Actualmente casi todos los padres intentan apuntar a su hijos a algún tipo de actividad deportiva extraescolar, ya sea en deportes populares como fútbol o baloncesto, u otros menos conocidos o solicitados en comparación, como el tenis por ejemplo. Sin embargo, a día de hoy, y en cuanto a la alimentación post-entrenamiento se refiere, la mayoría de dichos padres siguen cometiendo el mismo error que muchos otros han cometido durante las últimas décadas: alimentar a los más pequeños con ultraprocesados tras realizar ejercicio.
En estudios anteriores ya se ha sugerido que el organismo humano se adapta al ejercicio, quemando menos calorías al realizar la misma actividad. Así mismo, también se sabe que realizar ejercicio aumenta el apetito. Si a todo esto, además, se le suma la mala costumbre de consumir snacks procesados tras realizar ejercicio, las consecuencias pueden empeorar más si cabe.
Así lo sugeriría un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores de Salud Pública de la Universidad Brigham Young, dirigidos por la profesora Lori Spruance: la calorías consumidas mediante snacks tras los eventos deportivos de los niños son superiores a las que se queman durante el ejercicio.
Para llegar a esta conclusión, publicada recientemente en American Journal of Health Behavior, Spruance y sus alumnos observaron a 189 niños de entre 8 y 9 años que participaron en 4 ligas de deportes diferentes: fútbol, fútbol americano, béisbol y softbol. Se tuvo en cuenta tanto la actividad física que realizaban y los snacks o golosinas que consumían posteriormente a la realización de cada uno de los deportes.