En los últimos años, el mundo de los automóviles ha vivido un cambio muy importante.
A los tradicionales vehículos de combustión se han añadido los autos eléctricos, una alternativa sostenible para luchar contra el calentamiento global.
Sin embargo, son varios los problemas que se está encontrando esta transición, que ponen en peligro el futuro de la misma.
Europa es una de las regiones en el mundo que más ha apostado por este nuevo modelo. Hasta el momento, cerca de un 15% de los vehículos en el continente son eléctricos, aunque las diferencias son notables entre unos países y otros. Por ejemplo, en Noruega representan un 84% del total de vehículos en circulación, mientras que en España no llegan al 4%.
Ahora, un estudio de YouGov para la startup danesa Monta ha querido arrojar un poco más de luz sobre la implantación de estos autos más sostenibles en el mercado europeo. Y lo cierto es que sus resultados suponen un aviso de las cosas que se están haciendo mal.
La encuesta se ha realizado en Francia, donde el 12% de su parque automovilístico es eléctrico, a 6.167 propietarios de este tipo de vehículos. Los resultados arrojan que un 54% de ellos, más de la mitad, se arrepienten de haber apostado por un coche eléctrico, tal y como recoge Le Figaro.
No cabe duda que el futuro de la automoción pasa por vehículos no contaminantes, pero entonces, ¿qué está fallando con los autos eléctricos? ¿Por qué esta desafección tan grande por parte de sus compradores? Hay varios motivos que lo explican.
Alto precio de la electricidad
El aumento del precio de la electricidad en el último año y medio hace que la inversión en un vehículo eléctrico no sea tan apetecible como antes. Desde el 1 de agosto de 2023 ya no está presente en Francia el escudo tarifario sobre la electricidad que permitía contener las subidas de las facturas, por lo que en el país galo se ha producido un repunte del 10%. Una situación, la de mayores precios, que es extensible al conjunto del planeta.
Pese a estas circunstancias, lo cierto es que los eléctricos siguen siendo más rentables en consumo de energía que los de combustión. Tal y como señala Autobild, en los primeros se usa el 15% de su presupuesto de mantenimiento para recargas, mientras que en los segundos, tanto diésel como gasolina, es el 30%.
Falta de transparencia en los puntos de recarga
El precio de la recarga varía considerablemente en función de los terminales, las marcas o las estaciones de carga rápida, pudiendo ser el doble en uno respecto a otro. Una situación confusa en la que en ocasiones los conductores no conocen la tarifa hasta que no ha finalizado la carga, lo que lleva a un sentimiento de desapego hacia estos coches.
Los casos de este tipo deberían desaparecer progresivamente, al ser sustituidos por la facturación por kWh, pero de momento generan este desánimo.
Falta de puntos de recarga
Pese a que los puntos de recarga se han ido multiplicando por Europa a lo largo de los últimos años, lo cierto es que la infraestructura todavía es insuficiente de cara a producirse una gran transición. A finales de 2022, había en el continente 479.392 puntos de recarga, pero están muy mal repartidos, ya que un 42% de ellos se encuentran en dos países: Alemania y Países Bajos. Juntos, apenas representan un 10% de la superficie total de la Unión Europea.
Falta de autonomía
Para moverse por ciudades, los coches eléctricos son ideales, porque al no contaminar tienen acceso a las zonas de bajas emisiones que se han implantado en urbes como Madrid o París. Pero a la hora de realizar un viaje largo, la cosa se complica por la falta de autonomía.
La mayoría de opciones que hay en el mercado disponen de una autonomía que se sitúa por debajo de los 500 kilómetros, lo que obliga a hacer una o dos paradas en el trayecto. Además, la carga es más lenta que el repostaje de diésel o gasolina, por lo que desincentiva su uso.
Precios de los vehículos altos
Finalmente, un factor al que hay que prestar mucha atención es que los precios de los coches eléctricos todavía son muy altos, pese a las ayudas gubernamentales que se han producido para su compra. Según la consultora Jato Dynamics, el precio medio de los vehículos eléctricos entre 2015 y 2022 ha aumentado en Europa de 48.942 euros a 55.821. Una cifra importante que no todo el mundo se puede permitir.
¿Qué pueden hacer los gobiernos?
Teniendo en cuenta todas las circunstancias anteriores, parece claro que la movilidad eléctrica se encuentra en un momento complicado para continuar su expansión y los gobiernos pueden jugar un papel importante. Facilitando un mayor número de puntos de recarga, dando facilidades y ayudas a los que apuesten por un futuro más sostenible o fomentando y concienciando a la sociedad sobre la importancia de esta transición, entre otras actuaciones. Queda mucho trabajo por delante.