En el verano de 2020, poco después de que el asesinato de George Floyd desató una reflexión masiva sobre la justicia racial en Estados Unidos, el teléfono de Carri Twigg no paraba de sonar.
A Twigg, socia fundadora de una empresa productora llamada Culture House, le pedían una y otra vez que revisara guiones de televisión o cine para detectar cualquier señal de alarma, sobre todo en materia de raza.
Culture House, cuyo personal está conformado en su mayoría por mujeres de color, se había especializado casi por completo en documentales. Pero tras unos meses de atender estas peticiones de revisar guiones, decidió transformar esta actividad en un negocio: abrió una nueva división dedicada exclusivamente a la consultoría.
“La frecuencia de estas solicitudes no parecía desacelerarse”, relató Twigg. “Entonces nos dimos cuenta de que esto era algo real que podíamos ofrecer como un servicio constante y cobrarlo”.
Aunque la empresa ha ofrecido estos servicios de consultaría durante poco más de un año —para clientes como Paramount Pictures, MTV y Disney—, esa labor ahora constituye el 30 por ciento de los ingresos de Culture House.
Culture House no es la única entidad en esta posición. En los últimos años, los ejecutivos de la industria del entretenimiento han prometido comprometerse genuinamente con la diversidad, pero siguen siendo criticados por quedarse cortos. Para demostrar que están tomando medidas en torno al tema, los estudios hollywoodenses han firmado contratos con múltiples empresas y organizaciones sin fines de lucro para que les ayuden a evitar el daño a la reputación que puede causar que se acuse de prejuicio a una película o a un episodio de una serie.
“Cuando se presenta una gran idea y luego solo se habla de sus implicancias sociales, eso debe ser doloroso para los creadores que dedicaron años de su vida al proyecto”, comentó Twigg. “Logran mostrárselo al mundo y luego ven que lo único que se dice al respecto son las maneras en que se quedó corto. Nosotros intentamos ayudar a que eso no ocurra”.
Sarah Kate Ellis, presidenta de GLAAD, la organización de defensoría, en su oficina en Manhattan, el 16 de enero de 2019.
El trabajo de consultoría cubre todos los aspectos de una producción. En ocasiones, las compañías consultoras resuelven dudas con respecto a la elección del reparto, así como los planes de comercialización. También pueden leer guiones para buscar ejemplos de prejuicios y analizar la posición que ocupan los personajes en la historia.
“No solo se trata de lo que dicen los personajes, sino también de los momentos en que no hablan”, explicó Twigg. “Hay ejemplos en que un personaje no tiene suficiente autonomía y termina usándose como un adorno; eso te va a causar problemas”.
Cuando una firma consultora trabaja por iguala, esto también puede incluir un cheque mensual garantizado de un estudio. Esta fuente de ingresos se desarrolló hace poco.
“El auge se ha visto de unos dos años para acá”, dijo Michelle Sugihara, directora ejecutiva de Coalition of Asian Pacifics in Entertainment, una organización sin fines de lucro. El grupo, llamado CAPE por su sigla en inglés, trabaja por iguala con algunos de los estudios más grandes de Hollywood, entre ellos Netflix, Paramount, Amazon y Sony.
Sugihara señaló que, de los 100 proyectos para los que CAPE ha ofrecido servicios de consultoría, alrededor el 80 por ciento se han realizado desde 2020 y “aumentaron mucho” tras los tiroteos en los salones de masajes de Atlanta en marzo de 2021. “Eso incrementó mucho la atención en nuestra comunidad”, afirmó.
Sugihara mencionó que su organización podía involucrarse en todas las etapas de producción. Como un ejemplo, relató que le dijo a un estudio que todos los actores que interpretaban a los héroes en un futuro proyecto de ficción parecían ser personas de piel clara de Asia oriental mientras que los villanos eran actores con piel más oscura del mismo origen.
“Esa es una señal de alarma”, advirtió. “Y debemos hablar de cómo pueden ser dañinas esas imágenes. A veces son cosas de las que las personas ni siquiera se percatan hasta que tú las señalas”.
Sugihara no dio el nombre del proyecto ni del estudio de producción. En entrevistas, muchas firmas consultoras citaron sus acuerdos de confidencialidad con los estudios y la reticencia a avergonzar a cineastas como los motivos por los que no podían revelar detalles.
Sarah Kate Ellis, la presidenta de GLAAD, la organización de defensoría de la comunidad LGBTQ, declaró que su grupo había prestado servicios de consultoría de manera extraoficial a cadenas de televisión y estudios durante años. Por fin, decidió empezar a cobrarles a los estudios por su trabajo, el cual comparó con “horas facturables”.
“Estábamos asesorando a todos estos creadores de contenido de todo Hollywood y no se nos estaba compensando por ello”, narró Ellis, que ha estado al frente de la organización desde 2013. “Cuando empecé a trabajar en GLAAD, no podíamos pagar las cuentas. Y, mientras tanto, estábamos trabajando con los estudios y las cadenas de televisión más grandes del mundo, ayudándoles a contar historias que se volvían éxitos taquilleros. Entonces me dije: ‘Esto no tiene sentido’”.
En 2018, creó GLAAD Media Institute: si las cadenas de televisión o los estudios querían ayuda en el futuro, tendrían que volverse miembros de pago del instituto.
En un inicio hubo un poco de resistencia, pero con el tiempo los estudios y las cadenas de televisión lo aceptaron. En 2018, GLAAD Media Institute tenía cero miembros. Para finales de 2021, esa cifra había aumentado a 58, y ahora casi todos los estudios y cadenas de televisión más importantes de Hollywood son miembros de pago.
Los entrevistados afirmaron que este era un convenio favorable tanto para las consultoras como para los estudios.
“A final de cuentas, los estudios quieren producir contenido, pero también quieren ganar dinero”, comentó Rashad Robinson, presidente de la organización defensora Color of Change. “La meta de ganar dinero puede verse obstaculizada por las malas decisiones y la falta de participantes adecuados en la producción. Así que a los estudios les conviene tener eso resuelto”.
Sin embargo, Robinson advirtió que el simple hecho de contratar consultores no es un sustituto adecuado para el cambio estructural que muchos defensores quieren ver en Hollywood.
“Esto no cambia las reglas de quién produce el contenido y quién toma las decisiones finales sobre qué se transmite o distribuye”, afirmó. “Está bien involucrar a voces externas, pero, al final, eso no basta para solucionar el problema que se tiene en toda la industria del entretenimiento porque no hay suficientes personas negras y morenas con poder en los puestos ejecutivos”.
Fuente: The New York Times