El 27 de agosto de 1991 fallecía Martín Karadagián, el hombre que convirtió la lucha libre en un espectáculo de masas y en un fenómeno cultural que atravesó generaciones.
Nacido en Buenos Aires el 30 de abril de 1922, hijo de padre armenio y madre española, Karadagián pasó de ser un chico que abandonó la escuela en segundo grado para ayudar en la carnicería familiar, a transformarse en la figura más influyente de la lucha libre en la Argentina.
De aficionado a ídolo odiado
En los años 30 y 40, Karadagián asistía al Luna Park fascinado por las exhibiciones de los luchadores extranjeros liderados por el conde polaco Karol Nowina. Aunque pequeño de estatura, insistió en ingresar al espectáculo, soportando castigos y burlas. Su perseverancia lo llevó a debutar y rápidamente encontró su lugar explotando un rol clave: el del villano que rompía las reglas, aquel a quien todos amaban odiar.
Con el tiempo, tras la salida de Nowina, se asoció con Iván Zelezniak, el “Hombre Montaña”, y pronto se convirtió en dueño y protagonista absoluto de los espectáculos de lucha.
Triunfo internacional y visión de futuro
En 1949 Karadagián cruzó fronteras y combatió en Estados Unidos, llegando incluso al Madison Square Garden de Nueva York, enfrentándose a figuras como Marvin Mercer y Mike Clancy. Sin embargo, lo que lo distinguió no fue solo su fuerza, sino su visión empresarial: supo entender que el futuro estaba en la televisión.
Titanes en el Ring: el show que conquistó a todos
El 3 de marzo de 1962, por Canal 9, debutó Titanes en el Ring, un programa que revolucionó la cultura popular. Desde luchadores míticos como el Caballero Rojo, Rubén Peucelle y Pepino el Payaso, hasta personajes fantásticos como La Momia, El Androide o Yolanka, el ciclo se convirtió en un verdadero semillero de ídolos.
Karadagián incluso incorporó figuras de la historia y la literatura como Don Quijote, Sancho Panza y Genghis Khan. En 1977, abandonó su rol de villano para transformarse en un luchador justo, generando otra conexión con el público.
Ícono del marketing y la cultura pop
Karadagián no solo fue luchador: entendió como nadie el negocio. De Titanes nacieron discos, figuritas, muñecos, camisetas y hasta personajes publicitarios de marcas que querían aparecer en el show. Fue pionero en algo que hoy es regla en la lucha libre mundial: cada luchador con su propia canción de entrada. De hecho, en 1963 se lanzó “La Barba de Karadagián”, la primera canción dedicada a un luchador en todo el planeta.
Desafíos memorables y cine
A lo largo de su carrera realizó desafíos con grandes del boxeo como José María Gatica y Primo Carnera. También llevó su personaje al cine, participando en películas como Titanes en el Ring (1973) o Titanes en el Ring Contraataca (1984).
El retiro y el legado
En 1984 se retiró obligado, tras la amputación de una pierna por complicaciones con la diabetes. Sin embargo, su voz y su figura siguieron presentes como productor y comentarista. La última temporada que encabezó en vida fue en 1988. Tras su partida en 1991, su hija Paulina mantuvo vivo el legado con nuevas versiones del programa en 1997 y 2001.
Un fenómeno que aún late
Con motivo de los 50 años del ciclo, en 2012 se publicó el libro El Gran Martín, de más de 700 páginas, que resume un legado inmenso. A 34 años de su fallecimiento, Karadagián no es solo un luchador, sino un ícono cultural argentino que enseñó cómo el deporte y el espectáculo podían fusionarse para generar un fenómeno de masas que todavía hoy late en la memoria colectiva.