China se está preparando para la guerra espacial contra los Estados Unidos y otras potencias. Según el Pentágono, la potencia asiática está invirtiendo agresivamente y a largo plazo en el desarrollo de armas diseñadas para destruir o inutilizar satélites enemigos.
Son palabras del contraalmirante de la armada Michael Studeman, máximo responsable de la inteligencia norteamericana en el Pacífico, que ha afirmado esta semana que el ejército chino están desarrollando armas antisatélite con capacidad de ‘cegar, bloquear y destruir naves espaciales tanto desde la superficie como en órbita’.
Al parecer, el Pentágono lleva monitorizando estos desarrollos desde hace años y, según Bloomberg, los avances chinos respresentan “el mayor reto para la planificación de la defensa norteamericana”.
La nueva carrera espacial también es militar
Studeman afirma que habrá una “carrera de medidas, contramedidas y contra-contramedidas”. El Pentágono, dice, ya ha identificado el desarrollo de sistemas láser terrestres con la capacidad de “dañar o destruir sensores sensibles en órbita de baja altitud”. De hecho, admiten que todavía no saben cómo contrarrestar ese arma que podría limitar la capacidad de la red espacial de inteligencia militar norteamericana en caso de conflicto.
Pero China no sólo quiere limitarse a este tipo de armas de defensa pasivas, sino desarrollar armas orbitales con capacidad de lanzar proyectiles que destruyan naves enemigas. Al contrario que en películas como Star Wars, la guerra espacial no sucederá con cazas de combate ni entre destructores a corta distancia, sino con proyectiles sólidos lanzados desde miles de kilómetros de distancia para atravesar el blindaje de cualquier nave y destruirla sin posibilidad de defensa alguna (por ahora).
El aumento de la actividad ofensiva espacial china no ocurre en el vacío. Tanto Estados Unidos como Rusia tienen capacidades similares. Según palabras de Studeman en la conferencia, “ellos han observado nuestra capacidad espacial y quieren igualarla o excederla para ser capaces de dominar y garantizar la maniobrabilidad que necesitan para asegurar su objetivos si estuvieran en una lucha”.
Recientemente Rusia ha anunciado el desarrollo de una nave espacial llamada Zeus que, según el gobierno de Putin, tendrá la capacidad de inutilizar y destrurir satélites y naves enemigas usando pulsos electromagnéticos y rayos láser de alta potencia.
Los rusos del Arsenal Design Bureau — la división armamentística de la agencia espacial rusa Roscosmos — afirman que utilizará un motor nuclear y podrá maniobrar en el espacio durante años utilizando un motor de iones de potencia en de 'varios megavatios0. De ser cierto, sería un avance soprendente en este tipo de motores que fueron originalmente desarrollados por la Unión Soviética.
China asegura que también está invirtiendo grandes cantidades en el desarrollo de motores de iones de gran potencia con el objetivo de viajar a Marte en sólo 39 días. Es el mismo tipo de motor con la que ahora opera su actual estación espacial, la primera en la historia en tener un motor de iones. Como todo, este tipo de avances puede utilizarse para aplicaciones espaciales pacíficas o militares, a pesar de los tratados internacionales que prohíben el uso de armas en el espacio.
Por su parte, la fuerza espacial norteamericana está construyendo 48 armas terrestres — con el nombre en clave ‘Meadowlands’ — diseñadas para inutilizar temporalmente a satélites rusos y chinos. Eso y su transbordador militar que pasa meses en órbita en misiones secretas son las únicas cosas que, por ahora, admiten los estadounidenses.
¿Objetos volantes no identificados?
Esta actividad militar espacial coincide con el renovado interés en los OVNIs por parte del gobierno norteamericano.
El Pentágono sospecha que los objetos volantes no identificados observados por sus pilotos de combate pueden ser proyectos aeroespaciale secretos chinos o rusos. Pero, como apunta Studeman con su comentario de “carrera de medidas, contramedida y contra-contramedidas”, este tipo de informes son también parte de otra carrera: la de la propaganda de estas tres superpotencias. Como cuando el Presidente Ronald Reagan lanzó su iniciativa Star Wars, diseñada tanto para intentar crear armas espaciales que anulasen la capacidad nuclear soviética — que en su mayoría nunca se terminaron — como para asustar al Kremlin y forzar la caída del régimen comunista.
La realidad es que no sabemos ni si los OVNIs son rusos, chinos o — probablemente — norteamericanos. Tampoco sabemos si China realmente está cerca de tener este tipo de capacidad ofensiva en el espacio. O si el Zeus de Putin — que según su gobierno ha costado 47 millones de euros y estará acabado en julio de 2024 — es real o no.
Lo que sí conocemos con seguridad es que las tres potencias siguen gastando dinero en el desarrollo de nuevas armas secretas y no tan secretas mientras compiten en llegar a la Luna o Marte.