Es difícil llegar a Venecia. 25 millones de personas arriban en su mayoría al aeropuerto cada año: 68,500 por día. La llegada es un ejercicio que se toma con calma: cientos o miles en una cola lenta jalando sus pequeñas maletas de rodillos, sobre largas bandas eléctricas para evitar el tumulto.
Desde el momento en que se pone un pie fuera del avión, (se puede también llegar a través del Puente de la Libertad desde la localidad de Mestre), comienzan a escucharse, como en la Torre de Babel, diferentes lenguas pronunciadas por la variedad de turistas que visitan la ciudad. No hay empleados crispando los nervios a los visitantes al venir desde otro país de la Unión Europea. Venecia vive para y por el turismo.
Ahora la cola dura, tarda, salvo para unos pocos que avanzan victoriosos por las bandas eléctricas. Van de prisa hacia los puestos de venta para adquirir un boleto por 15 euros en el transporte público, el vaporetto, que los lleve hacia la ciudad en hora y media por el gran canal de Venecia, y si tienen los recursos económicos, viajan en los taxis acuáticos, (“speed boats”) con un costo de 150 euros y llegar a su destino mucho más rápido. Para que quede claro que aquí las clases sociales se evidencian desde la llegada.
La población de Venecia, contrario a lo que sucede en otras ciudades, según algunas estimaciones pierde un millar de habitantes anualmente. Una decadencia demográfica similar a la peste bubónica, solo que causada por la saturación turista. Los residentes se van cansados agitados por la marea de visitantes que invaden sus estrechas calles y los gigantescos cruceros que ocultan con su sombra los viejos palacios.
Venecia está construida en la Laguna de Venecia, una laguna costera de agua salada localizada en el norte del Mar Adriático, sobre palos de madera insertados a mano en el barro a través de la historia, donde se asientan palacios, iglesias y puentes.
Parece estar construida sobre el agua, pero la realidad es que la ciudad está levantada sobre un primitivo atolón que formaba un archipiélago de 118 islas unidas.
Aunque existen una serie de mecanismos de prevención de inundaciones producidos por los cimientos debajo del lodo donde no hay oxígeno y de esa forma evitar la descomposición de los pilotes, la ciudad se está hundiendo poco a poco.
¿Cómo te llamas? Le pregunté al gondolero que nos llevaba por los estrechos canales o vías de la ciudad y que había comenzado a tararear una canción en español.
- “Matía - sin la S”, respondió risueño.
¿Cuál es tu nacionalidad?
- “Soy uno de los 50 mil venecianos que vive en esta tierra de 157 km cuadrados, aunque Venecia tiene una superficie total de 415 km, la mayoría es agua”, dice sin una sombra de duda.
Matía es un hombre fornido, alto, de unos 45 años, pero asegura que tiene 36. Su profesión es gondolero, esa ola de 600 hombres, porque no vi ninguna mujer conduciendo una góndola, que lleva los turistas en esas barcazas exquisitas que se relacionan con el amor. Su semblante era jovial y mantenía la lengua materna y la esperanza de que el mañana siempre será mejor.
Matía se graduó, después de año y medio de clases teóricas y prácticas, de cómo conducir por los estrechos canales una góndola, llevando, a veces, hasta seis personas. Sin embargo los viajes son en su mayoría con dos personas que lo disfrutan como un viaje de enamorados.
¿Cómo aprendiste español?
“Me lo enseñó mi novia peruana”.
Pero hablas con un acento español y no peruano.
“ jajajajaj, es que luego me hice de una novia española, y ella me depuró el castellano”.
Y no te dan ganas de irte de Venecia, decir: me olvido de todo esto.
“ No, me encanta Venecia y no me va mal. Trabajo casi todo el año y cuando viene el invierno en los meses de enero y febrero y la temperatura baja a 10 grados menos cero y los turistas huyen de aquí me dedico a descansar y viajar por otras ciudades.
Matía, ¿dónde depositan las aguas negras en Venecia?
“ Dónde si no. Aquí en los canales. Hay más de 7.000 fosas o tanques sépticos, o sea , un sistema de alcantarillado no centralizado, la parte sólida se queda en esos tanques que cada año o dos se limpian y el líquido va a los canales”
¿Por eso Venecia huele a veces mal?
“Cuando es verano y las mareas son bajas hay un olor a huevo podrido.”
Aunque Matía aseguró que el mal olor era producido por las aguas residuales, también en ese olor a podredumbre colabora el millón de toneladas de algas depositadas en el fondo de la laguna que al disminuirse el oxígeno se pudren.
Venecia está construida sobre un archipiélago de 118 pequeñas islas (incluyendo a Murano, Burano y Torcello), unidas casi todas por 455 puentes. En el interior de la ciudad no hay tráfico rodado (carros, bicicletas, patinetas, patines o cualquier otro vehículo), siendo la navegación por los canales el medio de transporte y que la convierten en una ciudad totalmente peatonal. Desde el principio los venecianos tuvieron la ilusión y habilidad para convencer a las personas lejanas que valía la pena venir a conocer sus atractivos. No era fácil.
Ahora, Venecia es un lugar deseado por miles y miles de personas. Miles de españoles, alemanes, suizos, austríacos, ingleses, algunos gringos y latinoamericanos (colombianos y venezolanos) que buscan un turismo diferente donde sobran los restaurantes con comida de varios precios. Por supuesto que las pastas y la pizza son un atractivo espectacular.
Aquí todo es centro, todo es suburbio, todo es agua y angostos pasadizos. No hay calles, no hay encuentros, no hay pic nics, ni las personas se pueden sentar en el piso, ni pueden realizar una tomatinga en la calle; hay solo recorridos, desplazarse de un punto a otro punto, todo te protege de las casualidades; otra forma del orden que todos respetan o sufren las consecuencias de multas que van de los 60 a los 500 euros.
A partir de las 10 de la noche la ciudad se calma. Los turistas se refugian en los hoteles y restaurantes. Es entonces cuando la experiencia de pasear por las calles oscuras y estrechas se hace misteriosa y especial.
La vida nocturna de club prácticamente es inexistente, siempre hay conciertos de jazz o música clásica a precios populares y bares con terraza donde tomarse una cerveza, un vino o cocktail al aire libre es el deporte más extendido. El cocktail más popular es el compuesto de vino blanco, campari, agua con gas, una rodaja de limón y una aceituna. Las estrictas leyes sobre contaminación acústica hace que la mayor parte de los bares cierre a las 2 de la mañana.
Es difícil creer al llegar que sea una ciudad; después, poco a poco, los turistas se van acostumbrando. Es difícil creer que sea tan desigual; después, poco a poco, entienden que es una forma de sobrevivir.
“A mí me ha ido muy bien como gondolero. Trabajo mucho, todos aquí trabajan mucho”, sigue Matía su relato mientras pasábamos frente a la casa, según él, donde habitó Marco Polo quien trajo a Italia de China la pizza, que luego fue mejorada por los italianos.
“En esa otra casa, - señalando Matía un viejo castillo en estado lamentable a la orilla de uno de los canales - , vivió Casanova. Algo de él tengo”, soltando una gran sonrisa mientras arribábamos al lugar de llegada.
“Obrigado”, (gracias en portugués).”
Sabes español y también portugués?, le pregunté intrigado.
“Es que tengo una novia brasileña”.
La fila para comprar los tiquetes en el vaporetto para llegar a la isla Murano, Burano y Torcello era tediosa. (El viaje a la primera isla dura 40 minutos, y si prefiere el taxi unos cinco minutos). Dos empleados atendían sin ninguna prisa la venta de los boletos. Algunos vivillos que siempre aparecen en esas circunstancias, trataban de “colarse” y realizar una rápida compra.
Desde atrás un mujer italiana de unos 30 años, con cara de centuriona y una voz que retumbaba en el lugar, dio tres pasos hacia los intrusos de la fila y sin ningún miramiento, no solo los sacó de su intención sino que los mandó al último lugar de la fila. Cada vez que alguno intentaba realizar la misma maniobra, la mujer se encrispaba y dejaba una estela que hasta el más audaz prefería desistir en su empeño.
Murano es una isla chica, donde todos los lugareños se conocen y dejan la sensación que siempre están trabajando. El cristal soplado, desde hace muchísimos años, es su atractivo. Su origen se remonta desde hace varios siglos combinando colores y tonos irrepetibles compuesto por el rojo, verde y azul. Una demostración de los artesanos de cómo se forman las figuras de vidrio, le da al turista un aperitivo para llevarse diferentes artículos que van desde adornos, copas, dijes y jarrones espectaculares y coloridos.
Después de 50 minutos, Linda, (ese era su nombre que no le iba con su apariencia) la guía turística del vaporetto, anunció que el viaje ahora continuaba hacia la pequeña isla de Torcello donde habitan solo 20 residentes, pero miles de turistas llegan para visitar la basílica de Santa María Assunta, con sus mosaicos venecianos - bizantinos y restaurante y hoteles a lo largo del canal.
Linda, es una chica de 1,60 metros de estatura, cara ancha, muy amable y risueña, que en un español de guía turística, nos introdujo a Burano habitada por 3000 personas. Burano es otra isla separada de la ciudad por el gran canal, con calles llenas de armonía por sus casas pintadas de diferentes colores, casas que están entre lo más fino que la arquitectura sabe mantener. La isla es la ilusión de venecianos para demostrarle a los turistas que la vida es bella, serena y segura.
Las casas pintadas de colores vivos como el rojo, verde y azul, son una tradición de los antepasados habitantes que se dedicaban a la pesca. Las pintaron con esos colores para identificar la suya en noches oscuras y llenas de niebla al regresar a casa después de la pesca del día. Esa medida evitó que si alguno de los pobladores se equivocaba de vivienda y entraba por equivocación, o adrede a la de su vecino, terminara con algún muerto. Quizás esas eran las noches aprovechadas por el inquieto Casanova en sus ráfagas apasionadas.
Venecia es un experimento de punta: lo mejor y lo peor que el dinero puede hacer con una ciudad. Deshacerla, rehacerla, convertirla en un museo al aire libre tan distinto de lo que solemos considerar una ciudad. Venecia es un espacio en constante cambio o renovación o apropiación constante. Es, sobre todo, una vidriera para mostrar que aquí se está por el dinero, para el dinero del turista al que atienden muy bien. Venecia es bella, serena, armoniosa y segura.
** El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.