Durante la Guerra Fría, el avión Lockheed SR-71 era el que volaba más alto y rápido que ninguno. Y después de tantísimos años sigue haciéndolo.
Diseñado en secreto a finales de la década de 1950, el ‘Blackbird′ (su apodo por el color negro de su diseño para disipar el calor) era capaz de volar cerca del borde del espacio y superar a un misil. Actualmente ostenta los récords de mayor altitud en vuelo horizontal y de mayor velocidad para un avión no propulsado por cohetes.
Formaba parte de una familia de aviones espía construidos para aventurarse en territorio enemigo, sin ser derribados o incluso detectados, en una época anterior a los satélites y los drones. “Sigue pareciendo algo del futuro, a pesar de que fue diseñado en la década de 1950″, aseguró Peter Merlin, historiador de la aviación y autor de “Design and Development of the Blackbird”.
“Por la forma en que el fuselaje se dobla y el ala se curva y retuerce, parece más orgánico que mecánico. La mayoría de los aviones convencionales parecen haber sido construidos por alguien... este casi parece haber crecido”, agregó Merlin.
Puesto que el avión estaba diseñado para volar a más de 3.200 km/h, la fricción con la atmósfera circundante calentaría el fuselaje hasta un punto que fundiría un fuselaje convencional. Por ello, el avión se fabricó con titanio, un metal capaz de soportar altas temperaturas y, al mismo tiempo, más ligero que el acero.
Sin embargo, el uso del titanio suponía otros problemas. En primer lugar, hubo que fabricar un nuevo conjunto de herramientas, también de titanio, porque las de acero normales rompían el frágil titanio al contacto. En segundo lugar, obtener el metal resultó una tarea complicada.
“La URSS era, en aquel momento, el mayor proveedor de titanio del mundo. El Gobierno de Estados Unidos tuvo que comprar una gran cantidad, probablemente utilizando empresas falsas”, dijo Merlin.
Los primeros aviones volaban completamente sin pintar, mostrando una piel de titanio plateada. Se pintaron por primera vez de negro en 1964, tras comprobar que la pintura negra, que absorbe y emite calor de forma eficaz, ayudaría a reducir la temperatura de todo el fuselaje. Y así es como nació el ‘Blackbird′
Evolución del A-12 hasta el SR-71
El A-12 pronto evolucionó hasta convertirse en una variante diseñada como un interceptor, un tipo de avión de combate en lugar de un avión de vigilancia. En efecto, esto significaba añadir misiles aire-aire y una segunda cabina, para que un miembro de la tripulación manejara el equipo de radar necesario. Este nuevo avión, que se veía idéntico al A-12 excepto por la nariz, se denominó YF-12.
Mientras que el A-12 permaneció en secreto, la existencia del YF-12 fue revelada por el presidente Lyndon Johnson en 1964, y se construyeron tres de ellos para ser operados por la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Por esa época se fabricó una tercera variante, llamada M-21, que tenía un pilón en su parte trasera para montar y lanzar uno de los primeros drones. Se construyeron dos, pero el programa se detuvo en 1966 después de que un dron colisionara con su nave de lanzamiento, matando a uno de los pilotos.
El derivado final del A-12, con una cabina doble y mayor capacidad de combustible, se llamó SR-71, por “Strategic Reconnaissance” (reconocimiento estratégico), y voló por primera vez el 22 de diciembre de 1964. Esta es la versión que continuaría realizando misiones de inteligencia para la Fuerza Aérea de Estados Unidos durante más de 30 años, y se construyeron un total de 32, sumando 50 miembros de la familiar ‘Blackbird′
El fuselaje del SR-71 incluía algunos de los primeros materiales compuestos utilizados en un avión, lo que hacía que el avión fuera más difícil de detectar por los radares enemigos. “Fue básicamente furtivo antes de que se utilizara el término”, dijo Merlin.
Más rápido que un misil
Volando a una altitud superior a la que podía alcanzar el fuego antiaéreo, más rápido que un misil y apenas visible para el radar, el ‘Blackbird′ podía entrar en el espacio aéreo hostil prácticamente sin ser molestado. “La idea era que para cuando el enemigo lo detectara y disparara su misil, ya estuviera de regreso”, señaló Merlin.
“Pero esto fue antes de que tuviéramos enlaces de datos en tiempo real, así que tomaban fotos en película y llevaban la película a la base para ser procesada y estudiada”, añadió.
Como resultado, ningún ‘Blackbird′ fue derribado por el fuego enemigo. Sin embargo, su fiabilidad era un problema, y 12 de los 32 se perdieron en accidentes. También era un avión complicado de operar y volar. “Se necesitaba un ejército de personas para preparar el avión.
Una misión operativa del ‘Blackbird′ tenía esencialmente una cuenta atrás, como la de una misión espacial, porque había muchos preparativos tanto para la tripulación como para el vehículo, una cantidad increíble de esfuerzo y mano de obra”, dijo Merlin.
Los pilotos también tuvieron que vestirse de forma especial, debido a las condiciones extremas que se dan a gran altura. “Básicamente llevaban un traje espacial, el mismo tipo de cosa que luego se vería a las tripulaciones de los transbordadores espaciales”, comentó Merlin. “La cabina también se calentaba mucho al volar a altas velocidades, tanto que los pilotos solían calentar su comida en las misiones largas presionándola contra el cristal”.
Los ‘Blackbird′ nunca sobrevolaron el espacio aéreo soviético, algo que el Gobierno de EE UU dejó de hacer por completo tras el incidente de 1960, pero siguieron desempeñando un papel importante en la Guerra Fría y realizaron misiones en otros escenarios críticos como Medio Oriente, Vietnam y Corea del Norte.
En 1976, el SR-71 estableció los récords que aún mantiene: volar a una altitud sostenida de 85.069 pies, y alcanzar una velocidad máxima de 3.529 kilómetros por hora, o Mach 3,3. El programa se interrumpió en 1990, con un breve resurgimiento a mediados de la década de 1990, una vez que tecnologías como los satélites espía y los UAV (vehículos aéreos no tripulados o drones) se hicieron más viables y ofrecieron un acceso instantáneo a los datos de vigilancia.
El SR-71 fue volado por última vez por la NASA en 1999, que utilizó dos de los aviones para la investigación aeronáutica de alta velocidad y gran altitud. Desde entonces, todos los ‘Blackbird′ sobrevivientes se encuentran en museos.
Fuente: Diario La Razón España