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Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos por segunda vez.

Trump finalmente se ganó a los votantes con grandes promesas de mejorar la economía, bloquear el flujo de inmigrantes en la frontera sur y su eslogan para “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”.

El periodista español Josep Martí Blanch, en un artículo publicado en el Diario La Vanguardia, analizó el triunfo del Trump y la actualidad de la política estadounidese.

Aquí la nota titulada: ¿Por qué ha ganado Trump?

De nuevo la fingida sorpresa: ¿Cómo es posible que haya ganado Trump? Hagamos una lista. Por la inflación, que ha lastrado el poder adquisitivo de los estadounidenses en los últimos cuatro años. Porque hace ya tiempo que la tendencia en este mundo malhumorado es votar contra quien está en el gobierno, en este caso los demócratas. Porque hay una revuelta del mundo rural contra las élites urbanas y globalistas. Porque para el pobre y el que tiene miedo, Trump ofrece seguridad y los demócratas, un mundo que ha dejado de proporcionar certezas. Porque Joe Biden se arrastró como candidato hasta que no pudo disimular su incapacidad en el debate que mantuvo contra Donald Trump. Porque Kamala Harris, a pesar de la operación de maquillaje exprés hecha con la convivencia de los grandes medios de comunicación norteamericanos, no es una buena candidata para el pueblo norteamericano. Porque en las guerras culturales que monopolizan buena parte de la agenda política de las democracias occidentales, cada vez más ciudadanos han llegado a la conclusión que es necesaria una contrarreforma conservadora porque se ha ido demasiado lejos.

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Porque la inmigración masiva y descontrolada asusta a todas las sociedades, y dentro de ellas, incluso a aquellos que eran inmigrantes no hace mucho. Porque los americanos son críticos con las medidas ambientalistas que perjudican la confortabilidad económica de los ciudadanos. Porque las grandes cabeceras periodísticas estadounidenses ya no tienen suficiente credibilidad para actuar como prescriptores de opinión de los norteamericanos. Porque los republicanos estaban más movilizados que los demócratas. Porque la división de la sociedad estadounidense convierte a ojos de los suyos a Trump en una víctima y no en alguien culpable en sus cuitas contra la justicia. Porque Trump miente bien y consigue resultar creíble al mismo tiempo para colectivos y grupos de votantes con intereses que son incompatibles entre ellos. Porque, aunque nos cueste verlo así en Europa, la mayoría de los estadounidenses considera que si su nación está en peligro es por la agenda demócrata y no por la republicana. Podríamos añadir más explicaciones, más detalladas, pero basta de momento con estas.

La victoria de Donald Trump es inapelable. Ha pintado el mapa electoral de rojo y ha vencido también en voto popular por primera vez con millones de votos de diferencia. Y una cosa de lo más relevante: gana esta vez sin ser un desconocido. Los estadounidenses saben que Trump es imprevisible, malhumorado, embustero. Y aun así le han otorgado de nuevo la confianza. La frase que se atribuye a Roosevelt y que también utilizó Kissinger para referirse a dictadores sudamericanos (Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta) funciona para muchos grupos de votantes republicanos. Y Trump no gana solo la presidencia, es él quien arrastra también el voto en el resto de las elecciones que también se libraban ayer. El partido republicano controla ya el senado y la Cámara de Representantes. Trump se pasea en todos los frentes.

Que hoy nos amanezcamos con cara de sorpresa responde en realidad a un error de autosugestión. Aquello que no nos gusta no lo queremos ver, tampoco escuchar. Y si para ello hay que alimentarse únicamente de las narrativas que perjudicaban a Trump al mismo tiempo que inflaban las de Harris, lo hacemos sin problema. Tienen mucho que reflexionar la mayoría de los grandes medios de comunicación estadounidenses sobre su pérdida de credibilidad, pues son ellos los grandes arquitectos de los estados de opinión publicada que, a la vista está, no se corresponden con la realidad.

Vienen ahora días de leer una y otra vez que Trump ha ganado estas elecciones por la injerencia rusa, porque Kamala Harris es una mujer, porque Elon Musk ha puesto Twitter a disposición del caudillo republicano y otras tantas explicaciones que, sin ser mentira, son únicamente explicaciones parciales y en ningún caso suficientes.

Estados Unidos está partido en dos

Trump ha ganado porque EE.UU. está partido en dos y él ha conseguido convencer a muchos más millones de personas de que era una victoria de los demócratas lo que ponía en riesgo la continuidad del país de acuerdo con sus valores fundacionales.

En Europa nos cuesta entender que esto pueda ser así, porque para nosotros si los demócratas nombrasen candidato una silla, pensaríamos que ese mueble sería mejor presidente que cualquier republicano. Pero quienes votaban eran los americanos. Y ellos, claro, no lo ven exactamente igual. Y es su casa, no la nuestra.

Josep Martí Blanch

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