Miguel Rafael Martos Sánchez, más conocido como Raphael, ha decidido que ya está de vuelta de todo y cualquier pregunta es bien recibida.
Movistar estrena 'Raphaelismo', un documental de cuatro capítulos en la que la leyenda viva española expone sin casi filtros una vida que no se parece a ninguna otra. Actualmente el cantante tiene 78 años de edad.
Aquí la nota a Raphael publicada por el Diario El Mundo.
Defíname el 'raphaelismo'.
El 'raphaelismo' es una forma de ser y de hacer las cosas que yo he tenido desde el primer día. Cuando empecé a cantar, muy pronto mi público empezó a llamarse a sí mismo 'raphaelista'. Y eso prácticamente partió a España en dos: eras 'raphaelista' o no 'raphaelista'. No había término medio. No quiere decir nada más que eso: es mi nombre y si eres partidario de este señor, te gusta cómo canta y cómo lo hace en el escenario eres un 'raphaelista'. Al final eso ha definido mi vida, mis gustos, mi manera de hacer el teatro, vivirlo como yo lo vivo y lo en serio que me tomo mi carrera. Trato de sacar partido de todo y, por ello, he tenido una carrera muy intensa.
Viendo el documental, ¿aún descubre cosas de usted que le sorprenden?
Sí, sí. Yo me miro a los ojos en la pantalla y descubro muchas cosas que no sabía, tenía olvidadas o no me había parado a analizar. Al verlo, me alegro de muchas cosas, pero sobre todo de haber acertado con mi camino profesional, que es algo muy complicado. Pegar de inicio no es tan difícil: una buena promoción, un buen lanzamiento y un par de buenas canciones y, teniendo 18 años, más o menos lo tienes hecho. Pero hay muchos chicos o chicas de 18 años guapos y que cantan muy bien, lo realmente difícil es ir más allá de eso y que la gente empiece a decir: "Oye, he visto a un chico que es otra cosa". Todo empieza así y, de mi carrera, el momento determinante es ese primero en el que alguien vio que no era como el resto, que era algo más.
¿Cómo fue ese momento?
Mi primer representante, Francisco Bermúdez, tenía un amigo empresario de Murcia que me vio cantar allí. Yo acababa de ganar el Festival de Benidorm y tenía 20 o 21 años. Este hombre llamó a Bermúdez para recomendarme: "Oye, ayer vi a un chico cantando que era increíble". "Ya es mío", le respondió. "Pues cuídalo, por dios, ¿tú sabes lo que tienes?". Ese señor hizo mucho por mí porque, hasta esa llamada, mi representante no me hacía demasiado caso.
¿Y eso?
Él llevaba grandes estrellas y no tenía ni idea de lo que podía ser yo. Yo estaba cantando en una sala de fiestas de Gran Vía por las tardes, a las siete, porque no tenía edad para actuar por la noche y necesitaba un permiso paterno. Él tenía la oficina encima y los que trabajaban allí le preguntaban: "Paco, ¿tú has bajado a oírle?". Y él siempre decía que ya mañana. Total, que no me había oído hasta que le llamó su amigo. Bajó, me vio, se quedó de cuadros, vio al público puesto en pie como si estuvieran ahí Paul Anka o Marlene Dietrich y me dijo: "Sal y repite porque esto es un milagro. Venga, sal y repite". Y yo le respondí: "No voy a salir. Un artista no repite".
Ya era un divo con 20 años.
Divo o inconsciente (risas), porque se volvió loco. Él era un madrileño chulesco y empezó a gritarme que quién me creía que era. Y yo: "Nadie, no soy nadie, pero no repito". Y no repetí. Ahí cambió todo. Vino a Madrid el amigo suyo de Murcia y jugaban a las cartas y hacían pandilla con un montón de empresarios. Un mundillo que yo no conocía y donde le decían que no me soltase por nada. Les hizo caso y a los pocos meses estaba en el Olympia de París, pero me lo tuve que currar. Y todo empezó con aquel concierto en Murcia.
Me ha comentado antes de empezar que había tenido bastantes propuestas para documentales similares, pero no le apetecía la exposición. ¿Por qué ahora sí?
Porque todo en la vida tiene su momento. Llega el momento de casarte, de tener hijos, de lo que quieras o puedas. Y yo ahora empiezo a tener la madurez y el estar de vuelta de todo como para poder contar mi historia y hablar con toda la honestidad del mundo sin enfadarme con nadie. No estoy arrepentido de haberlo hecho. Me ha gustado y lo volveré a hacer.
Teniendo en cuenta que sigue en activo y sin visos de parar, igual aún le puede añadir capítulos.
Me queda mucho y no digo solamente por otro documental. Por ejemplo, volveré al cine. Voy a volver sin duda. El trasplante [de hígado en 2003] me dio una segunda vida que voy a apurar al máximo. Ha sido un regalo maravilloso y estoy disfrutando de mi vida personal, mi familia y mi carrera como nunca antes. Jodido un poquito por las circunstancias de esta pandemia, como todos, pero aún así las voy salvando. Qué remedio. Ahora salgo para América, he estado en el WiZink en fin de año, hice una gira en verano... Tengo muchos amigos médicos, por todo lo que tú ya sabes, y me dicen: "Tranquilo, que esto se acaba ya". Y yo quiero creer eso, pero pienso ser feliz de un modo u otro.
El trasplante fue consecuencia de su alcoholismo...
Fue la consecuencia dura y merecida de mi gran gilipollez. Porque yo jamás había bebido ni fumado de joven, la noche nunca fue lo mío, pero ya pasados los 40...
¿Y cómo se metió ahí?
Por gilipollas. Hay que decirlo: me metí en el alcohol por gilipollas. Porque si a mí me gustasen esas cosas, pues mira, puede pasar y lo hubiera seguido haciendo, pero yo lo único que quería era dormir. Esto empezó en los aviones, que me pasaba media vida en ellos, y cuando me sentaba, pedía las botellitas estas de alcohol que ponen, me las bebía de un trago y dormía. Claro, que me dormía. Me iba a América y volvía sin enterarme. Y luego empecé a hacerlo también con los dichosos minibares de las suites. Yo tomaba primero mi pastillita y llegó un momento que no funcionaba. Estaba en pleno Jekyll y Hyde, necesitaba dormir cómo fuera y, como mi familia no me veía porque yo estaba en Barcelona, pues... Como la pastilla no funcionaba, vaciaba el minibar hasta que caía. Pero jamás lo he hecho con la idea de disfrutar el alcohol, nunca me ha gustado.
Cuando el hígado dijo basta, ¿pensó que iba a morir?
Sí, para qué te voy a decir que no. He visto a la muerte muy cerca, pero me va a tener que esperar.
¿Es difícil vivir siendo tan grande?
Pero si yo no soy tan grande. ¡Mírame!
Hombre, no vamos a discutir a estas alturas su magnitud.
Para los demás puede ser, pero lo importante es lo que yo pienso. Yo, mi familia y mis amigos. Nada más. Y mis hijos, como hijos que son, me tratan como les da la gana, como tratarás tú a tu padre, que lo mismo le regañas que le vacilas. A ver, yo soy un buen artista, sé explotar un escenario y menos mal que sé hacerlo y puedo seguir haciéndolo porque es mi vida. El día que me quiten eso ya sí tendremos un problema, pero mientras tanto sólo puedo estar muy agradecido de cómo me ha ido todo. Nada más, no soy especial.
Habría que preguntar a sus fans.
Bueno, es que mi público es maravilloso y, por lo que sea, siempre me ha querido. El 'raphaelismo' que hablábamos al principio. Me preguntan mucho: "¿Cómo haces con el público para que esté tan entregado?". ¡Yo qué sé! No hago ningún sortilegio, pero si vienes a un concierto, verás que la mitad del público es muy joven.
Ahora es un icono pop y actúa en festivales indies, pero no siempre fue así. Durante la Transición y los 80, no estuvo bien visto entre la juventud. Se le vinculaba al franquismo.
Es evidente que lo han hecho o lo han intentado hacer, pero decir que yo era franquista es mentira e injusto. He vivido siempre en España, he trabajado muchísimo y lo he hecho con el régimen que hubiera. Nací cuando mandaba ese señor como todos. Insisto: como todos. Y todos han ido a las mismas recepciones y a los mismos sitios que yo y los que no han ido a actuar para él, es porque no eran nadie. Nadie se podía ....negar si él te llamaba. ¿Querían que cantases en El Pardo? Pues ibas y cantabas. No te daban a elegir. Y los demás artistas se enfadaban porque a ellos no les llamaban. Vivíamos bajo este señor y actué para él como luego lo he hecho encantado para los Reyes. Tengo unas relaciones maravillosas con todos los gobiernos que hemos tenido porque yo tengo que vivir en mi país, no me voy a aislar ni a emigrar. Vivo en España y estaré con el que esté gobernando en cada momento, ayudando en lo que pueda.
¿Le duele España en este momento de confrontación constante?
A mí España no me duele nunca. Al revés, me da mucha vida. Tenemos nuestros defectos y nos gusta mucho discutir, pero no olvidemos que son más nuestras virtudes.
¿Qué legado dejará Raphael?
¿Pero tú crees que quedará algo?
Siempre queda algo.
Gracias, porque yo lo dudo mucho. O sea, ¿tú crees que cuando me muera la gente se acordará de mí? Hay muchos artistas de los que no se acuerda nadie y a menudo pienso que yo seré uno de ellos.
Me cuesta imaginarlo, sinceramente.
Que Dios te oiga y me lo apunto. Recuérdame tú al menos.