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Cuando vamos a comprar una crema, podemos ver que casi todos las marcas anuncian con letras bien grandes que su producto contiene vitamina C, ¿pero qué hace este ingrediente para que sea tan deseado?

La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un potente antioxidande que protege a la piel contra el fotoenvejecimiento causado por el sol, que es el principal culpable de la aparición de las arrugas y manchas en nuestra piel.

Esta vitamina es una gran ayuda para combatir a los odiados radicales libres, protegiendo a las células del estrés oxidativo que causa su deterioro. También favorece a la síntesis del colágeno, que se encarga de mantener la estructura y elasticidad de la piel y aporta luminosidad, ya que funciona como despigmentante y favorece a la síntesis de la melanina.

Por lo tanto, quienes buscan la vitamina C en sus cosméticos es porque regenera la piel, la protege contra los factores ambientales y hace que se vea más uniforme, ya que potencia la luminosidad y mejora la textura.

Sin embargo, hay varias cosas que debemos tener en consideración antes de lanzarnos a la piscina con tan solo escuchar hablar de sus grandes maravillas. Lo primero de todo es ver si se trata de vitamina C pura, es decir, ver que entre sus ingredientes está el ácido l-ascórbico. 

Al ser un ácido, debemos tener cuidado con la concentración de este ingrediente para que no nos cause irritación, pero tampoco debemos quedarnos cortos, ya que no actúa en concentraciones bajas. Lo ideal sería entre el 15% y 20%.

Otra cosa de gran importancia es que venga en un envase oscuro u opaco, ya que la vitamina C se oxida al estar en contacto con la luz y sería tirar el dinero.

Una vez con estas cosas en cuenta, llega el momento de saber cuándo es el mejor momento para utilizarlo. Lo ideal sería utilizarla después de realizar la limpieza y en nuestra rutina de día, siempre que no cause ninguna interacción con los demás productos (como la niacinamida). Si tenemos la piel sensible, sería mejor ir utilizándolo primero una o dos veces a la semana hasta que nuestra piel se acostumbre y no cause ningún escozor o irritación.

Finalmente, para asegurarnos de que actúe correctamente, se recomienda combinarla siempre con fotoprotectores. Esto es debido a que la vitamina C es fotosensible, es decir, que se inactiva con el sol. 

Al unir la acción de la vitamina C con una crema de protección solar alta, se potencia la pantalla protectora contra el fotoenvejecimiento y la piel se mantendrá libre de manchas, joven y luminosa durante todo el año.

Fuente: 20minutos.es 

 

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