Los ensayos clínicos para desarrollar fármacos suelen llevar aparejado un tremendo potencial económico. En el caso de las pruebas para desarrollar un tratamiento contra el Covid-19, ese potencial alcanza cotas únicas.
Las esperanzadoras noticias sobre terapias contra el cáncer, el alzhéimer y otras enfermedades graves pueden sumar o restar miles de millones de valor a las compañías farmacéuticas. El éxito a la hora de encontrar un remedio contra el nuevo coronavirus puede, además, devolver los billones perdidos por los mercados financieros, incluso si la compañía que lo consiga no es capaz de sacarle mucho valor al propio fármaco.
El frenazo de la economía, sumado a la tremenda crisis sanitaria, ha pillado a Wall Street y a las grandes capitales con la guardia baja. Y llegará el momento en que habrá que cambiar el foco, que ahora está en evitar todas las muertes posibles, para tratar de salvar industrias clave como el turismo o los grandes eventos.
Ese punto será bienvenido por todos cuando llegue. Pero antes, las autoridades necesitarán asegurar que los hospitales y las unidades de cuidados intensivos son capaces de soportar la llegada de pacientes. Ahora mismo, hay pocos argumentos para ser positivos. Los centros sanitarios de grandes focos de contagio como Nueva York o el norte de Italia están ya colapsando, con la esperanza puesta en que los casos no sigan aumentando.
Una vacuna contra el Covid-19 es la herramienta médica más importante contra la enfermedad, y las farmacéuticas lo saben. Ya están en marcha agresivos esfuerzos para conseguirlo pero, avisan, lo más probable es que haya que esperar al menos un año para que se pueda distribuir ese remedio.
Entre tanto, países como Estados Unidos están enfocándose en mejorar su capacidad para hacer test. Actores privados como LabCorp ya han anunciado que tienen capacidad para hacer 20.000 pruebas diarias dos semanas después de empezar a desarrollarlos, y la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, por su nombre en inglés) aprobó el sábado los kits que hacen las pruebas. Del mismo modo, diferentes compañías también han pisado el acelerador para producir material médico esencial que ya están pidiendo los hospitales.
El verdadero problema será curar a los que ya están infectados. Firmas como Gilead Sciences tienen en marcha tratamientos experimentales basados en Remdesivir, un antiviral, aunque todavía no hay datos clínicos suficientes como para determinar si es seguro y efectivo, y si realmente se puede utilizar para tratar a los afectados. Aunque eso podría cambiar pronto: una serie de pruebas que comenzaron a primeros de febrero podrían haber generado suficientes datos como para empezar a tener ciertas conclusiones en abril. El CEO de Gilead, Daniel O'Day, ya explicó que están estudiando todas las vías para determinar lo antes posible si Remdevisir es viable y si es posible su distribución en masa.
No son los únicos que tratan de alcanzar el objetivo de una vacuna. Farmacéuticas como Regeneron y Sanofi están tratando de determinar si su fármaco Kevzara puede ayudar a prevenir el daño a los pulmones en los infectados por el coronavirus. Las acciones de Regeneron y de Gilead han repuntado esta semana en Wall Street, pese a que sacar rédito financiero de cualquier cura está muy lejos de ser algo real.
Ante esta falta de un tratamiento, los hospitales ya han empezado a usar fármacos contra la malaria como cloroquina o hidroxicloroquina. Esas medicinas no han recibido el visto bueno del regulador, pero sí que han generado resultados prometedores. De hecho, un buen número de fabricantes ya se han comprometido a donar grandes cantidades de estos fármacos y a acelerar la producción de los mismos.
Las autoridades sanitarias de EEUU, y de otros países, ya han anunciado que darán luz verde rápidamente a cualquier medicamento que pueda ayudar contra el Covid-19. Ningún procedimiento va a hacer que este nuevo coronavirus desaparezca inmediatamente, pero conseguir datos prometedores sí que puede ayudar a combatir esa falta de confianza que está hundiendo la economía global.
Fuente: Diario El Confidencial