La crisis provocada por la pandemia del Covid-19 amenaza con hundir a tal grado la economía de América Latina, que un repunte en la riqueza por habitante para volver a niveles de 2013 no se prevé sino hasta dentro de cinco años.
“La región tiene ante sí el espectro de otra década perdida”, advirtió Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).
De acuerdo con las proyecciones del organismo, la actual recesión implica una contracción de 5.2 por ciento en 2020 para la región, la mayor en 70 años desde que se lleva registro de las cuentas nacionales. Para poner en perspectiva, la crisis de 1983 fue de 2.8 por ciento, la de 2009 de 2 por ciento.
Todo estos números se resuelven en que, al igual que en la década de los 80 –cuando la deuda externa ahogó todo crecimiento en la región– la riqueza por habitante al cierre de 2025 será la misma que en 2013.
Werner explicó que, pese a que estas economías, en la medida de sus capacidades fiscales –ya con limitaciones previas– han promovido algunos programas de apoyo para la crisis sanitaria y económica, los grados de informalidad hacen más complicado canalizar los apoyos.
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“Es posible que los gobiernos no puedan llegar a los hogares vulnerables mediante transferencias tradicionales en lugares que carecen de sistemas amplios de asistencia social y donde predomina la informalidad. Además, es más complicado hacer llegar la asistencia a las empresas más pequeñas y las del sector informal. Dado el alto nivel de informalidad en la región, los países deberían usar todos los registros disponibles y métodos posibles para llegar a las empresas más pequeñas y los trabajadores informales”, agregó.
De acuerdo con un comparativo del organismo para 2016, cuatro de cada 10 trabajadores en América Latina se emplean en la informalidad. Dicho nivel no sólo es tres veces más alto frente a economías avanzadas, también es entre cinco y 10 puntos porcentuales más que en las economías emergentes.
“Con shocks atípicos de oferta y demanda, una crisis sanitaria y altos costos de financiamiento en toda América Latina, las medidas necesarias para mitigar los 3 costos humanos y económicos de la crisis serán de enormes proporciones y exigirán una estrategia sin precedentes”, recalcó Werner. Ello provocará “considerables aumentos del déficit público y la deuda”.
Por ejemplo, Perú tiene previsto un paquete de apoyo por 12 por ciento de su producto interno bruto (PIB). Los Estados con menos intervención financiera son Bahamas y México. Mientras, hasta ahora, de los 102 países que han solicitado financiamiento de emergencia del FMI, 16 son de América Latina y el Caribe.
Destacó que, a fin de proporcionar ingresos adicionales, estas economías podrían incrementar la tributación de los productos petroleros en un momento en que los precios mundiales están en niveles más bajos, siempre que no suban los precios internos que pagan los consumidores finales.
Además, existe margen para recortar más las tasas de política monetaria y apoyar más la liquidez. “Las fuertes brechas del producto y las tasas más bajas por períodos más prolongados en las economías avanzadas hacen pensar que algunos bancos centrales de la región podrían recortar más las tasas, pero las salidas de capital pueden restringir las distensiones adicionales de la política”, añadió.