Según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS), los síntomas más comunes de la COVID-19 son fiebre, tos seca y sensación de falta de aire. Hasta el momento, estos han mostrado ser leves en el 80 por ciento de los casos, sobre todo en niños y adultos jóvenes.
Algunas personas pueden tener dolores, congestión nasal, dolor de garganta o diarrea. En los casos más graves, la infección puede causar neumonía, dificultad importante para respirar, fallo renal e incluso la muerte. Puede ocurrir que haya infección pero no se desarrolle ningún síntoma. Pero otro de los síntomas más comunes está siendo la cefalea.
Un equipo de investigación ha definido hasta cuatro tipos de dolor de cabeza o cefalea asociados al coronavirus y clasificados según las causas. Hasta el 15 por ciento de los pacientes estudiados (si bien algunos estudios apuntan a un porcentaje mayor) presentaban dolores de cabeza, muchos sin presencia de fiebre. Se atribuyen, entre otros factores, a la tensión emocional o a la presión de mascarillas y pantallas de protección; aunque la mayoría desaparecen, en algunos pacientes pueden quedarse de forma crónica. En el trabajo han participado científicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de los Hospitales Clínico San Carlos de Madrid y Clínico de Valladolid y ha sido publicado en la revista especializada Headache.
La clasificación de los tipos de dolor que se recoge en el estudio es la siguiente:
1. La producida por los equipos de protección individual (EPI) “por compresión externa”. Este tipo de dolor de cabeza suele tener ubicación variable y se presenta de forma constante en la mitad de personas que usan estos EPI.
2. Un segundo grupo en el que se relaciona el dolor de cabeza con el estrés provocado por la situación y sin otros síntomas acompañantes.
3. Tercer grupo asociado al agravamiento del dolor de cabeza primario que ya padecía el paciente, es decir, en aquellos con antecedentes de migrañas y cefaleas. Este grupo presenta con mayor frecuencia nauseas, vómitos, fotofobia…
4. Finalmente, el cuarto grupo presenta dolor de cabeza derivado propiamente de la infección por SARS-CoV-2. En este, el dolor puede intensificarse con la actividad y el movimiento de la cabeza; puede ser holocraneal (toda la cabeza) o hemicraneal; y puede estar acompañado de fonofobia y con menos frecuencia de fotofobia, náuseas o vómitos.
Para llevar a cabo esta clasificación, los expertos delimitaron clínicamente los tipos de dolores de cabeza gracias a encuestas realizadas a más de un centenar de profesionales sanitarios, principalmente de Madrid –la mayoría (73.2 por ciento) sin antecedentes de dolor de cabeza–.
El que predomina en la COVID-19 es el cuarto tipo, de gran intensidad, que puede afectar a toda la cabeza o a un lado, es habitualmente opresivo y empeora con la actividad física y con los movimientos de la cabeza, describe Jesús Porta Etessam, jefe de sección de Neurología del Hospital Clínico San Carlos y profesor de la Facultad de Medicina de la UCM. “Puede despertar al paciente por la noche y habitualmente le molestarán los ruidos y, en ocasiones, las luces. Cada paciente tiene una explicación fisiopatológica diferente y, por lo tanto, el manejo debe ser diferencial”, destaca Porta.
¿QUÉ HACER EN CADA CASO?
El investigador explica que, en el caso de la cefalea propia de la COVID-19, se procede al bloqueo anestésico y a los esteroides, si bien “no hay evidencias al ser un cuadro realmente reciente”. Si se trata de un agravamiento de la cefalea primaria del paciente, se aplican los tratamientos habituales dependiendo si es una migraña o dolor que se propaga en racimos.
La incorporación de nuevos elementos para protegerse de la infección también puede ocasionar estos dolores de cabeza. Modificar la manera de llevar las mascarillas y las pantallas protectoras bastaría para que cesasen. Y, por último, para tratar la cefalea provocada por el estrés de la situación, la respuesta está, de momento, en los neuromoduladores.
“La mayoría ceden entre las primeras 24 horas y una semana, pero un pequeño porcentaje no responderá a los tratamientos habituales. Tenemos ya varios pacientes que han desarrollado una cefalea crónica”, reconoce el neurólogo.
Fuente: Sinembargo.mx