China, que alguna vez fue la gran esperanza de la transición global hacia el auto eléctrico, enfrenta hoy una tormenta perfecta: exceso de oferta, caída de la demanda, márgenes mínimos y una guerra de precios que amenaza con arrasar a cientos de marcas.
Pero este colapso no es un caso aislado. Refleja una tensión global mucho más amplia en la industria automotriz.
¿Qué está pasando en China?
-De más de 500 fabricantes de EV registrados en 2019, menos de 100 sobreviven hoy.
-Las ventas se han desacelerado, especialmente en el mercado interno.
-El margen operativo promedio de las empresas es de solo 3,9 %, debido a descuentos agresivos.
-Más de un tercio de las compañías tienen pasivos que superan sus activos.
-Fábricas planeadas en EE. UU. y Europa ya están siendo canceladas o suspendidas por empresas chinas como AESC o Nio.
¿Qué refleja esto en el panorama global?
1. La euforia por los eléctricos empieza a ceder
En todo el mundo, las ventas de autos eléctricos ya no crecen al ritmo que los fabricantes esperaban. Europa y Estados Unidos están viendo:
-Clientes preocupados por la autonomía, precio y falta de infraestructura de carga.
-Gobiernos que comienzan a reducir subsidios, como en Alemania y el Reino Unido.
-Fabricantes como Ford, GM, Mercedes-Benz o VW que posponen lanzamientos o recortan producción de EVs.
2. Exceso de optimismo e inversiones desproporcionadas
La carrera por electrificar todo el parque automotor provocó:
-Sobreinversión en capacidad de producción.
-Desajuste entre oferta y demanda real.
-Una competencia donde solo los más grandes (o subsidiados) pueden resistir.
3. Dependencia de subsidios y proteccionismo
-Muchos modelos eléctricos no serían rentables sin incentivos fiscales.
-Países como Estados Unidos y la Unión Europea ya aplican aranceles o barreras a vehículos chinos, temiendo dumping o dependencia tecnológica.
¿Qué viene?
-Consolidación inevitable: muchas marcas (tanto chinas como globales) desaparecerán o serán absorbidas.
-Transición más lenta y selectiva: los fabricantes apostarán por modelos más rentables, tecnologías híbridas y segmentos premium.
-Replanteo industrial: la industria automotriz global entiende que el futuro es eléctrico, pero también que debe ser más realista, rentable y sostenible.
En resumen
La crisis del auto eléctrico en China no es un simple tropiezo local, sino una advertencia global. El entusiasmo desmedido, la sobreproducción y la presión por resultados inmediatos han chocado con la realidad del mercado y del bolsillo del consumidor.
El camino hacia un transporte más limpio no se detiene, pero el mundo automotriz entra en una nueva fase: más lenta, más racional y menos especulativa.