En una entrevista publicada por el medio La Vanguardia, el mítico actor galés expone detalles de como afronta la preparación para intrepretar a un personaje. Hopkins es un fuerte candidato para ganar una vez más el premio Oscar por su papel en la producción cinematográfica El Padre, basada en la obra de teatro de Florian Zeller.
A punto de cumplir los 83 años este 31 de diciembre, el gran actor sigue insistiendo en que su método consiste en aprenderse bien su texto y dejarse llevar por el guión. Quien además compone música, toca el piano, pinta y ha dirigido tres películas parece hablar en esta entrevista con el corazón en la mano. ¿Es simplemente otra actuación? Probablemente no, pero sus palabras emocionan, porque diga lo que diga, quien fue Nixon, el rey Lear, C.S. Lewis y el padre del Zorro siempre crea un impacto en su interlocutor.
Hemos visto muchas historias sobre personas con demencia, pero nunca se ha contado la experiencia desde quien la sufre. ¿Tuvo que aprender todos detalles sobre las circunstancias de este hombre para poder comprenderlo?
No, simplemente me aprendí mis diálogos...
¿Es algo que hace con todos su personajes?
Si, con todos. Sé que puede parecer una respuesta trivial pero no le encuentro sentido a explorar al personaje desde todos los ángulos, profundizar en la escena e involucrarme intensamente en su situación, porque he estado haciendo esto durante mucho tiempo y este papel tal vez sea un adelanto de lo que me espera. No sufro pérdida de la memoria aún pero he tenido que bajar el ritmo. Debo admitir que Florian Zeller al ponerle Anthony de nombre a este personaje hizo que todo fuese más fácil para mí, aunque yo agregué algo al guion. En la escena en la que estoy en el consultorio y la médica me pregunta la fecha de nacimiento yo dije "31 de diciembre", que es mi cumpleaños en la vida real. El único problema fue que me comenzó a doler el cuerpo. La única explicación que tengo, y puede ser una teoría absurda, es que el cerebro no es tan astuto como creemos, no tiene sentido del humor como para entender que sólo estoy interpretando a un hombre con demencia.
Su cerebro se cree el personaje...
El cerebro cree que estoy envejeciendo y no hay forma de explicarle que todo se trata de un juego. Lo cierto es que me dolía el cuerpo, particularmente la espalda, y creo que tuvo que ver con irme metiendo inconscientemente dentro del papel. Aún así, yo me tomo todos los papeles de la misma manera. Voy al plató a divertirme un poco y a disfrutar la experiencia. Lo pasé muy bien con Olivia Colman, Olivia Williams, Rufus Sewell e Imogen Poots. Fue la experiencia más disfrutable de estos últimos tiempos y cuando la gente me pregunta cómo puedo disfrutar de algo así, les explico que me encanta trabajar, salir de mi casa y hacer algo diferente. Es algo novedoso para mí. Pero es lo que he estado haciendo durante toda mi vida, y he tenido la suerte de trabajar con grandes actores como Sir Laurece Olivier, John Gielgud, Peter O'Toole y Katherine Hepburn. Recuerdo que ellos tampoco le daban más importancia a su trabajo del que tenía. Simplemente llegaban puntuales al plató, hacían su trabajo y se volvían a sus casas.
Olivia Colman es un poco como usted, no vive 24 horas metida en el personaje...
Así es. Es que cuando has pasado mucho tiempo en esta profesión llegas a un punto en que te lo tomas todo con mucha mas calma. Ella también es un poco así. Recibes el guion, que es como una hoja de ruta, y te aprendes tus diálogos. Uno no necesita analizar demasiado el mapa para llegar de Los Ángeles a Las Vegas, lo sigue, eso es todo. Lo mismo vale para el guion, lo haya escrito Christopher Hampton, Florian Zeller, Tennessee Williams o William Shakespeare. Cuando filmamos la primera escena con Olivia, no la ensayamos, simplemente la hicimos porque nos alcanzaba con escucharnos. Una vez leí una entrevista con Meryl Streep en la que le preguntaban si hacía falta una intensa concentración para poder actuar, y ella respondía que no, que todo lo contrario, que la intensidad era lo que menos se necesita, que hay que poder relajarse. Y es exactamente así. Uno tiene que hacer su tarea antes de ir al plató, y hacer la tarea es aprenderse los diálogos a la perfección. Eso es lo que yo hago. Me los aprendo tan bien que los digo con mucha naturalidad. Cuando era más joven quería que todas mis escenas fueran muy reales e intensas pero llegó un momento en que entendí que tenía que relajarme un poco.
Lo apasionante de la película es que nunca sabemos qué es verdad y qué es imaginado. ¿Cuál es el significado de la palabra ilusión para usted?
Mi vida parece una ilusión. Cuando miro hacia atrás es como si alguien me hubiera escrito un guion. No se cómo fue que mi vida se fue desarrollando más allá de mi control, por lo que en cierta forma no puedo atribuirme el crédito por todas las cosas buenas que me han pasado. Puede sonar un poco místico pero todo parece ser una ilusión para mi. Miro hacia atrás y me pregunto si de verdad pasaron todas esas cosas. Pero la vida también es dura, la gente se muere, como mis padres y mis abuelos. Mucha gente que conocí ya no está y yo sigo aquí, a punto de cumplir los 83. Me pregunto cómo hice para sobrevivir, y de verdad se siente como si fuera la vida de otra persona. Al final de El padre el personaje dice que siente que sus ramas están perdiendo todas sus hojas por el viento y que no tiene donde apoyar su cabeza para descansar. Eso es lo trágico que tiene la vida, todos tenemos que enfrentarnos a la muerte. Nadie puede irse de este planeta vivo. Esa es la perspectiva que me ha dejado trabajar en esta película, que hay que disfrutar del hoy porque uno nunca sabe cuando todo se va a terminar
Este hombre se desespera cuando nota que las cosas han cambiado de lugar. ¿Cuán obsesivo es usted con respecto al orden en su casa?
Eso se lo tendrías que preguntar a mi mujer. No soy obsesivo, pero me gusta que haya cierto orden porque sé que crearé un gran caos en mi casa de una manera u de otra. Sé que apilaré los libros y que luego se me caerán encima. Es que yo siempre tuve espíritu de trabajador de feria. De niño me atraían los circos, por el caos que traían a la ciudad y en otros tiempos me encantaba pasar de una filmación en una ciudad a la siguiente en otra. Aunque mi vida ya no es tan caótica no me molesta si mi gato se sienta en mi silla. La vida es demasiado corta para preocuparse por ese tipo de cosas. Pero tampoco es que me gusta vivir en el caos. Por ejemplo cuido mi alimentación y no como cosas que puedan taparme las arterias. Tengo una dieta bastante sana y no soy un gourmet a la hora de comer. Mientras tenga buen sabor me alcanza. Por la mañana desayuno avena y un batido de proteína, y luego una hamburguesa vegetariana para el almuerzo. Pero no soy obsesivo, no planifico nada. De pronto me levanto y me pongo a tocar en el piano a Rachmaninoff porque me da la gana y luego a Brahms, solo por el placer de hacerlo.
¿Qué es lo que hace para mantenerse en forma?
Hago ejercicio. Tengo un gimnasio en mi casa, con una cinta para caminar, hago pesas y soy bastante fuerte. Nací así, siempre fue mi complexión física, muy musculosa. Son mis genes galeses. Me ejercito cinco días por semana, leo mucho, hago meditación, y por sobre todas las cosas trato de mantener un buen espíritu. A veces me amargo pensando en la situación que estamos atravesando, pero me recuerdo a mi mismo que el mundo ha pasado por crisis peores y que yo soy un gran afortunado. Llegué a Estados Unidos muchos años atrás y aquí llevo una muy buena vida, y me ha ido maravillosamente bien en una industria que es muy difícil. De verdad he pasado por tiempos peores. Recuerdo los años de la posguerra en Inglaterra y en Gales. Yo nací justo antes de la Segunda Guerra Mundial y todavía me acuerdo del final del conflicto, aunque en mi casa no sufrimos demasiado. Pero miro muchos documentales, me fascinan los que retratan esa Europa destrozada por la guerra, la devastación, los horrores, los millones de muertos. Miro el mundo en el que vivimos hoy y si bien no es un buen momento y es una época muy extraña, sé que vamos a sobrevivir.
¿Cómo ha lidiado con el confinamiento?
Simplemente lo acepté. No quiero correr riesgos porque ya estoy mayor y por eso he estado encerrado desde que todo comenzó en marzo. Me he acostumbrado a vivir así. Leo, pinto, toco el piano. No me faltan cosas para hacer y lo paso muy bien. Nadie sabe cómo va a terminar esto pero tampoco me lo cuestiono demasiado. Estuve trabajando sin parar durante los últimos 5 o 6 años, por lo que no está mal tomarme un buen descanso. Lo más difícil es aceptar que no hay otra alternativa, que tengo que estar aquí hasta que todo esto se termine. El último trabajo que hice fue El padre y ya ha pasado bastante más de un año desde entonces, porque terminamos en julio del año pasado. De todos modos no me quejo, he trabajado mucho como actor y este es el momento de quedarme en casa y no pensar demasiado.
¿Qué es lo que ha pintado en estos días?
Por lo general pinto caras, ojos y no trato de innovar demasiado. Nunca estudié pintura. No tengo una preparación académica por lo que me dedico a improvisar. Tengo un estudio muy pequeño en la casa, pongo un lienzo y comienzo a pintar, sin ninguna planificación. No tengo la menor idea de lo que estoy haciendo. Un amigo mío que falleció, Stan Winston, quien diseñó Mundo Jurásico, vino un día a mi casa en Malibú a comer una barbacoa. Él sí era un artista de verdad, que había estudiado mucho. Fue al baño y tuvo que pasar por mi estudio, vio mis pinturas y me preguntó quién las había hecho. Yo me avergoncé un poco y le dije tímidamente que las había hecho yo. Me preguntó por qué me ponía así y le expliqué que nunca había estudiado pintura. Y el me respondió que no estudiara, que simplemente pintara. Pinto sin ningún objetivo, pero mis cuadros se exponen en galerías en Las Vegas y Hawai y la gente los compra. Me encantan los colores y estoy experimentando con eso en este momento. Estoy intentando hacer pinturas hispanas, copiando los colores de Colombia. Mi esposa, Stella, es colombiana y mi plan es mandarle uno de mis cuadros a su hermano para ver qué opina. Lo hago todo como un experimento, y no es algo en lo que piense demasiado.
En pocos días cumplirá los 83, ¿cómo lo piensa celebrar?
No me gustan mucho las fiestas. Cuando era más joven lo celebraba pero no recuerdo cuándo fue la última vez que lo festejé. Hice fiestas para los 60, para los 70 y para los 80. Pero no tengo ningún plan. Voy a tener 83 y eso será todo. Tampoco sé si estará permitido invitar a alguien a la casa. Como mucho soplaré una velita. No será una gran ocasión. He cumplido ya unas cuantas veces, es simplemente más de lo mismo.
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