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¿Hace daño beber alcohol incluso en pequeñas cantidades? Esa es la pregunta que se plantean muchas personas cuando están tomando algo después del trabajo, relajándose un viernes por la noche o en el supermercado pensando qué comprar para el fin de semana. 

Es bien sabido que beber en exceso es perjudicial , pero ¿qué pasa con el consumo ligero o moderado? En enero de 2023, la Organización Mundial de la Salud emitió una declaración contundente: no existe un nivel de consumo seguro para la salud. La agencia destacó que el alcohol causa al menos siete tipos de cáncer, incluido el cáncer de mama, y ​​que el etanol (alcohol) causa cáncer directamente cuando nuestras células lo descomponen.

Al analizar las pruebas actuales, la OMS señala que ningún estudio ha demostrado que el consumo de alcohol tenga efectos beneficiosos que superen los daños que provoca al organismo. Un funcionario clave de la OMS señaló que lo único que podemos decir con certeza es que “cuanto más se bebe, más perjudicial es; o, en otras palabras, cuanto menos se bebe, más seguro es”. No tiene mucha importancia para el organismo ni para el riesgo de cáncer que se pague 5 o 500 libras por una botella de vino. El alcohol es perjudicial en cualquier forma en que se presente.

Los países han comenzado a adoptar esta postura en sus directrices nacionales. Por ejemplo, en 2023, Canadá introdujo nuevas recomendaciones nacionales que establecen que la abstinencia es el único enfoque libre de riesgos y señalan que dos bebidas (aproximadamente cuatro unidades) a la semana es de bajo riesgo. Esto supuso un cambio con respecto a 2011, cuando las directrices permitían un máximo de 10 bebidas (aproximadamente 20 unidades) y 15 bebidas (aproximadamente 30 unidades) para mujeres y hombres respectivamente. El NHS ha adoptado el lenguaje de “no existe un nivel de consumo de alcohol completamente seguro”, con la recomendación de no beber más de 14 unidades, o aproximadamente seis vasos de vino o pintas de cerveza a la semana.

¿Y qué decir del vino tinto? ¿No se suponía que era bueno para la salud? Hace dos décadas, aparecieron estudios que sugerían que el vino tinto podía beneficiar al corazón, especialmente como parte de una dieta mediterránea. Sin embargo, algunos de estos estudios no tuvieron en cuenta el hecho de que los bebedores de vino tinto tenían más probabilidades de ser personas con educación, ricas, físicamente activas, comer verduras y tener seguro médico. En 2006, en un nuevo análisis que tuvo en cuenta las variables que afectan a la salud, no se encontraron beneficios de beber vino tinto. Desde entonces, cada vez hay más pruebas de que incluso una copa de vino al día aumenta el riesgo de sufrir hipertensión y problemas cardíacos.

La industria del alcohol ha sido astuta en este aspecto y ha financiado estudios que –sorpresa, sorpresa– muestran los beneficios del consumo moderado de alcohol. Esta es una lección de por qué siempre hay que fijarse en quién financia el estudio y si existe un conflicto de intereses. La confusión de los estudios por parte de intereses comerciales (una táctica que también utilizó la industria tabacalera) dio lugar a declaraciones, como la de la economista Emily Oster , de que tomar una copa al día durante el embarazo es seguro. Esto ha sido desmentido : las imágenes cerebrales fetales realizadas en 2022 demostraron que incluso una bebida alcohólica a la semana durante el embarazo daña el cerebro en desarrollo del bebé.

En resumen, existe un consenso generalizado de que el alcohol envenena nuestro organismo. No se trata de un juicio moral: es lo que han demostrado estudios epidemiológicos a gran escala. Esto debería orientar las políticas gubernamentales, como las advertencias sanitarias en las etiquetas de las bebidas alcohólicas, la prohibición de las promociones de compra múltiple, las restricciones a la comercialización y la publicidad, y una mayor concienciación de los riesgos para la salud que conlleva el consumo de alcohol. Sin embargo, debemos tener cuidado de no caer en el puritanismo. Vivimos en una democracia en la que las personas tienen la libertad de beber y de tomar decisiones sobre su salud.

Y admito que, aunque trabajo en el ámbito de la salud pública, sigo bebiendo de vez en cuando. Cada día, los seres humanos tomamos decisiones sobre los riesgos que asumimos, y los que trabajamos en el ámbito de la salud pública tenemos que recordar que no a todo el mundo le preocupa sólo vivir más tiempo; también es importante sentirse satisfecho con la forma en que vivimos cada día. Comemos ese donut o esa bolsa de patatas fritas, aunque sabemos que no es bueno para nosotros, del mismo modo que conducimos largas distancias por autopistas sabiendo que siempre existe el riesgo de sufrir un accidente de tráfico mortal. Y con el alcohol, para mucha gente es una felicidad compartir una botella de vino o tomar unas pintas con amigos.

No hay ningún juicio moral sobre cómo las personas eligen vivir su vida y las decisiones que toman. Pero sí, beber conlleva un riesgo para la salud y vale la pena que nosotros y los gobiernos finalmente reconozcamos este hecho, incluso si preferiríamos no pensar en ello.

Fuente: The Guardian

  

 

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