Las declaraciones del mandatario ruso Vladimir Putin, en su tradicional rueda de prensa anual, encendió las alarmas en todo el mundo. Aseguró que la vacuna rusa Sputnik V no está aprobada para mayores de 60 años: “La Sputnik-V está aprobada para un determinado grupo de edad, de 18 a 60 años. A la gente como yo la vacuna todavía no llega”.
Lo cierto es que ya desde septiembre, con los primeros resultados analizados por publicaciones especializadas en ciencia como The Lancet, se advertía que la vacuna de Rusia contra la pandemia había sido probada en escasa cantidad de personas y fuera del mayor grupo de riesgo según la edad.
En este contexto, de acuerdo al médico infectólogo Eduardo López, las declaraciones de Putín están relacionadas a que aún no se publicaron los resultados de Fase III donde se incluye a personas mayores: “La vacuna en el estudio de Fase III incorpora a adultos mayores que es la fase que liberaron a la prensa pero que no está publicada con los datos. Lo que dijo Putin es verdad pero tendría que haber aclarado que aún faltan esos datos, ya que si esto fuera cierto la vacuna no tendría ninguna utilidad”.
“Lo mismo sucede con el resto de las candidatas, por eso en mi opinión los científicos rusos deberían publicar cuanto antes sus resultados de Fase III y despejar todas las dudas en torno a la vacuna Sputnik V”, enfatizó López.
En esta misma línea, la doctora Ángela Gentile, jefa de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de Argentina, informó que resta esperar datos de la Fase III: “Estamos a la espera de los datos y obviamente lo importante es que las vacunas funcionen en los grupos que tienen mayor riesgo de complejidad con esta enfermedad. Por ahora estamos esperando los datos de Rusia, quienes nos han dicho que en breve están llegando”.
Para el médico infectólogo Roberto Debbag, esto supone un gran obstáculo en el mundo: “Siempre se recomiendan las vacunas para los mayores de 65 años así como para los que tienen comorbilidades y los trabajadores de salud que estén en prioridad en este caso porque atienden pacientes con COVID-19″.
“En Argentina el promedio de edad de las personas fallecidas es de 72 años, por ende, todas las vacunas deben ir dirigidas a las personas mayores de 65 años. Inicialmente, con las pocas dosis que vamos a disponer de una vacuna contra el COVID-19, debe ser priorizada para los mayores de 65 años, es decir que gran parte del total de las dosis debe estar dirigida a esta población”, explicó Debbag.
De acuerdo al infectólogo Lautaro de Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, tal vez cuando se hacen los subanálisis dividiendo distintos grupos, se puede observar que la eficacia es menor en estos grupos, pero aún resta conocer la información: “Una cosa es el resultado global y otra es el parcial en determinados grupos. De eso se trata y por eso es importante la publicación de los datos, el análisis por pares y la revisión que realizan las autoridades regulatorias, que evalúan todo el estudio y no solamente un dato aislado”.
Por eso, resta esperar que los científicos a cargo de Sputnik V publiquen los datos sobre la Fase III que incluye a los adultos mayores en las pruebas clínicas. En la última conferencia, Denis Lugunov explicó que falta poco para que eleven los datos: “Estamos listos para compartir cualquier tipo de información sobre nuestros ensayos y preparemos la publicación para publicarla en la revista científica The Lancet”, enfatizó Lugunov.
Por el momento, los datos publicados en The Clinical Trials revelaron que se llevaron a cabo pruebas en adultos mayores de 60 años pero que aún no se han publicado los resultados.
Sputnik V no posee ningún elemento del coronavirus en su composición y es la primera vacuna registrada en el mundo a base de una plataforma probada basada en vectores adenovirales humanos.
El fármaco utiliza una tecnología de adenovirus humano de dos vectores diferentes, Ad5 y Ad26, para una primera y una segunda inyección. Sin embargo, Sputnik V no contiene adenovirus humanos vivos, sino vectores adenovirales humanos que no son capaces de multiplicarse y son completamente seguros para la salud.
Los “vectores” son vehículos que pueden introducir material genético de otro virus en una célula. El gen del adenovirus, que es el causante de la infección, se sustrae y en su lugar se inserta un gen con el código de la proteína de otro virus. El elemento insertado es seguro para el organismo y ayuda al sistema inmunológico a reaccionar y producir anticuerpos que nos protegen de la infección.
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