Definitivamente Grecia lo tenía todo en contra, pero ha logrado contener el Covid-19.
"Grecia está haciendo un trabajo estupendo conteniendo esta epidemia. Si tuviera que elegir, digamos, entre Grecia y Estados Unidos, quién debería estar dirigiendo el mundo ahora, dándonos un plan de acción... Yo elegiría definitivamente Grecia". La cita es de Yuval Noah Harari, historiador israelí y autor de 'Sapiens: Una breve historia de la humanidad', y refleja la sorpresa de muchos con la respuesta griega a la pandemia del coronavirus. Pese a que lo tenía todo en contra, desde los 10 años de crisis económica que diezmaron el sistema sanitario, una de las peores ratios de camas de cuidados intensivos en toda Europa, casi un cuarto de la población mayor de 60 años, gran dependencia del turismo y la bomba de relojería de miles de personas hacinadas en campos de refugiados, Grecia ha superado todas las expectativas y ha conseguido doblegar, al menos por ahora, la curva de contagios mucho mejor que, desde luego, España o Italia, pero también otros países europeos.
El martes, Grecia informaba de 2.401 contagiados y 121 fallecidos con coronavirus. Son unas cifras muy inferiores a países de población similar a los 11 millones de la península Helénica pero con un mucho mejor punto de partida económico y sanitario, como Bélgica (40.957 casos y 5.998 muertes), Países Bajos (34.134 casos y 3.916 muertes) o Suecia (15.322 casos y 1.765 muertes).
Sin embargo, no parece haber receta mágica, ni test masivos como Alemania ni un despliegue tecnológico como el de Corea del Sur o Israel. "Disciplina y resiliencia", ha afirmado el primer ministro griego, el conservador Kyriakos Mitsotakis. Añade a la mezcla la rapidez con la que se tomaron las primeras medidas, el enfoque científico de la comunicación, el dantesco espectáculo de Italia en el espejo retrovisor, la conciencia de sus propias limitaciones sanitarias y la experiencia social de la crisis de 2010-2015 y ahí está la respuesta griega a la imposible paradoja de su éxito con el coronavirus.
La pandemia de coronavirus llega en el peor momento para Grecia, justo cuando, tras los 10 años de crisis de deuda que dejaron profundas cicatrices en el país, los últimos indicadores económicos se auguraban positivos. Lejos, en China, el coronavirus empezaba a causar estragos. Ya en enero, Kyriakos Mitsotakis pedía a su Gobierno que empezara a elaborar un plan de respuesta al virus. A principios de febrero, con todavía ningún caso, se estableció un comité nacional de expertos en Salud Pública y comenzó a organizar controles de temperatura en aeropuertos. Llegó Carnaval y el país se preparaba para la Semana Santa y una muy prometedora campaña veraniega. Entonces, a finales de febrero, se detectó el primer caso de coronavirus. En Italia había ya 453 casos y 12 muertes.
"Pronto, el Gobierno griego se enfrentó a un importante dilema: ¿enfocarse en salvar a su gente (y evitando miles de muertes evitables), o proteger la economía? A diferencia de muchos otros países en Europa, escogió la primera opción", afirma The Greek Analyst, uno de los más populares analistas económicos del país, en entrevista a El Confidencial. "Aunque eso luego traerá costes económicos".
Las decisiones se tomaron con especial celeridad. Se cancelaron todas las festividades públicas del Carnaval. El 10 de marzo, con 89 casos, Grecia ordenaba el cierre de las escuelas. Fue el mismo día que Madrid, pero para entonces España ya tenía 1.695 casos y 35 fallecidos. La primera muerte llegó a Grecia un día después, el 11 de marzo. Apenas cuatro días después de esa primera víctima del covid, Atenas cerraba todos los negocios de venta al público no esenciales (ya había cerrado bares y cafeterías el 13 de marzo). Italia y España habían tardado 18 y 12 días desde la primera muerte diagnosticada de coronavirus en tomar medidas similares. Ese fin de semana se cerraron también las playas. El confinamiento y la prohibición de desplazamientos no esenciales llegaron el 23 de marzo, cuando el país registraba algo más de seiscientos casos. Comparando con los países europeos, las medidas de contención de coronavirus se tomaron en Grecia mucho antes.
"Estamos mejor en Grecia que en otros países europeos porque se tomaron medidas estrictas y muy pronto, y porque la población cumplió con las restricciones. Creyó en su Gobierno y en los expertos. Lo que pasó en Italia lo sentimos muy cerca de casa, y fue aterrador", dice a este diario la eurodiputada griega por el partido del Gobierno, Nueva Democracia, Anna-Michelle Asimakapoulou.
Además del confinamiento general, los supermercados han limitado el acceso a solo una persona por cada 15 metros cuadrados, y para abandonar sus casas los griegos deben entregar un justificante con el motivo y su identificación. Los ferris entre las islas griegas se han restringido a los residentes.
Y la gente ha obedecido, cumpliendo el 'menoume spiti' (quedémonos en casa, en griego), lema del Gobierno con una disciplina que ha admirado a propios y extraños. Una de las razones de esa disciplina, apuntan los analistas, es precisamente fruto de las cicatrices de la crisis económica de 2010-2015: la certeza de que su sistema sanitario no podría aguantar una pandemia.
La humildad de un sistema diezmado
A principios de marzo, el ESY griego (sistema nacional de salud) solo contaba con 565 camas de cuidados intensivos para una población de 11 millones. Se trata de una de las peores ratios en Europa: España, por ejemplo, contaba al inicio de la pandemia con 4.400 UCI para los 47 millones de habitantes, casi el doble, y que sin embargo se han visto desbordados. Además de a la falta de camas, el ESY se enfrentaba a la escasez de personal, pues muchos doctores y personal sanitario emigraron a otros países europeos durante los años de la crisis. En 2014, el presupuesto sanitario del país se redujo en un 60%, y desde entonces no se había conseguido cerrar las heridas del sistema.
"Tanto el Gobierno como la gente fueron conscientes de que el debilitado sistema de Salud Pública no podría hacer frente a un brote [de coronavirus] en toda regla, por lo que se han esforzado mucho por evitar la propagación de la enfermedad. Comparándolo con la actitud de los gobiernos de Reino Unido y Estados Unidos en el inicio de la pandemia, por ejemplo, se puede ver lo seguros que estaban de que sus países podrían hacer frente a cualquier amenaza. Estaban equivocados, por supuesto. Grecia no podía permitirse el lujo de esa confianza", sostiene al respecto el doctor Filippos Filippidis, profesor de Salud Pública en el Imperial College de Londres, a este diario.
Los efectos de la pandemia en Italia y las imágenes que llegaban de Lombardía espolearon las decisiones del Gobierno griego. Imponiendo medidas de contención en los estadios tempranos de la epidemia, Atenas logró algo de tiempo para intentar solventar las deficiencias del sistema: el Gobierno ha reclutado a al menos 4.200 nuevos doctores y aumentado su número de UCI hasta las casi 1.000 camas, gracias tanto a la colaboración y requisamiento de espacios y materiales del sector privado como a las numerosas donaciones. Hoy día, se ha evitado el colapso del sistema.
"Actualmente en los hospitales griegos la tasa de nuevas admisiones de covid-19 es mucho más baja que las altas, lo que se refleja en la disminución del número de pacientes hospitalizados en salas generales y en las UCI. Hay capacidad para más admisiones, pero es cuestionable cómo podría responder el sistema a un gran aumento de casos", detalla la situación el doctor de enfermedades infecciosas Drosos Karageorgopoulos, que trabaja como consultor en el Hospital Universitario de Attikon, en Atenas.
El Fernando Simón 'superstar'
"Pero igualmente importante a la estrategia implementada [respuesta rápida, medidas de contención] ha sido la forma que se ha comunicado al público", afirma por su parte el analista griego. Y aquí entra en juego el Fernando Simón heleno, un perfil técnico que se ha convertido en todo un 'superstar' en Grecia por su manera calmada, clara y basada en la ciencia de explicar la situación. Se trata del doctor Sotiris Tsiodras, profesor de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Atenas formado en Harvard y portavoz del Gobierno heleno para el covid-19, acompañado del viceministro de Protección Civil Nikos Haliaras. La dinámica es clara: Tsiodras da los datos y, en función a esos datos, Haliaras presenta las medidas que se están tomando. Lo dos se han convertido en los hombres más populares de toda Grecia según una encuesta publicada por Alpha TV.
"Todos los días, en toda Grecia, la gente dejaba de hacer lo que estaban haciendo a las 18:00 horas, encendía sus televisores y sintonizaba para ver la información más reciente sobre el coronavirus en el país", relata el analista. "En mi opinión, [estas sesiones informativas] han sido la forma mejor y más efectiva de obtener la 'aceptación' de la mayoría de la población".
El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, del partido conservador Nueva Democracia, ha emergido como una "voz de la razón" incluso en el escenario internacional. Ha criticado a Jair Bolsonaro por negar la gravedad de la pandemia y, según apuntan medios como Bloomberg, ha demostrado ser "un ejemplo" frente a la "deficiencia en el liderazgo" de muchos países gracias a su rápida toma de decisiones, frente a los retrasos y reticencias de otros países como la propia España, Reino Unido o EEUU. "La clave de la respuesta del Gobierno griego ha sido también que tomó en seria consideración los consejos de los expertos en el campo", añade Karageorgopoulos. La firme y reiterada confianza en la ciencia que abandera Mitsotakis en sus discursos televisados, así como los primeros frutos de las medidas, han facilitado también la confianza de los griegos en el Gobierno y las instituciones.
El clima político, inusualmente calmado en una siempre cambiante Grecia, también ha ayudado. El ex primer ministro y líder de la izquierdista Syriza, Alexis Tsipras, se hizo eco del 'menoume spiti' desde el principio, y el exministro de Sanidad del último Gobierno liderado por Syriza, Andreas Xanthos, ha elogiado públicamente a Tsiodras.
Aunque también hay que tener en cuenta que, con las cifras de popularidad del Gobierno de Nueva Democracia, que llegó al poder tras vencer a la izquierdista Syriza en las elecciones de julio de 2019, disparadas, actuar de otra manera desde la oposición podría ser incluso un "tiro en el pie" político. La aprobación a las medidas que ha tomado el Gobierno heleno es generalizada, según las últimas encuestas publicadas, y la oposición ha decidido actuar a una con el Gobierno.
Un toque de suerte
Esta historia podría haber sido muy distinta si el brote se hubiera producido, en lugar de en invierno, en verano, cuando millones de personas vuelan a las islas griegas para disfrutar del tiempo estival. La pandemia llegó, en cambio, primero a Italia y España, que a diferencia de Grecia reciben turismo prácticamente todo el año, apunta el epidemiólogo del Imperial College Filippidis. "Si el brote hubiera tenido lugar a mediados del verano, podría haber habido cientos de casos importados en islas superpobladas con servicios de salud deficientes, lo que habría hecho imposible controlarlo".
Y a ese primer golpe de suerte se une un Gobierno capaz de aprovecharlo: "Grecia también ha tenido suerte debido a su liderazgo político y su Gobierno estable (después de mucho tiempo). En un momento en que gran parte de Europa está plagada de gobiernos de coalición débiles, Grecia estaba experimentando un momento pospopulista único en su historia, y su primer ministro tuvo el apoyo político y público para implementar sus políticas y medidas rápidas para proteger a sus ciudadanos ante una crisis sin precedentes", apunta al respecto The Greek Analyst.
"A Grecia le ha ido muy bien hasta ahora, en comparación con la mayoría de los países de la UE. Soy optimista, se ha evitado un gran brote. Sin embargo, parece que hay un riesgo sustancial de una segunda oleada en prácticamente todos los países, por lo que es demasiado pronto para llamarlo un éxito", advierte sin embargo Filippidis, profesor de Salud Pública en el Imperial College de Londres. Una opinión compartida por Andreas Mentis, director del departamento de microbiología del Instituto Pasteur heleno en declaraciones a la agencia local griega de noticas. Las medidas de contención tempranas de Grecia han sido "muy exitosas", pero "según sabemos, la epidemia solo puede pararse con una vacuna", por lo que la 'suerte' griega puede no durar.
La paradoja boomerang
Además de la paradoja de controlar el virus pese a los escasos medios, aparece ahora una segunda. Esta semana, el Fondo Monetario Internacional Publicó sus estimaciones de cómo la pandemia afectará a las economías. A pesar de sus escasas cifras de casos y víctimas, Grecia será uno de los países más golpeados en Europa, con unas estimaciones de caída de su PIB de hasta el 10%, por encima incluso de España o Italia, países mucho más golpeados por la pandemia.
La clave de esta nueva recesión es el turismo, un sector se estima representa entre el 25 y el 30% del PIB del país. Apenas un 10% del turismo griego es doméstico, por lo que dependen casi enteramente de turistas venidos del exterior. Según un escenario “optimista”, el Gobierno griego calcula que los ingresos del turismo caerán entre el 35 y 50% esta temporada veraniega. “Es por eso que el primer ministro destacó este martes la necesidad de unas medidas coordinadas con respecto al turismo y las restricciones de viaje en la UE”, apunta la diputada Asimakapoulou.
Grecia se encuentra entre los 8 países que firmaron una carta conjunta para encontrar un “instrumento común de deuda” que asegure una financiación a largo plazo para los daños causados por el coronavirus a las economías de los países miembros. Para las medidas contra la crisis será clave el próximo encuentro del Consejo este 23 de abril. “La decisión tomada por el Eurogrupo es un punto de partida satisfactorio, pero creo que todos esperamos que el encuentro del consejo sea más ambicioso”, matiza la eurodiputada.
El proceso de recuperación será, en todo caso, duro, y los griegos temen que se repitan las escenas de una crisis que empezaban ya a superar. "Hay mañanas que me levanto y pienso: '¿Era todo esto necesario?' Esperábamos un año muy bueno financieramente en 2020, y honestamente pensé que habíamos dejado la crisis ya muy atrás", relataba el primer ministro Mitsotakis en una entrevista con el medio griego Kathimerini. "Lo que consuela, sin embargo, es que ya no somos un caso especial. Ya no somos una oveja negra. Y esto, creo, será de gran importancia para nuestra psicología colectiva". Grecia ha dejado de ser el mal alumno de la clase para pasar, con sus cuadernos todavía ajados, a la primera fila de la clase.
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