El calor y la humedad del verano propician la aparición de plagas muy diversas. Y aunque algunas son más peligrosas que otras, sin duda hay un insecto que puede llegar a ser realmente molesto por cómo invade nuestras casas, e incluso nuestros alimentos, con total tranquilidad.
Hablamos de las hormigas, un animal realmente importante para la biodiversidad del planeta, pero que puede llegar ser un problema persistente cuando se cuela en nuestro espacio.
En España hay registradas cerca de 300 especies de hormigas, algunas de las cuales proceden de otros continentes. Según explican desde la empresa de control de plagas Anticimex, la mayoría de estos insectos viven en el campo, pero a menudo las especies invasoras no pueden competir con las nativas por los recursos y se trasladan al interior de los edificios, donde tienen más facilidades para subsistir.
Las hormigas encuentran en nuestras viviendas las condiciones óptimas para instalarse. Aquí disponen de una buena climatización, rincones donde construir sus nidos sin ser detectadas y, sobre todo, muchos restos de comida que recolectar. Una vez aparecen, son muy difíciles de echar completamente. Por eso, la mejor estrategia que podemos seguir si no queremos convivir con cientos de ellas es la prevención.
1. Cerrarles el paso: ¡ojo a las grietas!
Por su tamaño, lo tienen muy fácil para colarse en casa a través de grietas, pero dificultarles el paso tampoco es complicado. Basta con utilizar silicona o yeso para sellar los agujeros por los que podrían entrar. Al mismo tiempo, esto les quita espacios donde de otra forma podrían establecer sus nidos. Debemos revisar especialmente las grietas de la cocina, aunque igualmente pueden instalarse en cualquier habitación y desfilar desde allí en busca de comida.
2. Matarlas de hambre: ¡nada de migas!
Ese es otro de los frentes que debemos vigilar. Para evitar plagas, debemos procurar que no encuentren en nuestros hogares una fuente de alimentación. Esto puede ser complicado, ya que las hormigas exploradoras sacan partido a su olfato para detectar comida y orientarse, de manera que siempre saben el camino que deben seguir. Además, aunque sienten predilección por las sustancias azucaradas, les vale cualquier tipo de materia orgánica.
La clave para que no aparezcan es muy sencilla: mantener una buena limpieza en casa, fijándonos sobre todo en la cocina y el comedor. Después de las comidas, hay que asegurarse de que no queden restos en ningún sitio. Es decir, hay que barrer y pasar una bayeta por las distintas superficies donde utilizamos alimentos de forma rutinaria. Y en este ámbito no nos olvidemos de los electrodomésticos; pasar la escoba bajo la nevera o retirar las migas del interior de la tostadora puede ahorrarnos futuras invasiones.
3. Vigilar las sobras y las fugas de agua
También es conveniente lavar los platos al acabar de comer, ya que las sobras pueden atraer hormigas hacia el fregadero, donde además encontrarían agua. En esta misma línea, es importante que nos aseguremos de reparar fugas de agua si las tenemos, porque la humedad puede ser otro reclamo.
4. Los dulces, en recipientes herméticos
Siguiendo con la comida, debemos controlar con especial atención los lugares donde la almacenamos. Hay que limpiar de vez en cuando los estantes y armarios, sobre todo si hemos derramado algún alimento. Y aquellas cosas más llamativas para las hormigas, entre las que destacan productos dulces como el azúcar o la miel, deberíamos guardarlos en recipientes cerrados, herméticos. Con todo, no olvidemos que pueden comer cualquier cosa, así que los cubos de basura deberíamos vaciarlos con frecuencia.