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Maluma iba camino a ser futbolista

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El exitoso cantante Maluma, estaba encaminado a ser futbolista, sin embargo, el destino lo llevaría a un mundo muy distinto...

Tenía 18 años, era su primer viaje a Ciudad de México, acababa de pegar en las emisoras la canción 'Farandulera' (su primer gran éxito) y sus representantes –que entonces eran su tía Yudy Arias y su esposo, Juan Parra– no consideraron solicitar algún tipo de esquema de seguridad, ni siquiera llevar un par de asistentes.

Cuando llegaron a la capital mexicana, un funcionario del aeropuerto se les acercó en la zona de entrega de equipaje y les preguntó: “¿Quién es Maluma?”. Un poco asustado, el joven colombiano levantó la mano: “Soy yo, ¿qué pasa?”, a lo que el tipo respondió: “Afuera hay un caos tremendo. Les recomiendo que no salgan”.

Parra fue el primero que se asomó y, cuando regresó, les dijo: “Sí hay un montón de gente, pero creo que se puede llegar al auto sin lío”. Pero sí hubo lío, con cara de tragedia.

Apenas se abrió la puerta de vidrio que da a la calle, los tres se dieron cuenta que la masa en realidad era mucho más grande –casi 2.000 fanáticos– y que el camino hacia el auto estaba mucho más complicado de lo que en realidad suponían.

En cuestión de segundos, el joven artista colombiano tenía sobre su cuerpo un enjambre de muchachitas llorando, aullando e intentando arrancarle besos, ropa y rizos. “Yo no estaba preocupado por mí, sino por mi tía que estaba esperando su segundo hijo –recuerda Maluma–. Tenía casi seis meses de embarazo”.

Yudy, que no era el objetivo militar de la turba, pudo llegar al auto. En cambio, el artista y su mánager quedaron atrapados entre los brazos de aquel monstruo histérico. “Tengo una imagen muy clara en mi cabeza: de un momento a otro empecé a pisar como desniveles y, cuando miré abajo, vi que eran niñas que estaban tiradas en el piso”.

Parra vio que había una patrulla a 10 metros, agarró como pudo a Maluma de un brazo y juntos se abrieron paso, caminando sobre los cuerpos caídos, hacia el vehículo oficial. “Todo era muy loco porque ninguno de la seguridad en el aeropuerto ayudaba, nadie hacía un carajo. Cuando llegamos al auto de la Policía le dije al oficial que me ayudara; literalmente alcancé a llegar a la ventana del policía, le toqué en el vidrio y le dije: ‘mira lo que está pasando alrededor’ y al agente no le importó nada, me miró y me dijo como ‘defiéndete’”.

En un instante, los dos se observaron y se vieron ensangrentados. Entonces, con la determinación que exige la supervivencia –que por supuesto incluye cierta violencia–, decidieron avanzar hacia la camioneta que los esperaba. “Nos demoramos una hora para poder entrar al auto. En el camino me golpearon y me sacaron sangre, fue muy miedoso. Ahora me río de eso, pero recuerdo cómo lloraba mi tía. Ese día dije: ‘Esto no es normal’”.

Y en efecto. De allí en adelante, Maluma se convirtió en uno de los más grandes fenómenos musicales de Colombia, Latinoamérica y el mundo. De hecho, detrás de los pasos de Vives, Shakira, Juanes y J. Balvin, el joven de 26 años es, muy probablemente, el artista nacional con mayor cartel en la actualidad. Basta tan solo revisar que, desde hace cinco años, todos sus conciertos –en cualquier estadio o arena del mundo– están vendidos con antelación y dejan un promedio de 2 millones de dólares en taquilla. Basta tan solo entender que el 'Pretty Boy' se ha convertido en una celebridad global.

​Juan Luis Londoño nació en Medellín, en 1994. Dicen sus familiares que aterrizó en este mundo con un ojo color verde y otro color miel. De niño cantaba rancheras y salsa, este último, uno de sus géneros favoritos. Bautizado católico, hoy recorre los pasos del budismo. Zurdo de mano y de pierna, iba camino a ser futbolista –de los buenos, según dice el volante de la Selección Colombia, Juan Fernando Quintero–, pero el reguetón lo jaló a la música como opción de vida.

Un tipo disciplinado, meticuloso y competitivo que ya cuenta con cinco álbumes de estudio, 'Magia' (2012), 'Pretty Boy, Dirty Boy' (2015), 'F.A.M.E.' (2018), 11:11 (2019) y 'Papi Juancho' (2020); que ganó el Premio Grammy latino a mejor álbum vocal pop contemporáneo (2018); que interpretó la versión en español de la canción 'Colors', himno de la Copa Mundial de Fútbol 2018; que el próximo 22 de octubre recibirá el “Premio Billboard Espíritu de la Esperanza”; que tiene un avión Gulfstream G450 cuyo valor aproximado es de 22 millones de dólares y que hoy se codea con las Kardashian, Puff Daddy, Madona, Marc Anthony, Shakira y Jennifer López, esta última, con quien acaba de rodar una comedia romántica titulada 'Marry Me', que se estrenará el 12 de febrero de 2021 y que se convierte en su rutilante debut en Hollywood.

Es Maluma, nombre artístico que no es otra cosa que la combinación de las dos primeras letras del nombre de su madre (Marlli), de su padre (Luis) y de su hermana (Manuela). Un verdadero superstar.

Muy serio, la verdad es que yo pensé que iba a llegar a ser futbolista profesional. Pasé de jugar la categoría Pony-fútbol, en un equipo que se llamaba “Bolillo” Gómez, a las inferiores de Nacional. Luego pasé a la Sub-14, a la Sub-15 y me fui a jugar a La Equidad, de Alexis García, en Medellín. Ahí pasé dos años. Tuve la oportunidad de hacer un par de viajes a Bogotá, pero, obviamente, jugar en la capital es totalmente diferente, la altura afecta muchísimo. Pero sí. Definitivamente yo sí quería ser jugador profesional.

Juanfer Quintero, que es su amigo, dice que usted estaba para jugar en cualquier equipo en Colombia. Dijo una vez que usted era “un zurdo muy elegante”. Defínase como jugador.

La verdad, sí era muy creativo. Volante de creación o volante por la izquierda o lateral por la izquierda. Era rápido y pensaba rápido. Si yo me hubiera dedicado 'full' al fútbol, puede que sí hubiera llegado a ser profesional.

¿Hubiera desbancado a Juanfer?

No, al ‘mono’ no lo desbanca nadie.

¿Alcanzaron a jugar juntos?

En contra. Cuando él jugaba en Envigado y yo en Nacional, era un dolor de cabeza. Siempre que teníamos que marcar a Juanfer, era imposible. Un jugador demasiado superior.

Sus padres se separaron cuando usted tenía 12 años y su papá tuvo que trasladarse a Bogotá por trabajo. La situación se complicó en su casa y la historia dice que usted asumió las riendas del hogar, vendiendo sándwiches y dulces en el colegio.

Mis abuelos y mis tíos nos ayudaron muchísimo, porque mi padre se fue por un precipicio en el tema económico. Ahí me puse la banda de capitán y traté de sacar el equipo adelante. Yo compraba una bolsa que tenía como 35 colombinas y que me costaba como $ 1.500 pesos de ese tiempo. Luego, llegaba al colegio y vendía cada colombina por mil pesos. Lo mismo con los sándwiches. Así me hacía la plata.

¿Y cómo es eso que también solía escribir cartas de amor a encargo para las novias de sus compañeros de clase?

Romántico desde chiquito. Es que en mi familia hemos sido muy sensibles con el arte y la escritura. Y sí, en el colegio me gustaba ayudarles un poco a mis compañeros, a mis ‘parceros’ cuando terminaban una relación. Yo estaba ahí para ellos.

¿Fue su hermana Manuela la que le alcahueteó el tema de hacerse un tatuaje en su brazo que dijera Maluma, que como ya sabemos, son las iniciales de los nombres de su mamá, su papá y su hermana?

Mi hermana ya tenía un tatuaje y fue ella la que me llevó al Centro Comercial Premium Plaza, por El Poblado. Yo tenía 14 años y me quise escribir en la pierna izquierda Maluma, que como ya la gente sabe, representa ese amor que yo tengo por mi familia. Y de ahí viene mi nombre artístico. Es verdad que Manuela me alcahueteó, pero hay cosas que ella no me alcahueteó, como cuando yo le dije que me llevara al Factor X.

¿No lo llevó o qué?

Yo tenía 13 años, me quería presentar al Factor X, preparé una canción de Andrés Cepeda, imprimí el formulario, lo llené, se lo entregué a Manuela y no me llevó. No me quiso llevar, con lo cual, por cierto, me hizo un favor [Risas]

La que lo apoyó mucho fue su tía, que lo animó a grabar su primera canción. ¿Cómo es esa historia?

Todo comenzó porque un amigo en el colegio, Arias, ya había grabado anteriormente. Yo tenía 16 años y le dije a mi tía que tenía muchas ganas de ir al estudio y ella fue la que pagó mis primeras horas de estudio, la que me acompañó y la que estuvo ahí, firme. Ella y su esposo Juan fueron quienes iniciaron mi carrera. Y esa fue la base. Ellos fueron quienes me ayudaron a crear mi marca y, valga la pena decirlo, hicieron un gran trabajo.

Pero entiendo que usted iba a grabar una canción a dúo, pero su socio no llegó. ¿Qué pasó?

Ese fue Arias. Él fue el que me dijo que fuéramos juntos. Quedamos a las cinco de la tarde y ese loco llegó como media hora tarde y yo no podía perder las horas de estudio. Entonces decidí hacer mi primera canción solo. La grabé y, cuando llegó él, ya era demasiado tarde.

¿Nos perdimos del dueto Arias - Londoño?

Me vi con él hace como un mes. Vino a mi apartamento y recordamos todas esas anécdotas. Y yo le dije: “Cabrón, mirá lo que pasó por tu desorden, por tu impuntualidad, ahí murió el dueto de Maluma y Arias”. La verdad, a los dos nos ha ido muy bien, cada uno en su cosa.

Arias perdió el año…

Perdió el año por lento.

Entre los entrenamientos del fútbol y los conciertos, ¿cómo hacía usted con el colegio?

Me faltaban dos años para graduarme en mi colegio cuando todo esto se puso serio. En el colegio fueron muy partidarios de que yo persiguiera mi sueño y gracias a ellos me pude graduar. Y a mis amigos del colegio que me ayudaron mucho con los trabajos. Yo llegaba trasnochado a las clases porque había fines de semana que me tocaba jugar, por la noche ir a cantar, al otro día ir a entrenar y luego volver a cantar y el lunes al colegio. Ahí fue donde decidí dejar el fútbol y meterle todo el impulso a mi carrera musical.

No me imagino la cara de su director técnico cuando le dijo que mejor se dedicaba a cantar.

Llegué un día al entrenamiento y le dije al D.T. que yo iba a empezar a cantar reguetón. Casi no me cree. Todos mis parceros del equipo me gozaron, se rieron de mí y yo les dije: “Ok, van a ver que yo voy a cumplir mis sueños y algún día me van a recordar”. Fue la mejor decisión que pude haber tomado.

¿Y cómo fue contarle a su papá, que era el que lo había acompañado desde niño?

Un día me recogió mi papá en un entrenamiento y, cuando estábamos llegando a la casa, le dije: “Viejo, yo no vuelvo a entrenar, yo no vuelvo a jugar fútbol, voy a cantar reguetón”. Y casi se infarta. El hombre la sufrió mucho. Luego, una vez estaba por ahí en una panadería, y en una radio escuchó, en uno de los créditos, que era Maluma. Me llamó llorando y me dijo: “Güevón, no puedo creer, esta vaina era en serio”. Y ahí me dio todo su apoyo. Mi familia en general me ha apoyado en todo lo que yo he querido hacer, absolutamente en todo.

Y entró a clases de baile y canto…

Aprendí la técnica vocal a punta de regaños de Mirabay Montoya. Ella es una señora que yo quiero mucho. Fue la primera persona que me dio rejo, por así llamarlo.

Luego usted se convirtió en el rey de las fiestas de 15 años en Medellín. ¿Es cierto que llegó a hacer cuatro fiestas en una noche y casi 400 shows en un año?

Sí, era una locura. Fue de la noche a la mañana. Cerré los ojos, los volví a abrir y cada fin de semana teníamos contrataciones en quinces y en discotecas. Las primeras discotecas que yo hice en Colombia fueron en Bogotá. Yo tenía 17 años y me tenía que acompañar un equipo de trabajo con una carta de mis padres que decía que tenía el permiso para trabajar.

Pero solo tenía una canción, que era 'Farandulera' y que repetía y repetía y repetía en sus presentaciones.

¡Ja! El primer show que me pagaron en mi vida fue en Neiva, en unos quince. Me pagaron por 45 minutos y canté 30 minutos Farandulera en diferentes versiones. Volví a cantar el coro sin la pista, agarré a la quinceañera, canté el cumpleaños y comencé a mirar a mi manager para pedirle tiempo. Y él me decía: “Dele, papi, dele”. Me acuerdo de eso y me sale una sonrisa.

Luego se lanzó con su nueva banda a recorrer Colombia en una ban. ¿Es cierto que dormían ocho personas en una habitación?

Así es. No había presupuesto para comprar tiquetes de avión ni habitaciones. Entonces recorrimos Colombia en una ban, súper incómodos: mi asistente, mi manager, mi Dj, cuatro bailarines, el corista y yo. Hacíamos cuatro, cinco o seis shows seguidos. El domingo llegaba yo a mi casa reventado. Y el lunes otra vez, a empezar de nuevo. Si yo no hubiera tenido esa disciplina que tengo gracias al fútbol, yo no hubiera durado en esta industria.

Y llegó un quiebre definitivo en su carrera: la Voz Kids. ¿Por qué cree que se disparó tanto su figura?

Porque todos los hogares en Colombia pudieron conocer un poquito más allá de Maluma. Pudieron conocer a Juan Luis y eso fue importante. El programa me dio la oportunidad de enlazar con el público colombiano, y es ahí donde mi carrera se va a otro nivel. Ahí empecé con mis conciertos en Bogotá, en la carpa Centro de Eventos de Autopista Norte, quince mil personas y luego en Medellín, en la Macarena, a reventar. Ahí empezó el movimiento grande de Maluma.

La fama Latinoamericana le llegó de sopetón, al punto que en México casi lo matan las fanáticas por no tener planeado ningún esquema de seguridad.

Yo había visto eso únicamente en videos de YouTube. Cuando salía Michael Jackson y esas cosas. Pero, en ese entonces, no me lo imaginé para mí. Ahí fue el quiebre, que no era solamente una canción, sino que era un movimiento en general en mi carrera.

En un cerrar y abrir de ojos usted se convirtió en una celebridad mundial. Los Beatles cuentan que cuando explotó la beatlemanía, a cada uno le daban una suite de un hotel, pero ellos se encerraban en el baño de una de las habitaciones a decirse: “¡Mierda!, ¿qué está pasando?”. ¿Algo así le pasó a usted? ¿Le sigue pasando?

Total. Los primeros conciertos que hice en Estados Unidos, en la primera gira, fueron una locura. Y sigue siendo un sueño. En 2018, cuando llegué al Madison Square, vi una pantalla que decía: “Maluma, congratulations, sold out”. ¡En el Garden! Yo salí al escenario y me dieron como ganas de vomitar de la alegría. Terminamos el concierto, me reuní con mi familia y con mi equipo de trabajo y comenzamos todos a llorar. Era simplemente para dar gracias porque siempre había soñado con eso y ahí estaba sucediendo.

Con la canción 'Cuatro babys' casi lo descomulgan. ¿Qué fue lo más complicado que le trajo esa canción?

Lo más bizarro que me pasó con 'Cuatro Babys' fue que los otros cabrones que hicieron la canción conmigo nunca pusieron el pecho, que fui yo el que se llevó todo el baldado de agua fría. Empezando porque yo no había escrito la canción. Yo escribí mi parte pero la gente se enfocó en lo que yo no había escrito. Es que ni siquiera canto las parte pesadas de la canción. Pero todo me cayó a mí. Luego la disquera les dio un montón de discos de platino a los otros artistas y quien se llevó toda la mierda, por así llamarlo, fui yo.