviene del persa maguusha, que significa sacerdote. Llegó al griego como μάγος magos, plural: μάγοι, magoi, refiriéndose a una casta de sacerdotes persas o babilonios, que estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios. Del griego pasó al latín como magus, plural magi, /mágui/ de donde llegó al español mago. El sentido original de la palabra se refería a los sacerdotes medos y persas. En términos modernos se refiere a una especie de astrólogo, que eran los primitivos astrónomos. Estos sacerdotes presumiblemente pertenecían al zoroastrismo fueron considerados por los tres imperios persas como los guardianes del legado de Zaratustra.
Entonces si eran sacerdotes del zoroastrismo ¿de dónde proviene lo de reyes? En el texto bíblico no menciona jamás que lo fueran. Es por una yuxtaposición que realizó la Iglesia dado que provenían de la zona de la cual habla el salmo 72 (10 -11) que dice: “Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones”.
¿Cuántos eran y que nombres tenían? Tampoco el texto bíblico nos dice algo al respecto. No se menciona la cantidad ni sus nombres. San León Magno del S. IV y San Máximo de Turín del S. V, hablan de tres magos basados en los regalos que llevaban. En los primeros siglos del cristianismo hay representaciones pictóricas en los que aparecen dos, cuatro, seis y hasta ocho magos. No obstante, el fresco más antiguo de la adoración de los magos data del S. II el cual se encuentra en un arco de la capilla griega de las catacumbas romanas de Priscila y allí aparecen tres. Las primeras referencias parecen sus nombres pueden remontarse al siglo V a través de dos textos, el primero titulado Excerpta latina bárbari, en el que son llamados Melichior, Gathaspa y Bithisarea; y en otro evangelio apócrifo “el Evangelio armenio de la infancia de Jesús” donde se les llama Baltasar, Melkon y Gaspar. Los nombres son además diferentes según la tradición siríaca: Larvandad, Gushnasaf y Hormisdas. Es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia) donde se lee por primera vez los nombres de los magos en forma pública y ellos están vestidos a la moda persa tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al niño en la rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar, que supuestamente equivalen en griego a Appellicon, Amerín y Damascón y en hebreo a Magalath, Serakin y Galgalath.
Veamos ahora, un poco sobre la iconografía de los magos de oriente. Es una de las más antiguas en el mundo artístico. En ocasiones viene a tomar parte del episodio de la Navidad. Y están incorporadas a la iconografía del pesebre. Como mencionamos más arriba, el pasaje de la adoración ya se representaba en las catacumbas romanas de santa Priscila donde puede verse a María en el extremo de la obra y a los tres magos llevando sus regalos sobre bandejas muy simples. El antecedente de esta representación está en las obras de la Roma antigua en que las personas del pueblo sometido llevan presentes al romano vencedor durante la ceremonia conocida como triunfo. En el siglo V cambia la disposición de la escena situando a María en el centro. En época bizantina aparece en la escena un ángel que lleva una estrella y uno de los Magos hace una genuflexión. En Occidente y durante la Edad Media se suele vestir a los Magos con manto real y con corona. Sus regalos van en recipientes lujosos que se suponen hechos de metales preciosos. En el siglo XIII es frecuente un modelo en el que el primer rey se arrodilla y el segundo mira al tercero para mostrarle la estrella. Los diseños fueron mutando según las regiones y las costumbres.
Pero los magos, ¿cuándo adquieren la fisonomía que hoy poseen? Como leímos las representaciones más antiguas no poseen ninguna distinción de raza entre ellos, recién en el S. XV, van apareciendo tal y como los conocemos hoy día. Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos. Y las tres edades de la vida: la ancianidad, la edad adulta y la juventud. En verdad es que todavía no se sabía de la existencia del continente americano ni el continente australiano ni el continente antártico. Es decir que nos faltaría tres reyes más para representar a todos los continentes.
¿Que ofrecieron a Jesús y por qué?: oro, incienso y mirra. Leemos en el texto del evangelio: “…Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Mateo 2,11.
Oro: El oro es el regalo que se da a los reyes, el metal más preciado, sirve para reconocer la realeza y grandeza de esa persona. La reina de Saba otorgo este regalo al rey Salomón: “Luego dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, mucha especiería y piedras preciosas. Nunca llegó tal cantidad de especias como la que dio la reina de Saba al rey Salomón.”1Reyes 10,10.
Incienso: el incienso en la biblia así como en la cultura hebrea y judía se usaba para ofrecérselo a Dios, se quemaba delante de Dios para ofrecer sacrificios, la Iglesia católica aún hoy lo sigue haciendo. Por tanto, es una prueba de la divinidad de Cristo, ofrecerle incienso, como a un auténtico Dios. El evangelista Mateo nos quiere decir que los magos reconocieron la divinidad del niño recién nacido y por eso le ofrecieron incienso, como sacrificio agradable a Dios: “Uno de ellos tomará un puñado de la flor de harina de la ofrenda, con su aceite y todo el incienso que está sobre la ofrenda, y lo hará arder sobre el altar como un memorial de olor grato a Dios.” Levítico 6,15.
Mirra: La mirra la usaban los judíos para embalsamar los cadáveres, pero también se usó como perfume para las personas y objetos. Es símbolo entonces de lo humano, de lo material, de lo carnal. Nos viene a enseñar que Cristo se hizo carne, humano, verdadero hombre, y murió por nosotros, por eso necesitó ser embalsamado con mirra. “También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de aloes, como cien libras.” Juan 19,39.
Los magos, advertidos por un sueño de las intenciones del rey, no volvieron a Jerusalén. Herodes, entonces, ordenó dar muerte a todos los niños menores de dos años residentes en Belén, episodio conocido como la matanza de los inocentes. La cual es un relato en espejo entre la vida de Jesús y Moisés. Ningún historiador que refiere la vida de Herodes narra dicho genocidio.
Luego de este relato bíblico los magos desaparecen de los textos evangélicos, pero reaparecerán en la antigüedad. Elena, la madre de Constantino, dará con unos restos que los nativos de de Saba adjudicaban a los magos de oriente en el año 300 d.C., estas fueron custodiadas en Constantinopla hasta que el emperador Manuel se las obsequia a san Eustorgio al ser nombrado arzobispo de Milán en 1148. En 1163 el emperador Federico Barbaroja saquea la ciudad de Milán roba las reliquias de los magos y las entrega al arzobispo de Colonia (actual Alemania), Reinaldo de Dassel en 1164. Desde entonces las reliquias de los magos atrajeron una corriente constante de peregrinos a Colonia. La construcción de la actual catedral de Colonia se empezó en 1248 para albergar estas importantes reliquias. La construcción de la catedral tomó 632 años y es actualmente la iglesia gótica más grande de Europa septentrional. El relicario que contiene los restos de los magos es el más grande del mundo y es una obra de orfebrería extraordinaria de incalculable valor. Tiene unas dimensiones aproximadas de 110 cm de ancho, 153 cm de alto, y 220 cm de largo. Los tres sarcófagos están superpuestos tomando la forma de una especie de basílica: dos sarcófagos descansan pegados el uno al otro, y el tercer sarcófago descansa sobre las aristas superiores de los otros dos. Los laterales están completamente cubiertos, así que no hay espacio visible entre los sarcófagos. La estructura básica está hecha de madera, recubierta de oro y plata y decorada con filigranas, esmalte, y unas mil piedras preciosas. Estas últimas incluyen muchos camafeos y piezas grabadas, alguna aún precristiana.
El 20 de julio de 1864 el relicario se abrió y fueron descubiertos restos humanos y monedas. El informe de un testigo ocular cuenta: “En un compartimiento especial del relicario que ahora se ve —junto con lo que queda de antiguas, viejas y podridas vendas, probablemente de biso, y con restos de resinas aromáticas y sustancias semejantes— numerosos huesos de tres personas, que bajo la guía de varios expertos presentes se podrían reunir en cuerpos casi completos: uno en su juventud temprana, el segundo en su virilidad temprana, el tercero más bien envejecido. Dos monedas acuñados sólo por una cara, acompañaban lo anterior; uno mostraba una iglesia el otro mostraba una cruz acompañado de la espada de mando a un lado y del báculo obispal al otro” esta demás decir que no se pudo demostrar si eran o no los restos de los magos de oriente, sí que eran restos muy antiguos y muy venerados. Pero nada se pudo certificar que sean fehacientemente los restos de los magos que se mencionan en los evangelios.
Con el tiempo en países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (el 6 de enero) y la festividad de los reyes magos, conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que representaban justamente ese mundo de los que no eran judíos. Poco a poco se fue olvidando el significado verdadero de la palabra epifanía y la convirtió en un sinónimo de adoración de los magos. Asimismo surgieron las tradiciones especialmente en los países de raíces hispánicas.
Fuente: Infobae