Hace casi dos décadas, Facebook irrumpió en los campus universitarios como un sitio para que los estudiantes se mantuvieran en contacto.
Luego llegó Twitter, donde la gente publicaba lo que había desayunado, e Instagram, donde los amigos compartían fotografías para mantenerse al día.
Hoy, Instagram y Facebook están llenos de anuncios y publicaciones patrocinadas. TikTok y Snapchat están repletos de videos de influentes que promocionan jabones y aplicaciones de citas. Y pronto, las publicaciones de Twitter que obtengan mayor visibilidad procederán en su mayoría de suscriptores que paguen por la exposición y otras ventajas.
En muchos sentidos, las redes sociales se están volviendo menos sociales. El tipo de publicaciones en las que la gente pone al día a sus amigos y familiares sobre sus vidas se ha vuelto más difícil de ver a lo largo de los años, pues los sitios más grandes se han “corporativizado” cada vez más. En lugar de ver mensajes y fotos de amigos y familiares sobre sus vacaciones o cenas elegantes, los usuarios de Instagram, Facebook, TikTok, Twitter y Snapchat a menudo ven contenidos profesionalizados de marcas, influentes y otros que pagan por su colocación.
El cambio tiene implicaciones para las grandes empresas de redes sociales y para la forma en que las personas interactúan digitalmente entre sí. Pero también plantea cuestiones sobre una idea central: la plataforma en línea. Durante años, la noción de plataforma —un sitio todo en uno, de cara al público, en el que la gente pasaba la mayor parte de su tiempo— reinó de forma suprema. Pero a medida que las grandes redes sociales le daban prioridad a conectar a la gente con las marcas frente a conectar a la gente con otras personas, algunos usuarios han empezado a buscar sitios orientados a la comunidad y aplicaciones dedicadas a aficiones y temas específicos.
“Las plataformas como las conocíamos ya no existen”, afirmó Zizi Papacharissi, profesora de Comunicación de la Universidad de Illinois-Chicago, que imparte cursos sobre redes sociales. “Han dejado de ser útiles”.
El cambio ayuda a explicar por qué algunas empresas de redes sociales, que siguen teniendo miles de millones de usuarios y facturan miles de millones de dólares, exploran ahora nuevas vías de negocio. Twitter, propiedad de Elon Musk, ha estado presionando a personas y marcas para que paguen entre 8 y 1000 dólares al mes con el fin de convertirse en suscriptores. Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram, se está adentrando en el inmersivo mundo en línea del llamado metaverso.
Para los usuarios, esto significa que, en lugar de pasar todo su tiempo en una o unas cuantas grandes redes sociales, algunos están gravitando hacia sitios más pequeños y centrados. Entre ellas se encuentran Mastodon, que básicamente es un clon de Twitter dividido en comunidades; Nextdoor, una red social para que los vecinos se compadezcan de problemas cotidianos como los baches locales; y aplicaciones como Truth Social, creada por el expresidente Donald Trump y considerada una red social para conservadores.
“No se trata de elegir una red para gobernarlas a todas; eso es una lógica absurda de Silicon Valley”, aseguró Ethan Zuckerman, profesor de Política Pública de la Universidad de Massachusetts Amherst. “El futuro es que seas miembro de decenas de comunidades diferentes, porque, como seres humanos, así somos”.
Twitter, que responde de manera automática a las preguntas de la prensa con un emoticono de excremento, no hizo ningún comentario sobre la evolución de las redes sociales. Meta rechazó hacer comentarios, y TikTok no respondió a una solicitud de comentarios. Snap, el fabricante de Snapchat, señaló que, aunque su aplicación había evolucionado, conectar a las personas con sus amigos y familiares seguía siendo su función principal.
Algunos de los grandes nombres de las redes sociales, como Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta, y Jack Dorsey, fundador de Twitter, predijeron hace años un cambio hacia redes más pequeñas y especializadas.
En 2019, Zuckerberg escribió en una publicación de Facebook que la mensajería privada y los grupos pequeños eran las áreas de comunicación en línea de más rápido crecimiento. Dorsey, que dejó el cargo de director ejecutivo de Twitter en 2021, ha impulsado las llamadas redes sociales descentralizadas que dan a las personas el control sobre el contenido que ven y las comunidades con las que se relacionan. Hace poco publicó en Nostr, una red social basada en ese principio.
Lo difícil para los usuarios es encontrar las redes más nuevas y pequeñas, porque son poco conocidas. Sin embargo, las redes sociales más amplias, como Mastodon o Reddit, a menudo funcionan como puerta de entrada a comunidades más pequeñas. Al registrarse en Mastodon, por ejemplo, los usuarios pueden elegir un servidor de entre una amplia lista, que incluye los relacionados con los juegos, la comida y el activismo.
Eugen Rochko, director ejecutivo de Mastodon, afirma que los usuarios publican más de mil millones de mensajes al mes en sus comunidades y que no hay algoritmos ni anuncios que alteren la información de los usuarios.
Una de las principales ventajas de las redes pequeñas es que crean foros para comunidades específicas, incluyendo las marginadas. Ahwaa, fundada en 2011, es una red social para miembros de la comunidad LGBTQ en países del golfo Pérsico donde ser gay se considera ilegal. Otras redes pequeñas, como Letterboxd, una aplicación para que los aficionados al cine compartan sus opiniones sobre las películas, se centran en intereses especiales.
Las comunidades más pequeñas también pueden aliviar parte de la presión social que supone el uso de las redes sociales, especialmente para los más jóvenes. En la última década han surgido historias —incluso en audiencias del Congreso sobre los peligros de las redes sociales— sobre adolescentes que desarrollan trastornos alimentarios porque quieren verse como las fotografías “perfectas de Instagram” y los videos de TikTok.
Según los expertos, la idea de que pueda surgir un nuevo sitio de redes sociales que sea la aplicación única para todos parece poco realista. Cuando los jóvenes terminan de experimentar con una nueva red —como BeReal, la aplicación para compartir fotos que fue popular entre los adolescentes el año pasado pero que ahora está perdiendo millones de usuarios activos— pasan a la siguiente.
“No se van a dejar influir por la primera plataforma bonita que aparezca”, comentó Papacharissi.
La identidad en línea de la gente estará cada vez más fragmentada entre múltiples sitios, añadió. Para hablar de logros profesionales, está LinkedIn. Para jugar videojuegos con otros jugadores, está Discord. Para comentar noticias, está Artifact.
“Lo que nos interesa son grupos más pequeños de personas que se comunican entre sí sobre cosas concretas”, señaló Papacharissi.
Fuente: The New York Times Company