"El fútbol sin hinchas es más triste que bailar con tu hermana", lanzó Luis Enrique, actual entrenador de la selección de España, allá por mayo de este año cuando lo consultaron sobre uno de los efectos que tuvo la pandemia en el mundo de la pelota.
El público fue reemplazado de diversas formas: muñecos en las tribunas, banderas cubriendo las populares y plateas, parlantes donde se escuchan las canciones de cancha... Pero no hay chances, por más esfuerzo que se haga el calor de la gente no está y se nota.
Y una forma para corroborarlo son las estadísticas. En el fútbol argentino puntualmente, en las cuatro fechas que se llevan disputadas de la Copa de la Liga Profesional, hubo 14 triunfos de los equipos que fueron locales y 22 de los visitantes, con 12 empates.
Sobre 48 encuentros, hubo un 45,8% de victorias de la visita y un 29,2% de los locales, con un 25% de empates. Un número que no tiene registros en la era moderna del fútbol argentino. O sea que casi la mitad de los partidos terminan con victoria para el visitante.
Esa tendencia que se viene reflejando en este torneo que organizó la AFA a las corridas, dividido en zonas, tiene una causa posible como principal influencia: la ausencia de aliento. La medida de jugar con estadios vacíos como medida de protocolo por el coronavirus, que en un principio podría traducirse como un contexto de menor presión y más favorable para el equipo local, se volvió un bumeran: el visitante es el que juega más relajado.