El otoño se acerca en el hemisferio norte y muchos se preguntan si finalmente contaremos con una vacuna para enero de 2021.
Soy médico-científico y especialista en enfermedades infecciosas en la Universidad de Virginia, Estados Unidos. Allí atiendo a pacientes y llevo a cabo investigaciones sobre la covid-19.
Ocasionalmente me preguntan cómo puedo estar seguro de que los investigadores desarrollarán exitosamente una vacuna para prevenir la enfermedad, si todavía no contamos con una para el VIH, el virus que causa el sida.
A continuación te explico en qué etapa se encuentra la investigación actual, en dónde creo que estaremos en cinco meses y por qué puedes ser optimista en que se desarrollará una vacuna contra la covid-19.
1. Nuestro sistema inmunológico combate exitosamente la covid-19
En el 99% de todos los casos positivos por covid-19, los pacientes se recuperan de la infección y el cuerpo elimina el virus.
Algunas de las personas que han contraído la enfermedad pueden permanecer con bajos niveles del virus en el cuerpo hasta tres meses después de la infección.
Pero en la mayoría de los casos, una vez pasados 10 días de haberse enfermado, estas personas ya no pueden transmitir el virus.
Por estas razones, debería ser mucho más fácil elaborar una vacuna para el nuevo coronavirus que para infecciones como el VIH, que el sistema inmunológico no puede curar de forma natural.
El SARS-CoV-2 no muta de la misma forma en que lo hace el VIH, por lo que es mucho más fácil de controlar para el sistema inmunológico o a través de una vacuna.
2. Los anticuerpos que atacan la espícula viral previenen la infección
Una vacuna nos protegerá, en parte, alentando la producción de anticuerpos contra la espícula viral del SARS-CoV-2, el virus que causa la covid-19.
3. La glicoproteína de la espícula tiene múltiples puntos débiles
Los anticuerpos pueden unirse y neutralizar el virus en muchos lugares de la espícula viral, lo cual es una buena noticia porque con tantos puntos vulnerables, será difícil que el virus mute evitando la vacuna.
Varias partes de la espícula necesitarían mutar para evadir los anticuerpos neutralizantes. Demasiadas mutaciones en la espícula cambiarían su estructura y la harían incapaz de unirse a la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2), clave para infectar células humanas.