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El narco 'Mayo' Zambada: la trampa para detenerlo, su fortuna y curiosa vida amorosa

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Estados Unidos detuvo el jueves a Ismael ‘el Mayo’ Zambada, líder y cofundador del Cártel de Sinaloa. 

Era buscado por las autoridades estadounidenses desde hace décadas, junto a Joaquín Guzmán López, hijo del narcotraficante mexicano ‘Chapo’ Guzmán, según informó el Departamento de Justicia.

FORTUNA

A sus 76 años, Ismael Zambada García, El Mayo, enfrenta al menos 29 cargos criminales ante cuatro cortes federales de Estados Unidos, y, en febrero pasado, el Departamento de Justicia estimó que se le deben embargar bienes equivalentes a 14 mil millones de dólares.

La acusación vigente más antigua fue presentada en Washington DC en enero de 2003, pero Zambada ya había tenido cargos en Estados Unidos desde 1997, y fiscales federales repetidamente lo han caracterizado como el jefe histórico del Cártel de Sinaloa, “la mayor organización de narcotráfico del mundo”, que fundó con su socio El Chapo a finales de la década de los 80.

Pese a este cúmulo de acusación, factores como la edad avanzada de “El Mayo” y su disposición para declararse culpable de algunos cargos y colaborar con las autoridades estadounidenses, podrían llevar a que no sea sometido al espectáculo de un juicio con jurado, como pasó con El Chapo.

La elaborada operación encubierta con la que engañaron al capo de las drogas 

Joaquín Guzmán López, uno de los herederos de la operación de El Chapo, fue detenido junto a Zambada tras hacerle creer que viajaba al norte de México para inspeccionar posibles lugares para pistas de aterrizaje clandestinas.

Para alguien que tuvo tanta cautela durante tantos años, parece increíble que Zambada resultara engañado a los 76 años. Quizás era necesario algo extraordinario para poder detenerlo.

"No me sorprende que Zambada no haya caído por voluntad propia", señala Mike Vigil, exagente del Departamento Antidrogas de EE.UU. (DEA). "Tiene más de 70 años, mala salud y ya dijo que la cárcel era su mayor temor".

ENTREVISTA AL MAYO 

En abril de 2010, la portada de la revista Proceso mostró una foto de Ismael ‘El Mayo’ Zambada abrazando a Julio Scherer, el mítico periodista que acuño la frase “Si el Diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos...”.

El entonces semanario publicó la crónica del encuentro, justo cuando México estaba en la punta de violencia causada por la guerra contra el narcotráfico que inició en el sexenio de Felipe Calderón.

El periodista narró el largo camino que tuvo que recorrer para hacer posible el encuentro. Una vez que se conocieron insistió en sacar la grabadora para tener el registro, pero el capo de la droga pidió reiteradamente que solo fuera una conversación.

Dijo que en realidad no importaba si era detenido o asesinado, pues la industria del narcotráfico seguiría operando igual:

–Mayo Zambada: Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.

–Scherer: ¿Nada, caído el capo?

–Mayo Zambada: el problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.

ESPOSA Y 5 MUJERES 

Dio detalles sobre su estilo de vida. Sostuvo que estaba a gusto en la sierra y que recibía todo lo que necesitaba de la tierra... dejó en una frase su desconfianza por el cielo.

–Mayo Zambada: Tengo a mi esposa, cinco mujeres, quince nietos y un bisnieto. Ellas, las seis, están aquí, en los ranchos, hijas del monte, como yo. El monte es mi casa, mi familia, mi protección, mi tierra, el agua que bebo. La tierra siempre es buena, el cielo no.

El capo dijo que había sido perseguido de cerca en varias ocasiones, pero que su dominio del terreno le permitió escapar de las autoridades.

–Mayo Zambada: Arriba, sobre mi cabeza. Huí por el monte, del que conozco los ramajes, los arroyos, las piedras, todo. A mí me agarran si me estoy quieto o me descuido, como al Chapo. Para que hoy pudiéramos reunirnos, vine de lejos. Y en cuanto terminemos, me voy.

Scherer escribió un abrupto final para la crónica. Nunca se supo si el encuentro le permitió reunirse con Joaquín Guzmán Loera, como parece que le ofreció Zambada.