Desde hace unos años las orcas han presentado un extraño comportamiento. El origen del fenómeno aún es un misterio.
Las orcas atacando barcos en el Mediterráneo era apenas un anticipo. Ya en marzo de 2019, un equipo de científicos detectó por primera vez a un grupo de orcas uniéndose contra una de las criaturas más grandes de la Tierra para devorarla.
Cerca de una doce de ellas estaban devorando una ballena azul. Este fue el primero de un total de tres casos documentados en un estudio publicado en Marine Mammal Science. Pero no es el último caso y hay otras y también novedosas y espeluznantes conductas.
En los últimos meses, también se ha visto a orcas secuestrando crías de ballenas piloto y desgarrando tiburones para darse un festín con sus hígados. Si a eso le sumamos los ataques en las costas de España y Portugal, es hora de comenzarse a preguntar qué está ocurriendo con las orcas.
"Estos son animales con un cerebro increíblemente complejo y altamente evolucionado – explica Deborah Giles, especializada en orcas de la Universidad de Washington -.Tienen partes de su cerebro asociadas con la memoria y las emociones que incluso están significativamente más desarrolladas que el cerebro humano".
Pero la escala y la novedad de los ataques recientes han planteado una pregunta: ¿se están volviendo las orcas más inteligentes? Y si es así, ¿qué está impulsando este cambio?No es probable que los cerebros de las orcas estén cambiando a nivel anatómico, señala Josh McInnes, ecólogo marino de la Universidad de Columbia Británica: "El cambio de comportamiento puede influir en el cambio anatómico en un animal o en una población, pero solo a lo largo de miles de años de evolución”.
Pero las orcas aprenden rápido, lo que significa que pueden enseñarse unas a otras, y de hecho lo hacen. Eso sí, algunos de esos comportamientos pueden resultarnos nuevos, pero eso no significa que sean novedades para estos mamíferos. En los meses que siguieron al primer ataque en marzo de 2019, las orcas se aprovecharon de una cría y un espécimen juvenil de ballena azul en dos incidentes adicionales con una táctica muy precisa: las empujan bajo la superficie para asfixiarlas.
Esto es un ejemplo de “aprendizaje social, con estrategias que se comparten y transmiten de las orcas adultas a sus crías – afirma Robert Pitman, de la Universidad Estatal de Oregón -. Todo lo que los adultos aprendan se transmitirá de la hembra dominante de un grupo a su descendencia”. Es posible que las orcas hayan aprendido y perfeccionado las habilidades necesarias para enfrentarse a presas tan enormes en respuesta a la recuperación de las poblaciones de ballenas.
Pero hay conductas más sangrientas, aunque quizás no sean nuevas. Una de ellas es sumamente gráfica: durante los ataques a las ballenas azules, los científicos observaron que las orcas insertaban sus cabezas dentro de la boca de las ballenas vivas para alimentarse de sus lenguas. Y cuando atacan a tiburones, van directo a por sus hígados. De acuerdo con Pitman las orcas son similares a los humanos y tienen sus “cortes” de carne preferidos. De hecho, a veces solo se alimentan de las lenguas de las ballenas.
Pero estas conductas podrían no ser nuevas, teniendo en cuenta que, los ataques a tiburones se han visto tanto en Sudáfrica como en California, lo que implica que comer hígado es probablemente un comportamiento generalizado y establecido. Lo que ocurre es que, al haber más científicos investigando en este campo, se comienzan a ver comportamientos que antes se desconocían.
De hecho, también se han visto otras conductas nuevas para los humanos que amplían el catálogo. Por ejemplo, varias poblaciones de todo el mundo han aprendido a cazar furtivamente pescado capturado para consumo humano en los palangres utilizados en la pesca comercial y han transmitido esta información.
En el sur del Océano Índico, alrededor de las islas Crozet, dos poblaciones de orcas han sido identificadas hurgando en los palangres desde que se expandió la pesca en la región en los años 1990. Para 2018, toda la población de orcas en estas aguas se había enseñado unas a otras a darse un festín y grupos enteros que antes se alimentaban de focas y pingüinos desarrollaron el gusto por la merluza capturada por humanos.
¿Más ejemplos? Estas conductas también se extienden al juego. El equipo de Giles ha estudiado una población en peligro de extinción de orcas que se alimentan de salmón frente a la costa del Pacífico Norte. Llamadas población residente del sur, estas orcas no comen mamíferos. Pero durante los últimos 60 años, han desarrollado un juego único en el que buscan marsopas jóvenes y juegan con ellas hasta la muerte.
En total se han registrado 78 incidentes en los que estas orcas se lanzan marsopas entre sí como si fueran una pelota, pero ni un solo caso documentado de que se comieran a los pequeños mamíferos. "En algunos casos, se ven marcas de dientes donde la orca claramente estaba sosteniendo suavemente al animal – agrega Giles-, pero el animal estaba tratando de alejarse nadando, por lo que su piel se ha desgarrado”.
Los investigadores creen que estos juegos podrían ser una lección para las orcas jóvenes sobre cómo cazar salmones, que son aproximadamente del mismo tamaño que las crías de marsopa. Una de las posibles causas de estas conductas podría ser responsabilidad de los humanos que, debido al cambio climático, la pesca intensiva y el mayor tráfico comercial, estamos cambiando las condiciones de los océanos.
En la Antártida, por ejemplo, una población de orcas solía cazar focas de Weddell dirigiéndolas hacia los témpanos de hielo. Pero a medida que el hielo se derrite, están adaptando sus técnicas de caza para capturar focas leopardo y focas cangrejeras, dos especies que no dependen tanto de los témpanos de hielo y son un poco más combativas, exigiendo que las orcas desarrollen nuevas habilidades. Puede que la presión humana sea uno de los responsables de estas conductas, pero indudablemente hay más motivos.
Fuente: Diario La Razón - España